Una treintena de sentencias firmes apuntala que cada acción de ETA era orden de su cúpula
El informe de la Guardia Civil que cerca a la directiva etarra de los 90 por el asesinato de Miguel Ángel Blanco incide en que siempre fue una banda terrorista jerárquica
«Desde la captación de un individuo para su integración hasta la autorización del asesinato de una persona, toda actividad era ordenada»
«ETA era una organización perfectamente estructurada, donde cada uno de sus componentes tenía una misión, y se encontraba sometido a la disciplina y las órdenes que el 'Comité Ejecutivo' dictaba». Es lo que concluye el informe que la Guardia Civil ha aportado a la Audiencia Nacional para investigar la autoría intelectual del secuestro y asesinato en julio de 1997 del concejal del PP en Ermua Miguel Ángel Blanco , tras una querella de Dignidad y Justicia. La conclusión de que esa directiva, compuesta en la época por cuatro jefes muy concretos -Kantauri, Iñaki de Rentería, Mikel Antza, Anboto- tuvo que participar en la decisión «colegiada» de acabar con su vida, tiene amparo en toda una jurisprudencia sobre delitos terroristas de ETA que apuntan, inexorablemente, a órdenes de la dirección en cada una de las acciones. En total, constan 35.
La primera, por el atentado contra el empresario de la construcción José Legasa Ubiria y su hermano, en Irún, en 1978. La Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional dio por probado que Henri Parot había recibido «órdenes» del entonces dirigente de ETA Domingo Iturbe Abasolo 'Txomin'. Pero no es el único atentado por encargo acreditado.
Un años después, en 1979 la explosión de dos artefactos en el término municipal de Azcoitia (Gipuzkoa), ocasionó la muerte de tres agentes de la Guardia Civil. Otro más resultó herido. Dos miembros del comando Urola de ETA María Mercedes Galdós Arsuaga y Feliz Ramón Ostoaga fueron condenados. De los hechos probados de la sentencia destaca la siguiente frase: «formaban un comando de ETA, denominado Urola, que realizaba acciones violentas contra personas y bienes en Guipúzcoa, siguiendo las directrices de la cúpula de la organización terrorista, con la que se comunicaban mediante elementos de enlace».
Sobre el asesinato en 1980 de Eugenio Lázaro Valle , Jefe de la Policía Municipal de Vitoria (Álava), la Audiencia Nacional sentenció que los miembros de ETA Ignacio Aracama Mendía y José Ramón López de Abecucho se habían propuesto asesinarle «siguiendo las instrucciones de la organización terrorista ETA».
Conclusión que se repite y también recoge la Guardia Civil en su informe sobre el asesinato frustrado en 1981 del periodista Gerardo LLuezo en Bilbao. «Recibieron de la dirección de la banda armada ETA la orden de darle muerte».
Ocurre lo mismo en el atentado en el término municipal de Villafranca de Ordicia (Gipuzkoa) contra los agentes que circulaban en dos vehículos oficiales de la Guardia Civil, resultando muerto uno de ellos, Miguel Mateo. «La orden de llevar a cabo el ataque contra la patrulla de la Guardia Civil fue dada por Juan Lorenzo Lasa Michelena, Txikierdi, dirigente de la organización ETA militar».
Michelena, Rosón, Escrigas y el Cuartel de Zaragoza
Fue «Juan Lorenzo Santiago Lasa Michelena, (...) máximo responsable por ser la persona dirigente de los denominados comandos de acción de la organización terrorista ETA, quien comunicó y ordenó a los integrantes del denominado 'Comando Madrid' (…) que llevaran a cabo el secuestro (…)» de Diego Prado y Colón de Carvajal en Madrid en 1983.
También se consideró probado que él había ordenado el atentado contra el vehículo oficial en 1984 en el que viajaban el general del Ejército Luis Rosón Pérez y el conductor, resultando ambos heridos de gravedad.
