«Tenemos que hablar»: La relación Junqueras-Sánchez marca la legislatura
El líder de ERC muestra su voluntad de acercamiento con el Gobierno, que lo necesita para la estabilidad en el Congreso
Primera sesión parlamentaria de la legislatura. Primera bronca de sus señorías. La presencia de los cuatro diputados en situación de prisión por su participación en el procès exaltó ayer los ánimos en el hemiciclo y desgarró aún más si cabe a los dos bloques sobre los que pendula la política española. Nunca antes el día de la constitución de Las Cortes había servido como marco para el enfrentamiento entre partidos . Pero tampoco nunca antes se habían sentado presos en los escaños o había logrado representación un partido situado a la derecha del PP. Era la primera vez, también, que la sesión constitutiva se celebraba a cinco días de unas elecciones autonómicas, locales y europeas.
Factores todos ellos que sitúan un contexto que, aunque pareciese imposible, superó en esperpento y crispación a la que sucedió tras la elecciones de diciembre de 2015 en la que se certificó la quiebra del bipartidismo . En esta nueva legislatura la política española aparece quebrada por todas partes. Entre izquierda y derecha, entre la derecha entre sí, entre el independentismo y el constitucionalismo. Entre el independentismo entre sí. La única alianza que ahora mismo parece factible y estable es la de Pedro Sánchez con Pablo Iglesias . Quien lo iba a decir hace tan solo tres años. Más allá de ese incipiente entendimiento, ayer todo parecía roto.
Oriol Junqueras, Jordi Turull, Josep Rull y Jordi Sánchez entraron en el hemiciclo al filo de las diez de la mañana. Los últimos. Su presencia elevó los ánimos en su bancada por el reencuentro con viejos compañeros y encendió la mecha de la indignación en las bancadas del PP, Ciudadanos y Vox, que en ese momento mantuvieron las formas.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, intentó mantenerse al margen y evitar la fotografía con Junqueras, que ERC llevaba días admitiendo que aspiraba a conseguir. El Gobierno quiere proyectar moderación para diferenciarse de los partidos a su derecha, pero al mismo tiempo quiere marca distancia con el independentismo, al menos hasta que pasen las elecciones del domingo. Así lo dejó ver la vicepresidenta Calvo considerando antes de la sesión que no había razones para el retrato. «Dejemos que las cosas ocurran», habían dicho estos días en Moncloa. No se quería decir que habría saludo pero tampoco negarlo, ante la imposibilidad de controlar la situación. Como así sucedió. No hubo saludo a la entrada de Junqueras en el hemiciclo, pero Sánchez no pudo evitarlo cuando el líder de ERC pasó por delante tras participar en la primera votación, para la presidencia del Congreso. Primer apretón de manos. No fue el último.
«Tenemos que hablar»
Cuando terminó la votación que designó a Meritxell Batet como presidenta del Congreso Junqueras se dispuso a ir a saludarla. Al hacerlo se produjo un nuevo encuentro con Sánchez. El presidente en funciones estaba al teléfono y al cruzarse con Junqueras le preguntó «¿cómo estás?», a lo que Junqueras respondió «tenemos que hablar». A lo que Sánchez contestó: «Bueno... vamos. Tenemos que intentarlo. Está bien, venga hablamos. No te preocupes».
Desde Moncloa en un primer momento algunas personas explicaron que Junqueras también le dice a Sánchez que no le daba la mano por si le incomodaba. E interpretaron como un gesto de «elegancia» de Sánchez su respuesta:«no te preocupes». Desde el PSOE, por otra parte, se enmarcaba ese saludo y ese intercambio, en que «dialogamos dentro de la Constitución y la ley». Desde el Gobierno apuntaban también a que había que verlo todo «con cortesía y naturalidad parlamentaria». Destacando que Sánchez «también saludó a Abascal, Espinosa y Ortega Smith», en una equiparación de ambos partidos que explica muchas cosas de la posición del PSOE. Sentado inmediatamente detrás de Sánchez, el presidente de Vox, Santiago Abascal, presenció la escena, antes de girarse para evitar saludar al preso. Los diputados de la formación verde llegaron al hemiciclo a las ocho de la mañana para asegurarse las primeras filas del tercio izquierdo, el que tradicionalmente ocupa el PSOE, aunque ésta no será su ubicación definitiva.
