Sociedad
La última crecida del Ebro deja otro millonario reguero de pérdidas en Aragón
Los agricultores de los pueblos ribereños calculan que se han perdido más de un millón de euros en un par de días, y culpan a las autoridades por no tener limpio el río
Más de un millón de euros perdido en un par de días de riada . Es el demoledor balance que, según los agricultores, ha dejado la última crecida del Ebro a su paso por la provincia de Zaragoza . Suma y sigue en un reguero de millonarios destrozos que se repiten cada vez con más frecuencia en el tramo medio del Ebro, por crecidas que técnicamente son calificadas de «ordinarias», pero que acaban dejando daños extraordinarios porque el cauce lleva décadas perdiendo capacidad y cada vez necesita menos caudal para desbordarse.
Así lo vienen denunciando en los pueblos ribereños desde hace años. Y así lo han vuelto a criticar de nuevo los agricultores y ganaderos, que son los más directamente golpeados por estas recurrentes y dañinas riadas. Tan recurrentes que los damnificados decidieron hace tiempo constituirse en asociación. Se llama Asafre, la Asoiación de Afectados por las Riadas del Ebro.
El presidente de esta plataforma, Alfonso Barreras , ha indicado a ABC que las pérdidas de esta última riada superarán ampliamente el millón de euros, entre los costes de producción que se han arruinado y los rendimientos que dejarán de ingresar los dueños de las parcelas inundadas.
La primera estimación de Asafre habla de un mínimo de 1.000 hectáreas anegadas por el agua . Y eso que esta ha sido una riada de escasa entidad si se compara con otras devastadoras trombas que han dejado los últimos años. En 15 años, las inundaciones del Ebro fulminaron más de 300 millones de euros , entre 2003 y 2018. Y, desde entonces, la «factura» sigue sumando episodios.
Hartos de que el problema no se solucione, la plataforma de afectados ha apostado por darle visibilidad. Su última medida de efecto ha sido bautizar las riadas, como hacen los meteorólogos con fenómenos especialmente severos como huracanes o temporales de gran calibre. Asafre ha llamado a esta última riada «María Dolores». A partir de ahora, todas tendrán nombre propio .
Hartos de la «inacción»
Barreras apunta directamente a las autoridades, a las que culpa de estas recurrentes inundaciones por su «inacción». «No se acomete una limpieza en profundidad del río, y eso hace que crecidas que históricamente no generaban inundaciones ahora sí las provocan», insiste.
Asafre ha lamentado, como botón de muestra, que recientemente los partidos del gobierno, PSOE y Podemos, hayan tumbado las enmiendas presentadas por la oposición para que acometer el próximo año una profunda limpieza y restauración del cauce del Ebro, con 19 millones de euros que pedían reservar en los Presupuestos Generales del Estado (PGE). Además, desde Asafre también han denunciado que las inversiones estatales que estaban previstas en los anteriores presupuestos tampoco se han ejecutado.
Costes pérdidos y rentas arrasados
Mientras tanto, ahora vuelven a echar cuentas de los daños ocasionados por una riada que oficialmente ha sido calificada de «ordinaria». Superarán ampliamente el millón de euros, advierten los afectados por las riadas del Ebro en la provincia de Zaragoza.
Por término medio, Asafre calcula que en cada hectárea sembrada se habían invertido hasta este momento –en trabajo y suministros– del orden de 1.000 euros. Y a ese dinero perdido, arrastrado por la riada, hay que sumar los rendimientos que en condiciones normales hubieran obtenido los agricultores y que este año no podrán ingresar: de media, unos 800 euros por hectárea de beneficio tras descontar costes.
El presidente de Asafre advierte que, además, el momento en que se ha producido esta inundación va a impedir que los damnificados cobren los seguros. «Si la producción sembrada aún no ha crecido y es visible, el seguro no cubre nada», explica Alfonso Barreras. Y esta riada se ha producido en un momento tremendamente inicial de la campaña agrícola, lo que es un problema añadido.
En esta zona ribereña del Ebro abundan los cultivos de cebada, trigo y cereal, junto a verdura de invierno, especialmente brócoli y col . «Y a la cosecha perdida se suma otro problema más: los campos que se inundan quedan anegados, si te atreves a sembrar de nuevo te arriesgas, a estas alturas, a que llegue otra riada porque todavía tenemos por delante los meses de mayor riesgo de inundaciones, y las pérdidas se pueden multiplicar», explica Barreras.
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