CASTILLA-LA MANCHA
Un ejemplo de agricultura de subsistencia
José María Gómez Mayordomo es un agricultor del pequeño pueblo conquense de Albalate de las Nogueras, donde se dedica al cultivo del cereal, las oleaginosas y el olivar
A poco más de 40 kilómetros de Cuenca, se encuentra el pueblo de Albalate de las Nogueras , en plena Alcarria conquense, una de las zonas más castigadas por la despoblación. Algo que no es casual, si se tiene en cuenta lo que dice José María Gómez Mayordomo, uno de los 253 habitantes con los que cuenta este pequeño municipio. Este agricultor de 55 años lleva trabajando desde joven en el campo , una labor que corre peligro debido a la situación actual que vive el sector primario en España.
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« Hay mucha preocupación y estamos en una situación límite porque cada vez sube más el coste de todo lo que necesitamos -combustibles, repuestos, fertilizantes y fitosanitarios-, mientras que los precios de los productos que vendemos se encuentran al nivel al que estaban hace 30 años en la mayoría de los casos», cuenta a ABC este agricultor dedicado al cultivo del cereal, las oleaginosas y el olivar.
José María, que es de los pocos agricultores que ya quedan en Albalate de las Nogueras, cree que ahora mismo trabajar en el campo de esta manera no es rentable. «Se habla de que no hay contratación y del salario mínimo interprofesional como problemas, pero la cuestión es que no se puede contratar mano de obra si no hay rentabilidad. Todo se resume a las matemáticas: si las cuentas no salen, no salen».
Además, afirma que la situación «va de mal en peor» porque, a su juicio, todos los años hay una subida de los costes de producción. «La realidad es que en el futuro estamos avocados a subsistir», comenta este agricultor, que pronostica que las inversiones en el sector agrario se van a paralizar porque, según él, «a ver quién amortiza la maquinaria y otros gastos que tenemos».
Un problema añadido que apunta es el regadío porque, al tratarse de pueblos tan pequeños, no hay inversión ni infraestructuras suficientes para regar los campos y, además, los cultivos de secano están desapareciendo. En este sentido, informa de que el precio está en torno a los 300/350 euros por hectárea y no se llega al rendimiento necesario para subsistir .
Lo único que salva el día a día de los agricultores son las ayudas de la Política Agraria Común (PAC) procedentes de la Unión Europea, un dinero que, en opinión de José María, da básicamente para mantener la renta de muchos trabajadores del campo, aunque también están disminuyendo.
Otro de los factores que juega en contra del sector agrario es el cambio climático. «Por desgracia, en la zona donde yo vivo y trabajo, como en otros muchos lugares, cada vez llueve menos y el rendimiento es menor de año en año. Además, cuando un año es aceptable, tenemos que dar parte a los seguros», se lamenta este agricultor conquense.
Por no hablar de la despoblación del medio rural. « ¿Quién se va a quedar a trabajar en en el campo? Se trata de un círculo vicioso que hace que, si no hay rendimiento y rentabilidad, los jóvenes se marchan, sólo se quedan las personas mayores y los pueblos se vacían o desaparecen. En definitiva, es un problema más grave de lo que la gente se cree», dice apesadumbrado José María, quien se despide de ABC subido a su tractor, donde se tira largas horas al día para poder sacar adelante su negocio.