Desplome de las pernoctaciones hoteleras en Castilla-La Mancha

«Soy la directora de un cuatro estrellas y estoy haciendo el turno de recepción, cogiendo el teléfono»

En el hotel de Cristina, en Alcázar de San Juan, solo trabajan 10 personas, menos de la mitad de la plantilla

«El hotel pequeño en un pueblo no masificada no ha sufrido tanto», dice la directora de Operaciones de un grupo hotelero

La otra cara de la moneda. El hotel Val de Pinares, en Albacete, no ha notado el golpe Hotel Val de Pinares

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¿El director o la directora del hotel, por favor?

Sí, soy yo. En otra situación no cogería el teléfono, pero ahora mismo estoy haciendo el turno de recepción.

Cristina Peinado es la responsable del hotel Intur de Alcázar de San Juan (Ciudad Real). Este elegante establecimiento tiene cuatro estrellas, 72 habitaciones y está dentro de la Ruta de Don Quijote, un recorrido balizado por Castilla -La Mancha siguiendo los pasos del ingenioso hidalgo. «Ahora deberían estar trabajando entre 20 y 25 personas, pero solo estamos 10, con el restaurante abierto también», cuenta.

La directora atiende la llamada de ABC unos minutos después de conocerse unos datos demoledores: las pernoctaciones hoteleras descendieron un 58,4% en Castilla-La Mancha en octubre con respecto al mismo mes de 2019, y sólo hubo 2.039 personas empleadas, un -30,5%, según los datos difundidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE) este martes .

«En noviembre está siendo peor», afirma Cristina, cuyo hotel funciona mejor entre semana por las empresas y fábricas de los alrededores. «Con el cierre perimetral de Castilla-La Mancha, esperábamos que viniera gente de la región, pero nada. Los sábados a lo mejor te ocupan cuatro o cinco habitaciones. También teníamos puestas las esperanzas en el puente de diciembre, pero vamos...», dice resignada. «Hasta finales de enero o febrero creo que no arrancaremos; esperemos que las empresas tengan más movimientos, porque las Navidades pintan feas», opina.

Al alojamiento de Cristina, dedicado a la celebración de eventos, le ha salvado formar parte de una cadena hotelera. «Si hubiéramos estados solos, seguro que habríamos cerrado antes. El apoyo de la marca ha mantenido el hotel abierto porque te dan algo de respaldo», asegura sin perder la sonrisa.

«El futuro a corto plazo, muy negro»

José Luis García Muñoz opina que los establecimientos de más categoría han sufrido un golpe mayor. «Los de cuatro y cinco estrellas se han desplomado», dice el director de Los Cigarrales, un establecimiento de dos estrellas en Toledo, ciudad Patrimonio de la Humanidad. Tiene 35 habitaciones.

«En noviembre los resultados son peores -admite-. Las expectativas para el puente de la Constitución..., ninguna. Tenemos 3 ó 4 habitaciones reservadas. Teniendo en cuenta que Madrid cierra, es bastante improbable subir el número de reservas; a lo mejor llegamos a 7-8 habitaciones ocupadas. Si para el puente llegamos al 25 por ciento de ocupación, nos daríamos con un canto en los dientes. El futuro a corto plazo, muy negro».

«Un fin de año poco motivador»

María José de la Fuente es la directora de Operaciones del grupo hotelero Hospedium, que cuenta con una docena de establecimientos en la región, algunos en ciudades y otros en pueblos o en parajes campestres. «El hotel pequeño en una población rural, separada y no masificada no ha sufrido tanto. Da bastante más seguridad que el hotel grande y masificado », considera. «La mayoría de nuestros hoteles tienen servicio de restauración, lo que les ha supuesto una ventaja competitiva frente a los que no lo tienen -asevera-. Puedes compensar con que te quedas una noche porque vas a un menú degustación, a una cata o algo especial».

«El turismo ha sido fundamentalmente nacional y se han activado las tarifas para residentes para incentivar la circulación dentro de la misma zona. Castilla-La Mancha y Madrid están cerradas, lo que les ha perjudicado mucho a ambas», sostiene.

María José pronuncia un exabrupto cuando se entera por ABC de que el Gobierno de España propone cenas de Nochebuena y Nochevieja con un máximo de seis personas; y el toque de queda, a la una de la madrugada. «Un hotel que organiza cenas de Nochevieja y no pueda más que poner, por ejemplo, el 50 por ciento de sus mesas, y en cada mesa seis personas, y ni brindis ni barra libre ni música... Es un fin de año poco motivador, por decir algo», se recompone. Aunque ve una ventaja: «El 31 de diciembre cae en jueves y el 1 de enero es viernes, al igual que el 25 de diciembre, con lo que al menos son días de escapada. Pero tenemos en contra la movilidad...».

La otra cara de la moneda

Uno de esos alojamientos pequeños y rurales que no han notado el zarpazo del desplome en las reservas es el hotel Val de Pinares, en la Sierra del Segura , rodeado de jardines y con una piscina exterior, muy utilizada el pasado estío. «El verano ha sido mucho mejor que otros años y en noviembre estamos llenos los sábados», cuenta Carlos Cifuentes , uno de los propietarios de este establecimiento de tres estrellas a siete kilómetros de Bogarra, en la provincia de Albacete.

«La sierra está teniendo mucha gente con esto de ser hoteles pequeños y ventilados», añade. Su alojamiento sólo abre de viernes a domingo, como el pasado año, y todavía le quedan libres algunas habitaciones para el puente de la Constitución, que tan aciago será para otros hoteles de Castilla-La Mancha.

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