Dehesa del Carrizal Petit Verdot: el vino de Ciudad Real que ha ganado un Gran Oro en Cinve 2020
Esta bodega ciudadrealeña está afincada en el muncipio de Retuerta del Bullaque, entre los Montes de Toledo y el Parque Nacional de Cabañeros

Lo ha vuelto a hacer. Un viejo conocido de Dehesa del Carrizal , bodega ciudadrealeña afincada en el muncipio de Retuerta del Bullaque, entre los Montes de Toledo y el Parque Nacional de Cabañeros, ha regresado por sus fueros. Se trata de una de las joyas de la corona de este pago, su vino Petit Verdot 2016, se vuelve a hacer un hueco entre los mejores del mundo al haber conseguido un premio Gran Oro en el Concurso Internacional de Vinos y Espirituosos (Cinve).
Fue en 2014 cuando Dehesa del Carrizal comenzó a recoger grandes frutos, nunca mejor dicho, de un arduo trabajo de décadas. Ese año, esta bodega ciudadrealeña consiguió precisamente con su vino Petit Verdot 2010 el Gran Bacchus de Oro, algo así como uno de los mejores vinos del mundo, y el premio «Alimentos de España al Mejor Vino» otorgado por el Ministerio de Agricultura.
Desde entonces esta bodega, que cuenta desde 2006 con el reconocimiento como Denominación de Origen Protegida-Vino de Pago —algo con lo que sólo cuentan un número reducido de bodegas de España—, no ha parado de crecer. Prueba de ello son los numerosos y grandes premios acumulados durante estos últimos años por sus vinos. El último de ellos ha sido otro Gran Oro obtenido en el Cinve 2020, en esta ocasión, por su Petit Verdot 2016, ya que el año pasado ya su Cabernet Sauvignon 2015 en la XV edición de este mismo concurso.

Dehesa del Carrizal Petit Verdot 2016 es un vino tinto con crianza en barrica de roble francés de 12 a 15 meses que llegó a conseguir una nota de 92 puntos en la Guía Peñín con su añada anterior. Se presenta en rojo picota intenso y con destellos azules. La nariz revela notas de bayas, de regaliz, de eucaliptus y también de monte bajo, mientras que en boca ataca de forma fresca y suave; luego aparece la concentración de taninos maduros que le otorga gran amplitud y longitud final.
Todos estos éxitos no son casuales, puesto que detrás hay muchos años de trabajo. El proyecto vitivinícola de Dehesa del Carrizal nació en 1987 con la plantación de ocho hectáreas de viñedo de Cabernet Sauvignon, idóneo para las especiales características del terreno donde se asientan. A esa variedad se fueron añadiendo otras uvas como Syrah, Merlot, Tempranillo, Chardonnay y Petit Verdot, así como Garnacha y Monastrell hace unos cuatro años, hasta llegar a las 26,5 hectáreas de viñedo y a una producción de 120.000 botellas.
«No había mucha historia ni experiencia de viticultura en la zona, pero las características del clima y del suelo suponían un gran potencial para elaborar un vino de alta calidad». Quien así habla es Pierre-Yves Dessèvre , agrónomo y enólogo francés que dejó su tierra natal hace más de siete años para convertirse en el director técnico de Dehesa del Carrizal. Según explica, las cepas descansan sobre una «raña», nombre local de las laderas y llanos al pie de las montañas que han sufrido la erosión del agua y las lluvias, que da lugar a un suelo arcilloso ideal para los viñedos en espaldera que reciben los aromas de la vegetación del bosque mediterráneo.
Pero, ¿cuál es el secreto del éxito de los vinos de Dehesa del Carrizal? «No hay muchos secretos», asegura Pierre-Yves Dessèvre, quien reconoce que lo más importante son los factores naturales del entorno que dan como fruto una uva de máxima calidad, que es mejorada posteriormente en la bodega. A su juicio, sus vinos «se caracterizan por tener mucha personalidad, ser potentes, elegantes, de mucha complejidad, maridan muy bien con las comidas y dejan una huella en la memoria, con una buena relación calidad-precio».
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