Política
Santisteve: el alcalde «del cambio» atrapado por una huelga que dura ya 100 días
El hartazgo ciudadano por la huelga del bus urbano en Zaragoza erosiona a la órbita de Podemos a pie de calle
Desde el 10 de diciembre, Zaragoza se atasca cada día en un servicio público esencial: el autobús urbano . Desde el 10 de diciembre, los trabajadores de la concesionaria de este servicio municipal están en huelga , con unos escuetos servicios mínimos marcados por el Ayuntamiento que dejan en la estacada, cada jornada, a decenas de miles de ciudadanos.
El hartazgo a pie de calle va en aumento cada día que se prolonga la huelga. Y este viernes se han cumplido 100 días .
La situación aprieta cada vez más a la órbita de Podemos , aupada por el PSOE a la Alcaldía de la capital aragonesa tras las eleciones municipales de mayo del año pasado.
En menos de 10 meses de mandato, el alcalde «del cambio» Pedro Santisteve ha logrado convertirse en centro de críticas de ciudadanos hartos de la huelga del autobús, del resto de partidos que conforman el Ayuntamiento —incluso los que le apoyaron en la investidura— y hasta del sindicalimo que abandera la huelga.
Mientras tanto, cada día que pasa hay 60.000 usuarios que no pueden subirse al autobús o que optan directamente por no intentarlo ante lo deteriorado que anda el servicio por la huelga. Son 60.000 viajeros perdidos cada día, según datos reconocidos por el propio gobierno municipal.
El conflicto tuvo como caldo de cultivo la promesa de «remunicipalización» de servicios con la que Santisteve llegó bajo al brazo en campaña electoral. Su coalición, Zaragoza en Común (ZEC), liderada por Podemos e IU, prometió un plan para que servicios municipales que hasta ahora se prestan a través de contratas pasaran a ser gestionados directamente por el Ayuntamiento.
Aquello despertó unas expectativas en los trabajadores de esas contratas que, en el caso de los trabajadores del bus, alentaron sus ánimos reivindicativos. Pronto miraron hacia el gobierno municipal, quizás esperando que la presión lograra convertirles en empleados públicos algún día; y, mientras tanto, emprendieron una huelga con la que arañar mejoras salariales a la empresa concesionaria.
En un primer momento, el gobierno municipal de Santisteve mantuvo una indisimulada querencia hacia esos trabajadores en huelga. Pero, a puro de que hayan pasado los días y los meses, esa sintonía se ha ido quebrando.
Hace escasos días, a Santisteve se le encerraban los huelguistas en dependencias municipales para meterle presión y que se pusiera más abiertamente de su lado ante la empresa. Y el alcalde lo consideró un intento de «chantaje» y de «coacción» .
Mientras tanto, los ciudadanos que sufren las consecuencias de la huelga miran al gobierno municipal y los partidos, en bloque, le critican su incapacidad para resolver un conflicto que, día a día, araña el bolsillo de los ciudadanos que dependen del bus para moverse y que, ante su ausencia, tienen que optar por el taxi o por el vehículo particular.
Desde el PP y desde las filas socialistas que hace menos de un año auparon a Santisteve a la Alcaldía coinciden en afear al gobierno municipal «del cambio» que esté siendo incapaz de garantizar a pie de calle el derecho de los ciudadanos en un servicio municipal esencial.
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