ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA
Nuevas miradas sobre Ángel Crespo
Por fortuna, la memoria del poeta sigue viva y palpita con alegría
A comienzos de abril del presente año publiqué en estas mismas páginas, bajo especie de renovada nota necrológica, un artículo panorámico conmemorando el 20º aniversario de la muerte de Ángel Crespo (Ciudad Real, 1926-Barcelona, 1995), al que puse por título «Ángel Crespo, ayer y hoy» . En él me lamentaba de que en el lustro que concluye no se había reeditado nada suyo , tomándolo como síntoma alarmante de paulatino e indeseable olvido. Pero de inmediato tendría que haberme retractado, felizmente, de tan lóbrega sensación , pues semanas después de publicado dicho artículo salieron al mercado dos libros que recogían tres títulos pertenecientes a la última fase de la extensa obra poética de Crespo, dominada por la rotunda intención de mostrar en el poema el proceso alquímico llevado a cabo por la palabra poética
Ángel Crespo condujo su poesía por diferentes vías : la elegíaca de sus primeras composiciones; la culturalista, detallando sus impresiones sobre ciudades (historia o intrahistoria de las mismas) y los fuertes impactos recibidos frente a los múltiples estallidos de la Naturaleza que contempló en muchos lugares; y, por último, se dio en su tan evolutiva poética un afán de interiorización que suponía una elevación de su espíritu decantada, como señala Antonio Piedra, editor de su poesía completa, en la «reflexión sobre el poder de la palabra», « la expresión poética como la traducción de lo inefable».
Una de esas reediciones recoge el libro Amadís y el explorador , nunca publicado exento, aunque sí recogido en el segundo de los tres tomos de sus poesías. Lo ha editado Pre-textos en edición de José Luis Gómez Toré . Está concebido como una fecunda despersonalización del poeta conformada como un diálogo dramático y preponderantemente poético . Otro volumen aparecido recientemente, Poemas últimos , rescata dos colecciones que sí fueron publicadas en su día independientemente: Ocupación del fuego e Iniciación a la sombra , ambas en Hiperión; póstumo el último título, agrupando sus últimos poemas. El prólogo es de Esther Ramón , quien conduce precisos párrafos que destacan el decir poético sin artificio de la ultimísima poesía de Ángel Crespo, plena de voluntad alquímica, convirtiendo en noble lo que no es: la gastada palabra.
Ángel Crespo se adhirió por entero, en el periodo final de su escritura, al dictamen de Mallarmé : "La poesía es la expresión, por medio del lenguaje humano llevado a su ritmo esencial, del sentido misterioso de los aspectos de la vida: ella confiere un significado de autenticidad a nuestra existencia y constituye el único cometido espiritual».
Todavía es reciente el coloquio celebrado en Lisboa sobre la faceta plural de la poesía de Crespo y su siempre candente adscripción a un espíritu ibérico . A finales de octubre nos pudimos reunir en la Casa Fernando Pessoa una nutrida serie de entusiastas crespianos, portugueses, brasileños y españoles, para disertar sobre la riqueza de su obra poética y la oportunidad de sus tentativas (traducciones y ensayos, siempre dentro de emblemática aspiración a una selecta fusión intelectual europea). En esos días se inauguró en la sede del Instituto Cervantes en la capital portuguesa una magna exposición sobre su trayectoria , acrecentada por valiosos documentos, como primeras ediciones y manuscritos, grandemente enriquecedores para abarcar el conocimiento de uno de los poetas más destacados de la historia poética del siglo XX en España .
Por fortuna, la memoria de Ángel Crespo sigue viva y palpita con alegría.
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