Sánchez sienta las bases de las futuras alianzas del PSC en Cataluña

El presidente del Gobierno cierra su viaje a Barcelona con una jornada cargada de tintes preelectorales y la alcaldesa Ada Colau entregada al PSOE

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y Pedro Sánchez se reunieron ayer en la Ciudad Condal Inés Baucells | Vídeo: AT

Pedro Sánchez terminó ayer su mini gira por Barcelona consolidando alianzas y buscando ensanchar el espacio político que representa la estrategia del contentamiento en la que el presidente del Gobierno se ha zambullido desde que los resultados de las últimas elecciones generales le obligaron a ello.

Las reuniones de ayer con la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau -que gobierna tras el acuerdo de comunes y PSC-, y con la presidenta de la Diputación de Barcelona, Núria Marín -uno de los pesos fuertes de los socialistas catalanes, que lidera la institución gracias a su pacto con JpC- y también con la patronal empresarial de Fomento del Trabajo son la mejor muestra de los planes de Sánchez de intentar liderar en Cataluña la idea de la tercera vía en compañía de aliados muy distintos, tras haber fracasado en ese propósito en los últimos años.

La duración de la legislatura dependerá de si el Gobierno es capaz de aprobar o no unos Presupuestos Generales del Estado. Y eso pasa por Cataluña . Y por la voluntad que manifieste al respecto el independentismo catalán y, singularmente, ERC.

La necesidad de contar con esos apoyos ha situado al PSC y a la Moncloa sintonizados en la misma frecuencia. Siempre ha existido sintonía desde que Pedro Sánchez recuperó la secretaría general del PSOE, para lo que el papel de Miquel Iceta fue fundamental. El socialismo catalán siempre vio en Sánchez la mejor opción para sus intereses. Pero pese a esa realidad, los intereses de Sánchez e Iceta no siempre han sido los mismos en estos últimos tres años. Ni los tiempos. Ahora, la necesidad de Sánchez obliga a que los intereses confluyan.

La visita de estos días a Barcelona es el primer acto de la campaña electoral del PSC, partido convencido de un crecimiento en las urnas porque creen que, ahora sí, es momento de capitalizar en votos a los descontentos con el «procés». Los socialistas se disponen a aprovechar la fuerza de La Moncloa para transmitir la idea de presencia del Estado en Cataluña. Desde ese marco se pretende romper la dicotomía entre sí o no a la independencia en que se convirtieron los comicios de 2015 y 2017. Y que hundieron al PSC.

Esta estrategia de ampliar la base del socialismo catalán cuenta con el desplome de Ciudadanos como una de las bolsas de votos. Aquellos que votaron a Inés Arrimadas en las últimas elecciones y ahora están alejados del partido y que además nunca votarían al partido si llega a coligarse con el PP en un Cataluña Suma.

Constituirse en única fuerza no independentista con opción de gobernar activaría esa transferencia, aseguran. Pero en este viaje Sánchez ha intentado abrir el campo de acción. Anteayer mostró buena sintonía con Quim Torra y ayer ejemplificó una total complicidad con Colau, dejando a los comunes con poco margen de maniobra para distinguirse del PSC. En todo caso, ambas formaciones comparten camino y se necesitan mutuamente. De aquí que ayer Sánchez recurriera a ella para vender la imagen de compromiso con la Ciudad Condal como gesto con Cataluña.

«Vais a tener en Barcelona la principal aliada en esta nueva etapa de diálogo», le aseguró Colau . La líder del gobierno municipal se puso al servicio de la nueva etapa institucional, mostrando una cara radicalmente diferente a la del anterior mandato. Entonces, de hecho, socialistas y comunes solo pudieron aguantar año y medio juntos y acabaron rompiendo su acuerdo por culpa del conflicto catalán. Ayer no hubo reproches a sus desencuentros anteriores ni menciones a los políticos presos, solo alabanzas al gesto de Sánchez con Torra, y aunque Colau había insistido durante la última semana en que quería arañar mejoras en vivienda social, pasaron de puntillas sobre la cuestión.

Lluvia de millones prometida

Con un discurso lleno de buenas intenciones y con promesas de más competencias, recursos e inversiones para Cataluña, Sánchez ha aprovechado este viaje para tratar de incrementar su espacio político en Cataluña. En el PSC, especialmente, pero también en el equipo del presidente se considera que el viaje ha sido muy positivo para sus planteamientos.

Como si ya estuviese en precampaña, o en campaña directamente, el líder del Ejecutivo acordó ayer reforzar la capitalidad cultural y científica de Barcelona, lo que se traducirá en una inyección de más de 25 millones al año . También se avaló reactivar la comisión interadministrativa integrada por Estado, Generalitat y Ayuntamiento para mejorar el «régimen local de Barcelona». Avances, todos ellos, sobre los que pesó el papel en las negociaciones de los socialistas municipales, apuntaron a ABC fuentes próximas al gobierno de la ciudad. Luego, en la sede de la Diputación -que ningún presidente había pisado, al menos desde la Transición-, Sánchez apalabró una dotación de 11,5 millones.

Con todo, una de las citas más relevantes tuvo lugar con Fomento del Trabajo, la histórica patronal catalana que lidera el ex dirigente de CiU, Josep Sánchez Llibre, durante la que los empresarios exigieron la necesidad de contar con «estabilidad política y económica». El tejido empresarial catalán, tradicionalmente vinculado a la extinta Convergència, representa a ojos socialistas el ejemplo de ese nacionalismo desconcertado por los años de monopolio del «procés» a los que el PSC pretende llegar. Algunos de ellos vieron incluso en Arrimadas su apuesta en 2017, pero si la formación liberal se ceñía mejor a sus ideales económicos, sin duda Iceta representa mejor sus sensibilidad en la cuestión territorial.

En La Moncloa salen del viaje con la sensación de que ahora se podrá hacer la campaña que Miquel Iceta intentó en 2017 . «No estaba equivocado, pero entonces no era el momento social y político», reflexiona un asesor del presidente, que asume que el tono subirá en la campaña electoral pero que reconoce que desde La Moncloa se ayudará a «construir la coyuntura» para intentar cambiar los términos del debate en Cataluña.

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