El turismo rural vive su otoño más oscuro en Castilla-La Mancha
El cierre perimetral de las comunidades autónomas vecinas ha provocado una oleada de cancelaciones de reservas por la pandemia del coronavirus
El otoño es la estación del año en la que los rayos del sol van bajando y su luz pierde intensidad en favor de las sombras, como las que este puente de Todos los Santos pueblan los pueblos y ciudades. Pero esa oscuridad es aún mayor este año, cuando la segunda ola de la pandemia del coronavirus se está cebando sobre todo con las zonas rurales, que en estas fechas hacían «su agosto», como se suele decir, con la visita de turistas y gente con su segunda vivienda en ellos.
Tal es el caso de Castilla-La Mancha, una comunidad autónoma muy extensa y con una gran variedad de comarcas que viven del turismo rural, que estos días se habrían llenado de visitantes en búsqueda de setas y castañas o simplemente estarían relajándose y disfrutando de un paseo para disfrutar de los colores otoñales. Una de esas zonas es la Sierra del Segura , que reúne a una docena de pequeños municipios del sureste de la provincia de Albacete que tienen en el otoño su temporada alta.
Liétor, Aýna y Molinicos son tres de esos coquetos pueblos, famosos por ser el escenario de la película « Amanece que no es poco », pero este año están de capa caída. Y el motivo no es la muerte, este mismo año, del creador de esta comedia, el director albaceteño José Luis Cuerda —que también—, sino el rastro de cancelaciones que está dejando la segunda ola de la pandemia en los alojamientos turísticos de esta comarca.
El sidecar del mirador de «La Rodea Grande», como en el que otrora pasearon por las calles de Aýna Luis Ciges y Antonio Resines —padre e hijo protagonistas de «Amanece que no es poco»— no lucirá en tantas fotos de turistas como otros años. Esto es lo que se extrae de las palabras apesadumbradas del alcalde de esta localidad y presidente de la Asociación de Turismo Rural Sierra del Segur a , Juan Ángel Martínez, que cuenta a ABC que en los últimos días han sufrido una oleada de cancelaciones de reservas.
«Ante los cierres perimetrales decretados de Murcia, Comunidad Valenciana, Andalucía y también Madrid, la gente que tenía reservados alojamientos se ha echado para atrás, lo que podría suponer la estocada final para muchos de estos negocios», asegura el presidente de esta asociación que aglutina a un centenar de empresas que viven del turismo rural . «Aquí no hay industria. Tan sólo un poco de agricultura y ganadería, por lo que el sector servicios es nuestra principal fuente de ingresos», se queja Martínez, que expresa la «incertidumbre» que tienen los empresarios de la zona.
Pero, si las casas y hoteles rurales lo están pasando mal, peor lo están pasando la hostelería y las empresas de turismo activo. Sin ir más lejos, en la vecina Sierra de Alcaraz, también en la provincia de Albacete, tiene su sede Buendía Aventuras , que organizaba varias actividades por los bellos parajes de esta comarca. Y digo organizaban ya que, desde antes del verano, están parados «porque la situación es insostenible». Así lo afirma el gerente de la empresa, Carlos Buendía, quien explica que están en «stand by» debido a que la gente ha dejado de contratar sus servicios y, debido a los gastos a los que tiene que hacer frente, sobre todo en seguros, han cerrado.
Miedo e incertidumbre
Buendía Aventuras organiza rutas de ecoturismo, turismo rural y de aventura, como descenso de cañones, rafting, espeleología, vehículos 4×4, equitación o recorridos geológicos, y además es la única empresa de la provincia de Albacete dedicada al alquiler de bicicletas con monitores por las vías verdes de la Sierra de Alcaraz . De hecho, según cuenta su gerente, en otoño uno de los platos fuertes de su menú de actividades son las setas, ya que muchos clientes contratan sus servicios en estas fechas atraídos por el turismo micológico, pero este año lo dan por perdido.
«Todas las actividades que hacemos son al aire libre y, manteniendo las distancias de seguridad y cumpliendo el protocolo que pusimos en marcha, se podrían hacer sin problema, pero la gente está temerosa ante posibles contagios y ahora no se gasta el dinero en estas cosas tampoco por la incertidumbre económica», se lamenta Carlos Buendía, que espera fervientemente que las cosas cambien de cara a la primavera y el verano del próximo año para poder volver a funcionar.
En la provincia de Guadalajara, como es obvio, las cosas no están mucho mejor. Un buen ejemplo lo encontramos en la Sierra Norte de Guadalajara , donde en las últimas fechas se ha producido también una cascada de cancelaciones en las reservas de alojamientos y otros recursos turísticos, siendo más del 60% de ellas de madrileños. Así lo apunta el director de la central de reservas de alojamientos de esta comarca, Conrado Godoy , quien auguraba, después un buen verano, un mejor otoño, y más en el puente de Todos los Santos y el de la Constitución, «pero la situación es horrorosa y el panorama es muy negro», afirma.
Hasta el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page , se sumó el pasado miércoles -durante la reunión en Ávila con sus homólogos de Castilla y León y Madrid- en pintar un futuro oscuro porque, en su opinión, «noviembre, a muchos efectos, es temporada baja» y señaló que es consciente de que «es dolorosísimo no dejar visitar a los familiares en la tumba». «Todo lo que nos ha tocado en esta pandemia es muy doloroso», repitió el jefe del Ejecutivo castellano-manchego, que indicó que el objetivo económico que subyace es «salvar la campaña de Navidad» con el cierre perimetral. Ojalá que así sea.
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