La aventura de emprender en la España vaciada, siendo mujer y cervecera
Judith Iturbe dejó su vida urbanita y ha puesto en marcha La Balluca, una cervecera artesanal en Milmarcos, un pueblo de medio centenar de vecinos en Guadalajara
«Mucha gente pequeña, en sus lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo». Esta frase del escritor y periodista uruguayo Eduardo Galeano es la que tiene grabada a fuego Judith Iturbe, que hace dos décadas dejó su trabajo en una importante empresa para dar un giro copernicano a su vida y decidió volver a sus orígenes, en un pequeño pueblo de la provincia de Guadalajara .
Así es cómo esta enamorada del monte y del campo llegó a Milmarcos con el cambio de milenio para formar una familia y poner en marcha nuevos proyectos rurales. Este pequeño pueblo, donde se crió y donde nació su padre y su suegra, se ubica en el epicentro de la España despoblada , lindando con las provincias de Soria y Teruel.
Milmarcos fue otrora una importante villa del Señorío de Molina de Aragón durante la Edad Media, pero ahora cuenta tan solo con medio centenar de vecinos, con una densidad de población de menos de 2 habitantes por kilómetro cuadrado. Pero esto no fue óbice para que Judith trasladara a este pueblo su cuartel general. «Allí es donde pasamos nuestra infancia y donde aprendimos a soñar. ¿Se te ocurre un sitio mejor?», se cuestiona esta emprendedora que, después de una serie de proyectos, se ha decantado por el mundo de la cerveza artesana para hacerse un hueco en un mundo en el que las mujeres cada vez tienen más peso.
«Estaba cansada de mi vida anterior y di el paso», afirma a ABC Judith, que dejó su trabajo en Ericsson. Por eso, se lanzó a desarrollar nuevos proyectos rurales en este pequeño pueblo, comenzando con la apicultura, pasando por una quesería y ahora, definitivamente, con una cervecera artesanal de nombre La Balluca , «probablemente la más pequeña del mundo», como dice ella, que vio la luz a finales de 2019, meses antes de que el coronavirus llegara a nuestras vidas.
«Hemos tenido una visión de la leche», comenta irónica esta emprendedora, que ya llevaba un tiempo elaborando de manera casera cerveza con barriles de 30 litros. Ahora, con el impulso que ha dado a su proyecto, produce 3.000 litros al año , una cantidad a la que otras empresas cerveceras pueden llegar en un mes. Por eso, se queja de que ella tenga que pagar los mismos impuestos, las mismas cuotas de autónomos que las grandes industrias del sector, «y más teniendo en cuenta que estamos en un pueblo de apenas 50 habitantes», apunta.
«Nos vinimos porque nos gusta vivir en un pueblo pequeño, pero tenemos que tener alguna ventaja fiscal», demanda Judith, que agradece en cualquier caso la ayuda que ha recibido del Proyecto Impulsa, de la Diputación de Guadalajara . Una iniciativa que, según reconoce, no solo le ha venido bien a ella, sino también a otras muchas emprendedoras de zonas despobladas, como Milmarcos y la comarca del Señorío de Molina-Alto Tajo, donde la mujer tiene un importante papel para fijar población, puesto que los hombres tienen trabajo en otros lugares.
De momento, la familia de La Balluca está formada por tres cervezas -una rubia, una de trigo y una cinco maltas- y se elaboran siguiendo un proceso 100% artesanal y con cuatro ingredientes: agua, maltas de diferentes cereales, lúpulo y levadura. Judith dice que ha sido autodidacta, pero ya es toda una maestra y avanza que en el futuro sacará otro nuevo producto, en este caso, con miel de las colmenas que tiene. No en vano, aunque este mundo ha estado siempre ligado a los hombres, fue una monja alemana la que en el siglo XV introdujo el lúpulo en su elaboración para dar lugar a la cerveza tal como hoy la tomamos . Pues eso, ¡salud y viva la mujer cervecera!
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