En el 85, integrantes del comando Madrid dispararon hasta la muerte al vicealmirante de la Armada Fausto Escrigas Estrada «comprobando la información remitida desde Francia por la dirección de la banda terrorista…», según la sentencia. Y así, siguiendo igualmente instrucciones de la dirección, acabaron en 1986 con la vida del agente de la Guardia Civil Francisco Borja Reinoso en Oñate (Guipúzcoa).
La sentencia relativa al atentado en el Cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza , donde 11 personas fueron asesinadas en 1987, buena parte niños, recoge que Henri Parot «recibió de personas jerárquicamente destacadas (...) la orden». La Guardia Civil recuerda, además, que por la explosión de un coche bomba contra su Dirección General en Madrid en 1988, Francisco Múgica Garmendia y José María Arregui Erostarbe fueron condenados como coautores «en cuanto miembros del llamado 'comité ejecutivo' de la banda en la fecha de los hechos, órgano del que parte la orden concreta de cometer el hecho delictivo«.
La Audiencia Nacional también ha considerado probado que «en fecha no determinada pero cercana a la primavera de 1989», ETA ordenó al Comando 'Araba' que llevara a efecto «la voladura de la Casa-Cuartel de la Guardia Civil en Llodio (Álava)«.
El etarra que hizo explosionar un artefacto en la carretera en 1988 en el término municipal de Orozco (Bizkaia), al paso de un convoy de la Guardia Civil, también actuó «siguiendo las directrices marcadas por la Dirección de la Organización ETA».
En 1990 « siguiendo -de nuevo- las directrices de la organización terrorista 'Euskadi Ta Askatasuna'« se produjeron vigilancias a un miembro de la Policía Nacional »con la finalidad de atentar contra su vida». Es la sentencia firme ya por la bomba lapa en el coche de aquel agente en Bilbao, el 20 de junio de 1990.
Vic y Santa Pola
La explosión de un vehículo-bomba contra el Cuartel de la Guardia Civil de Vic (Barcelona), el 11 de junio de 1991, ocasionando la muerte de nueve personas y heridas de diversa consideración a otras 44 más igualmente fue ordenada por la cúpula. «La organización terrorista ETA decidió dentro de su línea de constante hostigamiento a las fuerzas de Seguridad del Estado, atentar contra el cuartel de la localidad de VICH (Barcelona) (…) encomendaron a dos miembros del comando«Barcelona» la realización de los actos terroristas».
«De acuerdo con los designios de la cúpula de ETA» también se habría asesinado a Manuel Broseta, Catedrático de Derecho Mercantil en la Universidad de Valencia, en esa ciudad, el 15 de enero de 1992; igual que por decisión de los jefes, siempre según los hechos acreditados ya por la justicia, se dio muerte al exfutbolista José Antonio Santamaría en San Sebastián, (Guipúzcoa) en 1993, igual que al General de Brigada del Ejército de Tierra Juan José Rovira en 1994. Fue obra del Comando Madrid «en cumplimiento de los objetivos y fines» de ETA.
Hay más. «Atendiendo las instrucciones de dicha organización [ETA] de que se atentara contra intereses económicos franceses en España, deciden colocar un artefacto explosivo en la entidad bancaria», dice otra sentencia en relación al ataque al Crédit Lyonnaise en Bilbao (Bizkaia), el 26 de febrero de 1995.
Sobre el comando Nafarroa se pronuncia así la Sala de lo Penal: «Los responsables de la banda deciden la formación de un nuevo 'comando' (...) Siguiendo instrucciones de la cúpula de la banda, deciden trasladarse a la localidad de Pamplona en los primeros días del mes de noviembre de 1996 contando con importante cantidad de dinero, armamento y documentación falsa a nombre de ambos y material secundario facilitado por la organización».