Junqueras no solo buscó el cobijo de Sánchez . Hizo lo mismo con todos los ministros socialistas con los que se encontró. Se detuvo a conversar con los titulares en funciones de Exteriores, Josep Borrell; Fomento, José Luis Ábalos; o Hacienda, María Jesús Montero. Y además de saludar a Sánchez, hizo lo mismo con Calvo. Entre votación y votación, el presidente del Gobierno coincidió en la cola con Jordi Sánchez al que también le estrechó la mano. La necesidad de, como mínimo, la abstención de uno de los grupos secesionistas impedía a los socialistas hacer ningún desaire y la imagen del día se convertía, por una vez, en la que Moncloa no había buscado: la cercanía entre independentistas y socialistas. Rull, Turull y Sánchez buscaron menos fotos y mayor uso de la relativa de libertad que el escaño les brindó por una mañana. Sin limitación de movimientos dentro del hemiciclo, acudieron a desayunar a la cafetería reservada a los diputados y allí se les pudo ver consumiendo unos pinchos que acompañaron con unas copas de vino. No escatimaron en llamadas telefónicas ni mensajes de whatsapp, tecnología que también tienen prohibida en la prisión de Soto del Real, aunque no pudieron encontrarse con sus familiares, que siguieron la sesión desde la tribuna de invitados.
Sin control
La necesidad de moderación con el independentismo jugó otra mala pasada a los socialistas. Esta vez durante el acatamiento de la Constitución de los nuevos diputados. Meritxell Batet, convertida en la nueva presidenta del Congreso por 175 votos, uno menos de los necesarios para la mayoría absoluta, fue incapaz de mantener el orden durante la jura y el acto desembocó en una gran bronca que probablemente acabará en el Tribunal Constitucional .
Los independentistas fueron más lejos que nunca y aprovecharon el momento para lanzar un pequeño mitin político. «Por la libertad de los presos y exiliados políticos, por la república catalana, sí prometo», señalaron los diputados de ERC en catalán. Por su parte, los diputados de JxCat, utilizaron la fórmula «por imperativo legal con lealtad al mandato democrático del 1 de octubre y del pueblo de Cataluña prometo». Frases, ambas, que van contra la esencia misma de la Constitución española por cuanto apuestan por la división del territorio español . No obstante, las promesas de los diputados secesionistas apenas pudieron ser escuchadas porque cada vez que tomaban la palabra, los miembros de Vox palmeaban sus mesas y pateaban el suelo en señal de protesta. En ningún momento, Batet llamó al orden a los secesionistas. También permitió las protestas de la formación de Abascal. La moderación se le fue de las manos y acabó perdiendo el control sobre el orden de la sesión. El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, aprovechó la escena para intentar marcar terreno como líder de la oposición, un puesto que aspira arrebatar al líder del PP, Pablo Casado. Pidió una vez la palabra a Batet sin éxito durante el acatamiento y de nuevo al final. Fue entonces cuando solicitó a la nueva presidenta que actuara en defensa de todos los españoles ante lo que consideró un incumplimiento del Reglamento. «Se ha permitido que se hable de presos políticos cuando no existen en España», denunció, «y se ha pedido la libertad para personas que han atacado a las instituciones del Estado». Batet no aceptó sus argumentos y se refugió en la sentencia del Tribunal Constitucional que valida la jura «por imperativo legal», a pesar de que la coletilla añadida iba mucho más allá de aquella frase. Batet defendió que «todas las fórmulas de acatamiento han sido respetuosas con el reglamento» y que no se había mermado «la esencia del acatamiento».
Por la tarde, tanto el PP, como Ciudadanos y Vox registraron distintas peticiones para que se suspenda la condición de diputados a todos los diputados secesionistas por utilizar esas fórmulas.
Por otro lado, la Mesa del Congreso tiene previsto reunirse mañana por la tarde y poner en marcha la suspensión de sus funciones como diputados, solicitando el preceptivo informe de los letrados de la Cámara. No obstante, la suspensión se acordará con toda probabilidad después de las elecciones del próximo domingo.
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