Exhumación de Franco

Vítores, indignación y... Tejero

Nostálgicos de todo tipo despidieron a Franco, tanto en el Valle de los Caídos como en la concentración de Mingorrubio

El «chino de Usera», en la protesta contra la exhumación de Franco de Mingorrubio JAIME GARCÍA

« ¡Quieto todo el mundo! », gritó el ex teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero el 23 de febrero del año 1981, cuando asaltó el Congreso de los Diputados. Y ayer, 24 de noviembre de 2019, Tejero no gritó pero volvió a irrumpir por sorpresa, aunque en otro escenario muy diferente. Curiosamente, eso sí, también salió «escoltado» por las Fuerzas de Seguridad.

La mañana de ayer no fue la más feliz para las alrededor de 300 personas que se concentraron, desde primera hora, en los aledaños del cementerio de Mingorrubio, en El Pardo (Madrid). Protestaban por última vez contra la exhumación de Franco y, además, tenían que ver el evento desde el «gallinero» , como se diría en el argot futbolístico, porque la Delegación del Gobierno les prohibió manifestarse en la puerta del camposanto. De hecho, un fuerte dispositivo policial limitó su espacio de actuación a un pequeño recinto a más de 200 metros de la puerta del cementerio donde ya descansan los restos de Francisco Franco. Pero entonces, de repente y a media mañana, llegó Tejero. Y con él, los vítores a Franco, a España, al propio golpista.

La alegría duró poco entre los más fieles a Franco, puesto que los agentes, en cuanto vieron que los ánimos se estaban caldeando más de la cuenta después de la llegada de Tejero, decidieron separarlo de una protesta en la que había gente de todo tipo, -hasta un chino unido a la causa- que presentaba algunos denominadores comunes: las banderas preconstitucionales y una profunda indignación con el presidente del Gobierno en funciones. « En el 75 me pilló [el funeral de Franco] en Londres y quería despedirme ahora», lamentó Luis Gibaja, que se definió, puro en mano, como «español por la gracia de Dios» y que observó, como Mari Carmen y Conchi, cómo un hombre vestido de legionario se encaraba periódicamente con los agentes del cordón policial por no permitirle ir a «rendir honores» a Franco.

El coronel jubilado

Estas dos mujeres no se explicaban cómo era posible que no pudieran manifestarse pacíficamente en una jornada tan señalada. «¿No presumen de que estamos en democracia? Pues será para ellos, porque a nosotros no nos dejan manifestarnos, pero en Cataluña no hay problema», criticaron ambas; una queja que se repitió varias veces a los pies del Valle de los Caídos , hasta donde se desplazó gente de todo tipo: desde jóvenes franquistas hasta veteranos militares. Un coronel de Infantería jubilado, de hecho, se personó en el lugar con las ventanillas de su coche abiertas y con el «Novio de la muerte» sonando a todo trapo en el equipo de música. El hombre, que prefirió el anonimato, sí que valoró a ABC que la exhumación contribuirá «a enfrentar a los españoles una vez más».

Todo lo contrario a la división entre españoles pidieron, junto a la verja del enclave de Cuelgamuros, los jóvenes del «Movimiento por España» que, con tal de unir, hasta están dispuestos a impulsar la «democracia orgánica sin partidos» , el modelo empleado por Franco, como explicó Sandra, una de las integrantes de este movimiento que lidera Pilar Gutiérrez, hija del ministro de Franco Joaquín Gutiérrez Cano. Conocida como «la mujer más franquista de España», Gutiérrez aseguró que «no es competencia de un gobierno en funciones exhumar a Franco» y que «Pedro Sánchez es el verdadero dictador».

Allí, a las siete de la mañana, cuando el termómetro marcaba 6 grados. Los 200 periodistas acreditados para cubrir la jornada llegaban, con ojeras, al Valle de los Caídos. El goteo era constante y bien podía medirse en función de las vallas que la Guardia Civil tenía que instalar para delimitar la zona estipulada para los informantes. A las ocho de la mañana, la Guardia Civil ya tenía 26 vallas colocadas para acordonar la zona de prensa, pero a las ocho y media la cifra creció hasta las 33 para «contener» a los periodistas de 150 medios de comunicación nacionales e internacionales.

El falso Loquillo

En Mingorrubio, varias cadenas de televisión rusas no perdían ripio. Sergei, de Channel One Russia, justificó su presencia allí en que se trataba de un «hecho histórico» que, igual que los disturbios en Cataluña, generaba gran interés en su país, más todavía en época preelectoral. Sergei y su equipo seguro que también se percataron de la presencia de un hombre bajito, ataviado con una chaqueta de cuero, brazalete franquista y pelo engominado, a quien después las redes sociales rebautizaron como «Loquillo».

Sin embargo, y pese a los parecidos razonables, este hombre no cantó -o al menos en solitario- porque, al poco de llegar Tejero a la protesta y coincidiendo con la salida del ataúd de Franco del Valle de los Caídos, los manifestantes de Mingorrubio entonaron a coro el «Cara al Sol», himno falangista para culminar la jornada en la que Franco salió del Valle de los Caídos.

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