En el 97 fue cuando trataron asesinar al Rey Juan Carlos I durante la inauguración del museo Guggenheim en Bilbao. También aquí la Audiencia Nacional considera probado que los perpetradores «se desplazaron en varias ocasiones a Francia para reunirse con el miembro de la banda, y allí recibieron instrucciones».
Una cúpula, diversos comandos
En el 98 las fuerzas de Seguridad desarticularon el comando Buru Gogor. Y constataron que habían recibido «instrucciones de pasar a realizar acciones». En el mismo sentido se pronuncia en la sentencia contra el comando Basurde, desarticulado en 1999 o en el asesinato del coronel del Ejército del Aire Antonio Muñoz Cariñanos en el 2000. También «siguiendo instrucciones de la organización» miembros de ETA hicieron explotar tres artefactos en la discoteca Universal de Lacunza (Navarra) y colocaron una bomba contra el Cuartel de la Guardia Civil de Santa Pola , en 2002, acabando con la vida de Silvia, una niña de apenas seis años, hija de un agente de la Guardia Civil, Cecilio Gallego.
De acuerdo también a las «instrucciones recibidas» los terroristas atentaron contra una patrulla de la Policía Autonómica Vasca en 2003, en La Rioja. Y así, hasta un total de 35 sentencias. «El Comando Gaztelu «realiza actos directamente dirigidos a la consecución de los fines del grupo armado».
«Siguiendo indicaciones de la organización», en septiembre de 2008 «fueron a recoger el vehículo-bomba a la localidad de Eskoriatza e hicieron explotar un coche-bomba en la confluencia de las calles Alcalá y Rufino González, de Madrid, el 25 de mayo de 2005, ocasionando heridas de diversa consideración a 45 personas e importantes daños».
La T4, «siguiendo instrucciones de la cúpula»
También en el atentado contra la T4 del aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid- Barajas , en 2006 donde dos le arrebataron la vida a dos personas. Este asunto está pendiente del cierre de sumario en la Audiencia Nacional y Joseba Aranibar, a un paso de ser procesado por participar en la orden de perpetrar aquel atentado. Dignidad y Justicia solicita seguir indagando sobre la posible participación en los mismos términos de Mikel Garikoitz Aspiazu, alias 'Txeroki'. Ambos, miembros de la cúpula de ETA de la que ya hablaba el primer pronunciamiento judicial.
«Siguiendo instrucciones de miembros de la cúpula» dice otra sentencia sobre los dos artefactos explosivos en las inmediaciones del Palacio de Justicia de Getxo (Bizkaia), el 11 de noviembre de 2007. En 2008, lo harían en la Comisaría de la Ertzaintza de Ondárroa (Bizkaia), ocasionando heridas de distinta consideración a 18 personas y en 2009, en el atentado en contra el Cuartel de la Guardia Civil en Burgos.
El informe aportado a la Audiencia Nacional recoge otras dos resoluciones. Una, en la que se condenó al etarra Faustino Marcos «Tasio» Se consideró probado que los responsables de la organización le ordenaron pasar a España con la finalidad de montar un laboratorio para la fabricación de explosivos. La otra, contra los miembros de EKIN, en el que los acusados se conformaron, reconociendo entre otras cosas que «ETA, para sobrevivir en la clandestinidad, se ha estructurado a lo largo de los años en 'frentes', 'ramas' o 'estructuras', relativamente independientes o estancas entre sí, pero comunicadas y organizadas por la Dirección de la organización terrorista».
Por ello, la Guardia Civil concluye que «el «Comité ejecutivo» de ETA era el órgano de máximo nivel directivo dentro de la organización terrorista que dirigía y coordinaba toda la actividad delictiva de cada uno de los miembros de la Organización».
«Desde la captación de un individuo para su integración en la organización terrorista hasta la autorización del asesinato de una persona, toda actividad era ordenada y dirigida por esta estructura directiva, que además ponía a disposición de los ejecutantes los medios materiales necesarios para su materialización», remata la Guardia Civil en su informe.
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