Valentina, estrella de un pleno histórico
La trabajadora de la limpieza encargada de desinfectar la tribuna de oradores tras cada intervención se ganó el aplauso de sus señorías
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Ninguno de los discursos que se escucharon ayer en el hemiciclo logró arrancar el aplauso unánime de las formaciones políticas allí representadas. Hubo alocuciones que intentaron inspirar, otras que buscaron unir, las hubo también pragmáticas e incluso con aroma bélico. Pero nadie logró lo que Valentina Cepeda, la trabajadora de la limpieza encargada de desinfectar la tribuna de oradores tras cada intervención para que los representantes políticos pudieran intervenir sin riesgo a contagiarse entre ellos.
Ella fue la única que logró el reconocimiento y aplauso unánime de la treintena de señorías autorizada para acudir al pleno, pero de prácticamente todos los colores políticos. Valentina, empleada de la empresa Clece, lleva 29 años trabajando en el Congreso, donde hay un equipo de 110 limpiadores, en distintos espacios y turnos.
La sesión destiló olor a histórica en cada fotograma. Desde el inicio con un pleno prácticamente vacío hasta la distancia de seguridad mantenida por los escasos diputados que salpicaron el hemiciclo. Los políticos dejaron un par de escaños libres entre ellos, para cumplir la distancia mínima de un metro. Por no haber, no hubo ni acercamiento final para las despedidas. Eso sí, la salida fue un poco más caótica , y pudo verse a Sánchez pegado al ministro de Sanidad, o a varios diputados en pequeños grupos mientras se dirigían al exterior.
Tras las puertas del Salón de Plenos, los pasillos vacíos, sin medios de comunicación por primera vez en la historia de la democracia. El Congreso prohibió expresamente su presencia . En el tiro de cámara a veces se colaba otra imagen insólita, uno de los fotógrafos que trabajaba dentro del hemiciclo cubría sus manos con guantes para evitar el contagio e intentaba no pegar demasiado su cara al objetivo de la cámara.
Ni un solo diputado de Ciudadanos (Cs), Junts per Catalunya (JpC), EH Bildu o la CUP acudió ayer al Congreso. Todos ellos pusieron por delante la salud y apostaron por «dar ejemplo» a la ciudadanía y evitar la celebración de un pleno presencial. El Reglamento de la Cámara Baja exige que así sea, pero tanto Inés Arrimadas (Cs) como Laura Borràs (JpC) habían reclamado su desarrollo telemático.
A modo reivindicativo, Arrimadas compareció en directo desde su domicilio nada más concluir el pleno, en una intervención deslucida por la ausencia de réplica del presidente y de la imponencia de un hemiciclo semivacío. Borràs hizo lo propio con un hilo de Twitter y un vídeo grabado que apenas superaba el minuto de duración.
El coronavirus forzó ayer a la Cámara Baja a funcionar con la menor presencia personal posible: allí estuvieron el presidente del Gobierno, cinco miembros de la mesa, 23 diputados, cinco ministros, el secretario general, dos letrados, dos fotógrafos, un ujier y una taquígrafa. Además de Valentina Cepeda.
En la Mesa faltó la vicepresidenta segunda, Ana Pastor, quien dio positivo. Pero no faltó Adolfo Suárez Illana, a pesar de ser población de riesgo por una enfermedad que sufrió hace varios años. Otros diputados confesaron que están confinados en Madrid, a pesar de vivir y tener a sus familias en otras ciudades, por «responsabilidad», dada la situación especial que sufre la capital.
Hubo ausencias significativas. El vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, no acudió, porque se encuentra de cuarentena preventiva después de que la ministra de Igualdad y su pareja, Irene Montero, haya dado positivo en la prueba del Covid-19. Lo mismo ocurrió con la secretario general del Grupo Parlamentario de Vox, Macarena Olona, que suele acompañar al portavoz Iván Espinosa de los Monteros , pero que en esta ocasión está trabajando desde su casa después de tener contacto con el diputado Javier Ortega Smith.
El único diputado que asistió con mascarilla fue de Vox. Se trataba de José María Sánchez, que quiso cumplir con todas las medidas que recomiendan los expertos.
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