Artectum, el arte de dar vida a los edificios

Esta empresa talaverana con más de 50 años de experiencia trabaja en la restauración del patrimonio histórico y en la rehabilitación de inmuebles de interés histórico-artístico de la provincia de Toledo y alrededores

Capilla de los Condes de Cedillo, restaurada por Artectum Artectum

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Desde la crisis financiera de 2008 y el estallido de la burbuja inmobiliaria, el sector de la construcción no ha dejado de tener altibajos. La crisis sanitaria y social ocasionada por la pandemia del Covid les obligó a parar dos semanas por imposición legal y ahora la preocupante falta de suministros les amenaza de nuevo.

La crisis sanitaria, el confinamiento y las restricciones hicieron de Toledo una ciudad fantasma, con bares y comercios cerrados y sin rastro de las largas colas de turistas. Una situación devastadora y más para la capital de Castilla-La Mancha, donde el turismo es el principal pulmón económico, aunque, paradójicamente, sectores como el de la construcción supieron encontrar el lado positivo.

Se pararon una ingente cantidad de proyectos que ahora, con el fin de las restricciones, se están volviendo a acelerar. «Nuestro ritmo de trabajo se ha activado y ahora, quizá, esté por encima de lo normal», afirma José Ignacio Blázquez , CEO (director ejecutivo) de Artectum. Es una empresa especializada en la restauración del patrimonio histórico y en la rehabilitación de inmuebles de interés histórico-artístico que, en sus carnes, vivió las dos caras de una moneda: el poder trabajar mejor al estar las calles vacías, pero también la tristeza de ver una ciudad prácticamente fantasma.

Este talaverano es la segunda generación de una empresa que fundó su padre, Ignacio Blázquez, hace más de medio siglo y que es una de las principales restauradoras del casco viejo de Toledo . En sus 25 años de carrera profesional, recuerda que han sido muchas las sorpresas que la arquitectura le ha deparado y más, en una ciudad como Toledo. Una de las más especiales fue sin duda, el descubrimiento del «efebo de Toledo», una estatua romana que fue encontrada el 21 de junio de 2017 en las excavaciones de las termas en la plaza Amador de los Ríos tras haber permanecido enterrada unos 1.400 años.

El hallazgo de elementos imprevisibles es, junto a la tardanza en la obtención de permisos y licencias, el obstáculo más común para los profesionales que trajaban en este tipo de obras. «Esto te lleva a una posible modificación en los presupuestos y los tiempos que tenías planificados a priori», explica Blázquez, quien añade: « Algunos obstáculos, si los sabes aprovechar, te llevan a mejorar el acabado de la obra y esto en restauración es una constante ».

José Ignacio Blázquezs

Reconoce que restaurar-rehabilitar es «mucho más complicado» que dedicarse a la obra nueva, ya que requiere «más profesionalidad y conciencia». Más aún en la capital de Castilla-La Mancha, donde es «difícil» trabajar, no solo por su configuración u orografía, sino porque es una «ciudad viva», a la que hay que respetar sus pulsos y eso, a veces, es complicado ejecutar. Aunque la planificación con la administración local, «sobre todo la policía municipal» -matiza-, hace «todo mucho más fácil y viable».

Su principal área de actuación es el casco antiguo, que tiene una extensión de 260 hectáreas. Testigos de su larga lista de trabajos son la iglesia del Salvador, el oratorio de San Felipe Neri, la sala de teatro experimental del Teatro Rojas, el convento de las Jerónimas, la iglesia de San Bartolomé, los baños árabes del Caballel y las bóvedas romanas de la calle Alfonso X, entre otras. Pero no solo actúan en Toledo capital; también llevan su impronta las obras de restauración de la fachada y patio del convento de las carmelitas de Talavera de la Reina o la iglesia de Sevilleja de la Jara.

