Rezos, curiosos y fiesta en la apertura de la frontera de Ceuta dos años y medio después de su clausura
A las 00.00 horas se acabó la espera y dos años después volvió a haber tránsito de personas entre España y Marruecos
Reabre la frontera de Ceuta sin resolverse la situación de 320 menores
Los trabajadores de la frontera de Ceuta: «Aquí no entra ni una bolsa de tomates»
Casi dos horas antes de la apertura de la frontera ya había un ambiente festivo en el Tarajal. En la rotonda de entrada sólo se dejaba pasar a aquellas personas que fueran a trabajar desde las horas antes. En la curva de bajada al polígono industrial, desde el que se ve el paso fronterizo, los niños gritaban: «¡Que abran la frontera!». Era una cantinela que hacía presagiar lo que estaba por venir. Una explosión de alegría de cientos de personas , la mayoría curiosos amontonados junto a la puerta de salida. «Venimos a ver. No vamos a pasar hasta el fin de semana, pero queremos saber si es verdad», aseguraba Hosmeni.
Conforme se acercaba la medianoche aumentaba la expectación. Los niños corrían por las aceras de la frontera y las cámaras despertaban el ululeo, ese grito de las mujeres árabes agudo agitando la lengua. Había celebración esa noche. Ese característico ‘trino’ femenino hacía presagiar que era un día grande en el Tarajal. Fue así, hasta que cuando faltaban minutos para las 00.00 horas del martes, la primera fila de persona se formó en la frontera. «Quiero abrazar a mi hermana», decía Zaida.
Armados con su pasaporte, cuando la Guardia Civil abrió el cerrojo de la puerta de acceso a la verja, comenzaron a entrar los primeros vecinos de Ceuta que, con su pasaporte español, llegaron hasta suelo marroquí . Los que tenía la pauta de tres vacunas completas entraron hasta Castillejos, pero los que no, fueron devueltos. Luego comenzaron a llegar las motos, que eran revisadas una por una y, más tarde, los coches. Dos mujeres con el maletero lleno fueron devueltas a España. No está permitido el paso de ninguna mercancía.
«Ni un danone ni una bolsa de tomates»
«Ni una bolsa de tomates », había avisado Salvadora Mateos , delegada del Gobierno en Ceuta. «Ni un danone», habían dicho las autoridades de Marruecos. Nada hasta que se selle el acuerdo de la aduana comercial. Pero para cuando se produjeron esas devoluciones la fiesta ya era completa. En la puerta por la que debían entrar los que llegaban de Marruecos salían los que no cumplían las exigencias sanitarias para unirse a una fiesta que estaba en su momento álgido.
Había rezos, cánticos y hasta m anteaban a los mayores que hacían de maestros de ceremonias . Ya nada importaba. La frontera estaba abierta. Fueron pocos los que llegaron desde Marruecos. Al principio algunas cuantas motos y luego personal a pie. Todos eran revisados por las autoridades españolas.
Sobre las 2.00 de la mañana comenzó a vaciarse la bolsa de coches que había esperado junto al hospital en la subida al barrio de El Príncipe Alfonso. Eran los que habían llegado desde la Península llamados por la apertura de frontera, deseando ahorrarse un dinero en el viaje. «El ferry a Tánger es muy caro, si van por Ceuta es mucho más barato», señalaba uno de los vecinos que esperaba. Finalmente, la frontera quedó abierta. A la espera de seguir ampliando el tránsito con los trabajadores transfronterizos este próximo 31 de mayo y con la previsión de que un posible aluvión tras el rezo del mediodía del próximo viernes , cuando ya los requisitos estén claros entre la población y haya varios días de rodaje tras dos años y medio sin pasar nadie por allí .
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