ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA
Andrés Nebot diserta con las piernas cruzadas
El árbitro de fútbol, filosofía y literatura
La soledad del árbitro de fútbol
ANDRÉS NEBOT SÁNCHEZ
Ateneo de Alcázar . Alcázar de San Juan, 2015. 88 páginas
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La defensa del árbitro de fútbol, proclama Andrés Nebot, es «tema impopular donde los haya», y por eso mismo, como él añade, «tanto más excitante» . Yo de niño sentía reverencial pavor frente a los árbitros, pues mi padre, erre que erre, infructuosamente me llevaba al estadio y en varias ocasiones los vi salir, al final del encuentro, como auténticas víctimas, escoltados por la Guardia Civil, mientras la turbamulta canibalesca les gritaba que se los iba a comer con patatas.
Andrés Nebot, profesor de filosofía en el IES María Zambrano de Alcázar de San Jua n, es catalán, barcelonés del barrio del Carmelo; pero lleva ya mucho tiempo dedicado a la docencia en el centro peninsular. Conoce bien su materia, no sólo por «largársela» a los chicos en los institutos donde ha estado, sino también porque desde hace diez años imparte un atractivo taller filosófico en el Ateneo de Alcázar, compaginando estas labores con una escritura orientada mayormente a la didáctica de la ciencia y la filosofía , conformadas como sinónimos.
Con ironía, Nebot inicia su libro dialogando con el lector, al que expone sus dudas de si su ensayo trata de fútbol o de filosofía. Concede al cabo que «bien parecerá un libro de filosofía, pues si en él se habla continuamente de los árbitros, en realidad se habla de todo menos de ellos, los cuales no serán más que mera excusa». Pero yo aprecio que no deja de ser un texto sobre el fenómeno futbolístico, ya que, negado como soy, quedo bien enterado tras su lectura del intríngulis de un partido, además de bien informado de la precisa técnica y la impactante sociología aprehendidas en la pericia en comunicar de un Nebot también hincha. Esta su disertación inicial me ha llevado a recordar la cita de Husserl, cuando el filósofo moravo afirmaba que la filosofía «asume la tarea de describir el sentido que el mundo tiene para nosotros antes de todo filosofar».
En este grato opúsculo, Nebot, desmenuzando minuciosamente la realidad, advirtiendo del engaño de los sentidos y concretando las perspectivas, trata a los árbitros como jueces que son, desplegando en su texto dos cimentadas tesis : los árbitros nunca se equivocan y, además, son inapelablemente necesarios . El árbitro es dueño y señor absoluto de una mirada que vale sobre todas las demás; una visión dinámica muy superior, e incuestionablemente válida, a la férrea y estática del espectador. El árbitro ve y pita. Y si tiene dudas, pita también, sanciona, pues su silbato está por encima de toda discusión. En este libro, claro está, el árbitro es metáfora obvia del juez y la Justicia.
Ignoro a qué sistema filosófico se ha acogido Nebot al plantear su ensayo, si es que se ha acogido a alguno. Yo, en muchos momentos, me he dejado llevar por una lectura fenomenológica del asunto. La corriente filosófica llamada fenomenología apunta a una teoría de la apariencia, en relación con un supuesto de verdad anclada en la experiencia, definición creo que coincidente con el proceso llevado a cabo por la escritura de Andrés Nebot en este libro, donde aparece el término apariencia y también el de percepción; percepción que, según el fenomenólogo Merleau-Ponty, se establece como una actitud que se encuentra siempre dispuesta a estar abriendo el cauce de la vida, cauce a mi juicio concomitante con la asombrosa disección que Nebot realiza. Bajo esta directriz, así lo creo, Nebot aplica en este ensayo, con estilo inmejorable, a la par divertido , una sagaz mirada poética por la que la realidad queda transformada, a través del lenguaje, no en un haz de imágenes líricas (como sucede en la poesía), sino en una muy ordenada sucesión de fragantes proposiciones.
Y lo mejor es que este libro, siendo filosofía, es también literatura, de tono llano y conversacional. Sobre acertadas consideraciones dando en lo exacto, domina la amenidad. Sin notas al pie ni digresiones cansinas, son nombrados, sí, algunos filósofos (Nietzsche, Aristóteles, Platón, Trasímaco, Hobbes, Hume y Kant, en cabeza una adecuada cita de Anaxímenes), pero sólo de pasada . Al leer, nunca he dejado de imaginarme como contertulio frente a un Andrés Nebot no en pie, sino sentado en butacón, con las piernas cruzadas, asiendo elegantemente la copa por su fino tallo y sobre la mesita quizá, reclinado en un cenicero, humeando y a la escucha, un cigarrito. En el cuarto contiguo, el runrún de la tele, flojita, transmitiendo un partido .
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