Los camellos de las Dunas de Maspalomas se topan con Costas: «si me echan tendré que sacrificarlos»
Demarcación de Costas ha abierto un expediente de recuperación del suelo que podría hacer desaparecer a los camellos de las Dunas, que llevan en este espacio más de 60 años
Los camellos, las dunas, la charca y el Faro de Maspalomas, y ya después llegaron los primeros turistas. El empresario Francisco Jiménez lleva toda una vida dedicada a los icónicos paseos en camello por las Dunas de Maspalomas , una actividad que se asentó en este espacio natural el 1961 y que ahora, 60 años después, podría desaparecer. El espacio que ocupan y que necesitan los camellos para descansar y los turistas para apearse es propiedad de la Demarcación de Costas , que ha abierto un proceso de recuperación de suelo.
«Si me echan de aquí tendré que sacrificar a los 150 camellos» , lamenta el empresario de Camello Safari Duna Oasis.
Los camellos (en realidad son dromedarios) «no es que los trajésemos, es que ya estaban aquí». El empresario Francisco Jiménez se declara desesperado, si Costas le reclama un suelo su actividad será imposible. « No quiero ni pensarlo, a mí esto me está quitando la vida» , asegura, «pero con los precios de los piensos y el mantenimiento de los animales yo no vea una salida». Pide una solución a Costas, porque si no «no se me ocurre más alternativa que sacrificar a los camellos».
El problema no es el paseo en sí, detalla, sino el espacio que tiene para el descanso de los animales y para apear a los turistas. Según asegura no le dan una alternativa. El edificio que Costas le reclama para derribo está construido desde hace décadas, cuando se urbanizó el barranco y cuando él asumió el negocio en 1977 . «Solo el derribo de la infraestructura yo calculo que me va a costar 300.000 euros» . Jiménez defiende que los camellos «han llegado antes de que esto fuese de Costas, antes de que fuese declarado paraje natural, porque ya se usaban en agricultura y ganadería» antes de que el boom turístico cambiase para siempre la economía de la zona. « No vienen después que nada, es que llegaron antes que todo» , denuncia Francisco Jiménez.
A su juicio, la excursión turística en camello « es buena para el destino» , para quienes la disfrutan y porque pone en valor al animal porque «es parte de nuestra historia, son autóctonos y están en Canarias hace más de 600 años» . Así lo reconoce el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, que en agosto de 2004 aprobó solicitar la declaración de esta actividad como Bien de Interés Cultural . Pero esta empresa es más que eso, asegura Jiménez, «vivimos más de 20 familias de los camellos», y por ello «necesitamos un manejo diferente de esta situación».
La zona que reclama Costas está «a un kilómetros y medio de la playa», explica con sorpresa, pero el organismo, dependiente del Ministerio de Transición Ecológica, alega que la actividad está ubicada en suelo de dominio público marítimo-terrestre y que no tiene título concesional que la autorice, por lo que debe desalojarlo, tal y como le han comunicado en una resolución del 2 de mayo. Además del deslinde, uno de los argumentos de Costas es que esta actividad ocupa se basa en justificaciones de carácter ambiental.
«Acabaría conmigo»
Francisco Jiménez está en una situación límite. «No duermo pensando en cómo lo voy a hacer» porque aunque hace cuentas «no seré capaz de asumir el gasto». Si Costas hace efectiva la resolución « acabaría conmigo también » porque «sacar los camellos de las Dunas me va a costar la vida».
Si los camellos no pueden hacer su actividad «no podré mantenerlos», menos en este momento en el que el precio de los piensos se ha multiplicado por tres .
Le preocupan también los 15 trabajadores de la empresa, la mayoría saharauis , a los que llegado el caso tendría que dejar «en la calle» e indemnizar, además de todos los empleos indirectos derivados de la actividad.
En paseos de 15 o 30 minutos , los camellos de Camello Safari Duna Oasis hacen un recorrido en caravana, dentro de un circuito acotado y definido en el que los turistas no se bajan de ellos, a un precio de entre 10 y 15 euros.
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