Villarejo difunde una foto con una decena de mandos policiales: «Yo era de los suyos»
El comisario, que lleva más de dos años en prisión provisional, amenaza ahora con destapar el «pasado ignominioso» de otros comisarios
El comisario jubilado y en prisión provisional José Manuel Villarejo ha difundido este sábado una fotografía en la que aparece acompañado de una decena de mandos policiales que ahora reniegan de su relación con él junto a un comunicado en el que recuerda que hubo un tiempo en el que «era de los suyos» y amenaza con destapar «el pasado ignominioso» de todos ellos.
«Me parece oportuno, para ir refrescando su memoria, sacar a la palestra esta foto de 2009, con motivo de la concesión de la medalla roja por haber arriesgado mi vida por la seguridad de todos», dice en relación a la imagen que ilustra esta información.
Como explica el polémico policía, de izquierda a derecha, aparecen los comisarios Enrique García Castaño, José Luis Olivera, Carlos Rubio, Enrique de Federico, Agustín Linares, Pedro Díaz-Pintado, Miguel Ángel Fernández-Chico, Villarejo, Juan Antonio González, Miguel Valverde y Carlos Salamanca.
«¡Entonces era de los suyos! Si me acusan ahora de conductas de hace veinte años, ¿cómo esperan mis verdugos librarse ellos cuando su pasado ignominioso se descubra y les alcance?», expone la nota a la que tuvo acceso ABC, y añade: «Pediré un careo con los DAO que ahora dicen que no se acuerdan de nada , que prácticamente no me conocían».
Se refiere a los responsables de la Dirección Adjunta Operativa de la Policía Nacional, el mayor puesto no político dentro del cuerpo , bajo cuyo mando sirvió: Agustín Linares, Pedro Díaz-Pintado y Eugenio Pino (también trabajó con Miguel Ángel Fernández-Chico, ya fallecido).
En enero de 2018 los tres firmaron sendos escritos en los que ensalzaban la labor de Villarejo y justificaban que hubiese tenido un grupo empresarial mientras era funcionario público en activo. Sin embargo, cuando hace unos meses fueron llamados a declarar sobre este asunto, todo eran matices . Díaz-Pintado se desdijo, Linares, cuya hija trabajaba para una empresa del comisario, apuntó que no sabía bien lo que estaba firmando y Pino, imputado en otra pieza de la causa, que lo hizo porque la consigna era «tratar bien» al comisario.
Pero no sólo pone a los DAO en el punto de mira. En ese pie de foto aparece el que fuera jefe de la Unidad Central de Apoyo Operativo, Enrique García Castaño, también investigado en la causa - recientemente procesado junto a Villarejo en una de las piezas separadas- y que se ha desmarcado completamente de su relación con él, hasta llegar a definirle como «mentiroso» y «canalla» .
También figura Carlos Salamanca, uno de los principales investigados en el núcleo de la causa, que se centra en la organización criminal, al hilo de su presunta participación en el «proyecto King», por el que las empresas de Villarejo cobrarían cinco millones de euros del petróleo guineano. Su defensa la ejerce el mismo despacho de abogados que lleva la de García Castaño.
Cada vez más solo
Villarejo ha pasado de comer con la crema y nata de la empresa, el lobby, la política y la judicatura a quedarse en apariencia, solo. La causa que le investiga en la Audiencia Nacional por delitos que van desde organización criminal a blanqueo pasando por cohecho y revelación de secretos tiene decenas de imputados y se han producido numerosas detenciones, pero él es el único que sigue en prisión provisional.
Además, a lo largo de este tiempo, muchos de los que aparecían en las grabaciones del comisario compadreando con él han renegado de aquella relación o la han enmarcado en el supuesto desconocimiento que tenían de sus actividades en lo que luego se denominaría «cloaca policial». Otrora clientes que ahora en sede judicial le visten como un estafador, «troncos» que le señalan como dado a la «fantasía», antiguos compañeros de filas que nada sabían de su actividad privada o que la desempeñaba estando en activo, y personas grabadas en reuniones que una vez salen a la luz, las explican como algo anecdótico.
Es célebre el caso de la actual fiscal General del Estado y anterior ministra de Justicia, Dolores Delgado, grabada en un almuerzo junto al exmagistrado Baltasar Garzón, mandos policiales y Villarejo en un tono distendido. Tras la publicación de las grabaciones, negó cualquier relación con él, más allá de haber «coincidido» tres veces junto a otras personas cuando era fiscal en la Audiencia Nacional. Después de la polémica, que la ha perseguido hasta su examen de idoneidad para el nuevo cargo, «pasó página».
En este sentido, la carta de Villarejo, que denuncia estar siendo víctima de un atropello, introduce un recado mencionando a varios políticos: «pediré que testifiquen todas las personas con las que me reuní y a los que serví y/o ayudé, cuyas conversaciones grabé para mi propia seguridad -aunque nunca hice uso de ellas-, y que sólo aparecieron cuando judicialmente se permitió acceder a ellas a Asuntos Internos