Obras peculiares

En todos estos años de trabajo ha habido muchas obras peculiares. José Ignacio recuerda con especial cariño la de las bóvedas de la calle Alfonso X el Sabio (donde hallaron el ‘efebo de Toledo’). «No había acceso directo desde la plaza Amador de los Ríos y tuvimos que hacer un butrón para poder realizar las excavaciones arqueológicas y sacar a mano la tierra por ese hueco. Además, tuvimos que desmontar los andamios hasta en dos ocasiones, porque pasaba por allí la procesión del Corpus», evoca el CEO de Artectum.

Y suma otra. «La restauración del patio en una casa de la calle de Juan Buatista Monegro fue también muy peculiar. Es un callejón muy estrecho, donde solo cabía una carretilla de mano. Desde ahí hasta la zona de acopio de materiales en la plaza de don Fernando, a 100 metros de distancia, tuvimos que desescombrar y llevar todos los materiales (vigas de madera, columnas de granito,..) a mano ¡Cómo lo hicieron en el siglo XVI cuando construyeron ese patio!», exclama. «El patio tenía tres plantas y tuvimos que dejar apeada con andamios la tercera mientras trabajábamos en las dos inferiores. Es decir, que la planta tercera, en lugar de descansar sobre los pilares y vigas, lo hacía en el andamio. Y vivía gente».

«Tengo que reconocer que en Artectum hay un equipo increíble, un equipo de muchos años que formamos una gran familia. Gracias a ellos, y nadie mas, se pueden hacer este tipo de obra», se congratula.

«Restaurar-rehabilitar es más complicado que la obra nueva, puesto que requiere más conciencia y profesionalidad»

Entre sus principales clientes, además de particulares, empresas y comunidades de vecinos. se encuentran el Arzobispado y el Consorcio de Toled o, que en sus 20 años de vida ha llevado a cabo una inversión de 120 millones de euros. En estos cuatro lustros, el Consorcio ha actuado sobre más de 4.000 viviendas del Casco Histórico de la ciudad y sobre la mayoría de sus más de 120 Bienes de Interés Cultural (BIC), que suponen la mayor concentración de bienes de esta naturaleza por metro cuadrado en España y la segunda de Europa, después de Roma. «Sin estas ayudas del Consorcio, se haría mucho menos rehabilitación privada, sobre todo, en comunidades de vecinos», asegura Blázquez.

Rehabilitación de una corrala en Toledo Artectum

Con la rehabilitación se dota a los edificios de toda la confortabilidad del siglo XXI, fundamental para mantener la población en este barrio antiguo, que, perdía en torno a 400 habitantes por año a finales del siglo XX, mientras que en la actualidad se mantiene en los 10.500 habitantes. Aún así, Blázquez reflexiona sobre la configuración y el trazado de la ciudad, medieval islámica: «Lo que para mucha gente, entre los que me incluyo, es fantástico, para otros es un inconveniente que hace que muchos huyan de aquí o no les dé por asentarse».

Para evitar esta pérdida de población, afirma que «se tendrían que tomar medidas más contundentes de las que hay para atraer a la gente al casco, a determinadas zonas». «Se trata de restaurar y rehabilitar para revitalizar, traer vida y, si puede ser, vida permanente, que es la que le da identidad», recalca. «Y para ello -continúa- hay que hacer algo tremendamente propositivo y no convencional. Traslado el mensaje no los dueños, sino a las administraciones, porque, cuando éstas tomen medidas, la gente vendrá».

-¿Cuántos años se tardaría en rehabilitar un casco como el de Toledo?

-El casco se está rehabilitando de forma continua, no es una operación que se empiece y se termine. Hay que conservar la identidad del casco, hay que conservarla y, lógicamente, todos los elementos a nivel patrimonial. Es un proceso que se restaura y, en unos años, se vuelve a restaurar, porque se desgasta para los diferentes usos. Nunca jamás se podría terminar, porque, si se hiciera sería muy artificial.

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