coronavirus, estado de alarma
«Voy tapada como un bandolero por la Audiencia»
La magistrada de la Audiencia Nacional María Tardón acude al juzgado, teletrabaja y echa de menos abrazar a su madre
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La titular del Juzgado Central de Instrucción 3 María Tardón, igual que el resto de sus compañeros de la Audiencia Nacional, sigue al pie del cañón. Como mínimo están de 9 a 14 horas en sus despachos. Sin guantes, mascarillas ni ninguna protección adicional. «Yo voy tapada con un pañuelo, como un bandolero, por los pasillos, el ascensor o cuando tengo que despachar algo», tira de humor negro la magistrada. En su juzgado hay temas que son inaplazables; muchos, de hecho. Acordar la prórroga de unas escuchas telefónicas, una entrada y registro, un agente encubierto a merced de los malos…
Cuando resuelve lo urgente sigue en casa: el famoso «teletrabajo» al que están abonados por obligación miles de españoles. «A distancia puedo analizar documentos, valorar o escribir resoluciones, pero el resto no». Cuenta Tardón que ahora tiene un solo funcionario. «Hoy he necesitado dos, pero siempre hay alguno que se ofrece a venir voluntario». Esta semana le ha tocado hacer de todo, suplir el trabajo de quienes cada día organizan los cientos de asuntos que despacha un Juzgado Central.
La parálisis del Estado de Alarma no deja títere sin salpicar. «Tenemos un serio problema con las órdenes europeas de detención. Hay muchas entregas acordadas desde otros países. Algunas de esas personas están en prisión, otras con comparecencias, o en libertad pero ningún país va a mandarlas en un avión o va a ir un policía a buscarlas». Explica que existen sentencias anteriores que les proporcionan marco jurídico y esta semana los magistrados han elaborado un protocolo -atribuye el mérito a su compañero el juez José de la Mata- para que lo ratifique la Fiscalía y se puedan aplazar esos trámites imprescindibles, largos y muy complejos.
«Cuanto menos tiempo pasemos en el juzgado, mejor», dice, aunque siguen tomando declaraciones urgentes por videoconferencia desde la cárcel o desde otra sede judicial. «No tenemos reuniones, ni café, te separas en el ascensor de los compañeros. Es muy ingrato».
El contrato de mi hija
En casa tampoco está ahora el paraíso. «Por la tarde me encierro a trabajar sola, si no, no salen los asuntos». «Echo de menos ver a mi madre, abrazarla». Ingresada en una residencia y sin ninguna movilidad hace ya días que su médico le recomendó que no la visitaran. «Puedo hablar un minuto con ella por videollamada, se me hace muy escaso. Sufro con esta incertidumbre». Vicky, su hija, acababa de firmar un contrato con la ONU para trabajar en un programa con niñas en Kenia. Se iba la semana próxima. El sueño se desvanece de momento y ella capea los días, como todos.
La jueza, servidora pública toda su vida, reflexiona: «Es como si llevaras un barco, pero no puedes avanzar porque todos tus esfuerzos tienes que dedicarlos a tapar vías de agua». Dice que esta situación afecta al sentido y al objeto de lo que hacen los jueces. Y lo explica. «Un procedimiento es un conjunto de actuaciones lógicas y ordenadas para un fin, que es investigar, esclarecer unos hechos y qué personas han podido participar en ellos. Ahora todo parece trastocado. El objetivo principal de nuestro trabajo se queda aplazado, en suspenso, y nos dedicamos a apagar fuegos y resolver incidencias que derivan de esta situación».
«Nadie echa de menos ir a una ópera, echas de menos tomarte una cerveza con un amigo, ver a tu madre, abrazar a los que quieres , socializar con mis conocidos perreros». La jueza tiene dos perras y una gata, la única de sus mascotas que no sufre por el confinamiento. «Las saco cinco minutos y me arrastran porque no quieren volver tan pronto». Su hija es mayor, pero Tardón sigue ejerciendo de madraza, compra y cocina ella misma. «Te ves y te deseas, tardas el doble en salir a comprar cualquier cosa».
«Solo pido no ponerme enferma al menos hasta que me toque la guardia en dos semanas. Luego tengo seis por delante. Sería un marrón para mis compañeros». Tardón, con su optimismo de serie, dice que vamos a salir de esta reforzados y a aprender a valorar lo mucho que teníamos. «Ay, los abrazos y los besos, hay que decirle a la gente que la quieres...»
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