¿Pedirán perdón?

La Diada aconteció tan desangelada como las encuestas en torno a un independentismo dividido

Ochocientas sillas vacias en un acto organizado por Omnium Cultural PEP DALMAU
Sergi Doria

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Cuando llega la Diada, y hogaño cae en puente, lo mejor para la salud mental es largarse de Barcelona. Secuestrada por el independentismo, la Diada que en la Transición unió a todos los ciudadanos en el retorno de Tarradellas es hoy coto de l os ultras : ANC , Òmnium, arranes y cederres.

Pese al día radiante, el ambiente olía a derrota. En el Arco del Triunfo, Marcel Mauri, Vicario de Cuixart en Òmnium, se d esgañitaba ante 2.850 sillas vacías de los «represaliados»: unos chavales en patinete lo observaban con curiosidad de psicoanalista .

A una semana de su inhabilitación, Torra exige al gobierno y al Rey que pidan perdón por el fusilamiento de Companys. Recordamos una reflexión amarga de Jordi Pujol : dejaba de la presidencia sin haber pedido perdón por los crímenes que la Generalitat toleró en el 36. Y lo peor de aquel silencio , reconocía, era que cuando debió romperlo «no tocaba» por estrategia política.

Como Torra mencionó el cuarenta aniversario del fusilamiento de Companys, añadimos otras efemérides: 86 aniversario del golpe de Companys contra la República ; 84 años de la revolución (crímenes, incendios de iglesias y colectivizaciones); 83 de las checas estalinistas; 82 de los fusilamientos en Montjuïc –11 de agosto de 1938– de 63 tradicionalistas ; 81 del trapicheo de los dineros del exilio. De esos aniversarios, ¿pedirá la Generalitat perdón?

La Diada de 2020 comenzó y acabó bajo el signo del sabotaje. Sabotaje matutino en el AVE, sabotaje a la salud en concentraciones autorizadas por Torra. ¿Alguien pedirá perdón ?

Parada separatista

Promovida desde la Generalitat y una oligarquía extractiva disfrazada de sociedad civil, la ANC (Asamblea Nacional Catalana) sacó sus afiliados a las calles desoyendo a las autoridades sanitarias, a setenta y dos horas del retorno a las escuelas. En el b únker esencialista de Elisenda Paluzie Hernández la divisa podría ser el «Detente bala» carlista: «El auténtico virus es el Estado Español» proclamaba David Fernández, vicepresidente de la cosa.

El gobierno Torra, que solo participó en la ofrenda a Casanova, autorizó la parada separatista escudándose en la libertad de manifestación… Es el doble rasero de quienes hunden los teatros con la mitad del aforo y prohíben reuniones de más de diez personas.

A falta de mejores ideas, las huestes de la ANC ro dearon edificios del Estado y estaciones de Renfe con mascarillas, distancia y pancartas individuales. El espectáculo osciló entre lo patético y lo ridículo: varias decenas de pasmarotes ante el Banco de España; balcones vacíos con astrosas esteladas de los albores procesistas; viejunos barrigudos con camiseta azul y visera amarilla sestean en Badalona … «Fa una mica de pena», mascullaba uno de estos presuntos adultos en plaza Universidad. Más que una manifestación ciudadana, componía una absurda conjunción de Ionesco y Gila .

La Diada aconteció tan desangelada como las encuestas en torno a un independentismo dividido. Solo uno de cuatro catalanes apoya un referéndum. Un exiguo 22 por ciento centraría la negociación con el Estado en el referéndum y la amnistía a los sediciosos y un residual 14 por ciento volvería a la DUI. Pero Torra y sus altavoces mediáticos siguen hablando de un conflicto político entre Cataluña y el «estado español» cuando es un conflicto entre independentismo y legalidad democrática.

Decadencia económica

Una avioneta de Sociedad Civil Catalana paseaba una pancarta: «Paremos la decadencia». La decadencia económica, cultural, moral se palpa en la Cataluña gripada por la inseguridad jurídica que genera el separatismo. La fusión de la Caixa con Bankia y la próxima operación del Sabadell con el BBVA son el «coup de grâce» financiero a la ilusoria República Catalana .

Andrés Rodríguez-Pose y Daniel Hardy, profesores de la London School of Economics certifican el hundimiento de la «osificada» e identitaria sociedad catalana frente a la pujante y abierta sociedad madrileña: «Barcelona y Cataluña están divididas por la mitad y esto, durante mucho tiempo, ha paralizado todo y ha provocado conflictos».

El independentismo sabotea la sociedad civil y económica catalana. Quienes colocaron al gasolinero Canadell en la Cámara de Comercio pretenden controlar colegios profesionales, patronales y sindicatos; presidir el Barça; depurar universidades de «unionistas»…

Repasar las camisetas de la ANC en los últimos años ilustra el fiasco separatista: «Ahora es la hora», «Vía libre», «A punto», «Directos a la cima»… La perogrullada de 2020 —«el deber de construir un futuro mejor»— revela que bajo los adoquines de la agitación no hay playas, sino indigencia. Para la próxima camiseta recomendamos a Groucho: «Partiendo de la nada hemos alcanzado las más altas cotas de la miseria».

Volviendo a los aniversarios… A tres años del sedicioso 2017 , ¿pedirán perdón?

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