En la muerte de Vicente Martínez de la Torre, infatigable promotor ciclista

Creó e impulsó la Peña Luis Ocaña y organizó la Vuelta Ciclista a Cuenca

Vicente Martínez de la Torre

POR ANTONIO LÁZARO

Vicente Martínez era un entusiasta de la bicicleta, deporte que había practicado como aficionado y que, profesionalmente, promovió en y desde Cuenca durante muchos años, desde los años ochenta del siglo pasado hasta bien entrado el presente.

Hombre de extremada cordialidad, Vicente tiene en su haber, entre otras muchas cosas, la creación e impulso de la Peña Luis Ocaña , la formación y lanzamiento de muchas vocaciones ciclistas conquenses desde el equipo Nagares, así como la organización de numerosos trofeos, entre los que cabe destacar el Luis Ocaña y la Vuelta Ciclista a Cuenca , entre otros.

Fue amigo y estrecho colaborador de los más grandes, tanto dentro como fuera de la región. Pero quiero destacar ahora su entrañable amistad con los dos ciclistas más grandes que ha dado Cuenca hasta la fecha. Jaime Huélamo , bronce en el campeonato de España de ciclismo en ruta 1975 y medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Múnich 1972, y el legendario Luis Ocaña .

La gran humanidad de Vicente Martínez le llevó a apoyarlos en sus horas más bajas , cuando Jaime fue desposeído de su galardón olímpico o Luis, en sus postrimerías en los años 90, padecía un serio contratiempo de salud y problemas familiares.

Sobre Luis Ocaña , mi héroe de preadolescencia, el único capaz de plantar cara al «caníbal» Eddy Merckx, segundo español en alcanzar lo más alto del podio de París (tras el Águila toledana), nunca olvidaré la oportunidad que Vicente , junto a mi hermano Pepe, me brindó de conocerlo . Fue en 1994, apenas un mes antes de su fallecimiento, en la cafetería del Hotel Torremangana. El de Priego iba a tratar de comercializar los excelentes vinos y champanes de sus viñedos en las Landas en una gran superficie recién abierta en Cuenca.

En torno a unos cafés, le propuse escribir un libro sobre su vertiginosa trayectoria , muy literario (a caballo entre la lírica y la épica), donde se conjugasen el rigor periodístico con la literatura y, desde luego, no exento de mitomanía. Él rechazó mi propuesta. Ante mi evidente decepción, explicó que vivía un momento dulce: estaba mejorando de su dolencia hepática (provocada por una transfusión tras un accidente de coche en Portugal), que había vuelto a encontrar el amor y que se proponía triunfar como director deportivo, su asignatura pendiente. Cuando lo hiciera, volveríamos a hablar de ese libro. A las pocas semanas, la noticia de su presunto suicidio saltó a los titulares de todos los periódicos.

Vicente Martínez, republicano entrañable, hijo ilustre del ilustre pueblo de Nohales, el deporte de Castilla-La Mancha pierde contigo un valioso referente. Y yo, sin compartir tu gran fe en la forma del Estado, añoraré tus wasaps apasionados de estos últimos tiempos. Descansa en paz, viejo gladiador, amigo.

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