Un vino de Cuenca, entre los mejores del mundo elaborados con uva garnacha
El Matelot 2019, monovarietal de Garnacha Blanca de Pago Calzadilla, ha logrado una medalla de oro en el concurso internacional «Grenaches du Monde»
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En la provincia de Cuenca, en La Alcarria conquense y dentro del término municipal de Huete, donde se levantaron varias villas romanas y rodeada de antiguas minas de donde se extraía el famoso «lapis specularis» -el yeso cristalizado que se usaba como cristal en época romana-, es el lugar en el que a finales del siglo pasado se hizo realidad el sueño de Celia y Paco: Pago Calzadilla , cuyo nombre hace honor a la calzada que unía las ciudades de Segóbriga y Ercavica, entre las que se sitúa la bodega de la familia Uribes Madero .
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En ese lugar es donde se elabora el vino Matelot 2019, que ha logrado una medalla de oro en la novena edición del concurso internacional « Grenaches du Monde », en el que se dan cita más de 300 vinos de la variedad de uva garnacha. Un premio que se suma a los reconocimientos internacionales a que ha conseguido Pago Calzadilla, como recientemente fue el caso de la nota de cata sobre su vino Allegro.
Elaborado con Garnacha Blanca al 100%, el vino Matelot es fruta y tierra en estado puro . Un vino muy honesto y original que nos acompaña en los días más calurosos del verano y el aperitivo de todo el año. De color amarillo pajizo pálido. En nariz destacan las frutas tropicales, melón, manzana verde. Notas de resina de cedros. Se percibe una mineralidad muy elegante. En boca es carnoso, redondo, sutilmente dulce, amplio y muy equilibrado. Con un final un poco amargo que le confiere personalidad. Acompaña bien con pescados grasos, embutidos, quesos curados y cremas de verduras.
Los reconocimientos de Pago Calzadilla no son casuales, puesto que detrás hay una larga trayectoria y un duro trabajo. En 1992 salió al mercado su primer vino y, desde entonces, el proyecto no ha parado de experimentar y crecer, siempre con una idea clara: «El control y proceso de elaboración se hace siempre dentro de la bodega para hacer un producto diferenciado y auténtico». Esto es que inculcaron Celia y Paco a Paula, su hija y actual responsable de la empresa, que continuó el lagado familiar formándose como bióloga y enóloga en Francia y Nueva Zelanda entre los más grandes expertos en la materia.
Todo ese saber, Paula lo volcó en sus viñedos y sus vinos. En su opinión, «la creación de un buen vino es un arte en sí mismo que requiere vocación, dedicación y un estilo propio. Por esta vocación pagamos un alto precio, es un trabajo duro, hay quien sigue sin entendernos... hasta que prueban nuestros vinos». Es por eso que Pago Calzadilla es una de las escasas bodegas en el mundo que cuenta con una Denominación de Origen propia debido a sus condiciones de clima y suelo tan singulares , que hacen que su vino y sus viñedos tengan unas características únicas, potenciadas por sus prácticas artesanales y respetuosas con el medio ambiente.
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