Salvador Sostres - Todo irá bien
La rabia de Aznar
El presidente Rajoy ha tenido que hacer frente a la terrible herencia del zapaterismo -que no fue un gobierno, sino un régimen-, al separatismo en su erupción más alarmante, al peligroso populismo antisistema, y a la inconsistencia de un pueblo dramáticamente acostumbrado al todo regalado, y que con las turbulencias se ha quejado más de lo que ha sufrido y no sólo no ha sido capaz de identificar correctamente las causas de la crisis, sino que en su ignorancia infinita ha mordido la mano que le intentaba salvar del precipicio.
Pero nada de ello, ni todo junto y revuelto, ha sido suficiente para calmar el ego herido de Aznar. Ninguna de tan severas dificultades ha inspirado la menor piedad en el expresidente. Y ahí le hemos tenido, como un tanque contra cada una de las esperanzas de un país que pese a todo insiste en levantarse.
Como un populista indignado, como una manifestación independentista, como un agujero todavía por descubrir de nuestro truculento pasado, ahí ha estado implacablemente Aznar, desde su resentimiento y su mirada extraviada de odio. Sin ninguna generosidad, como si le doliera que de nuevo aprendiéramos a ser felices, como si le debiéramos algo, como si la Historia tuviera que detenerse para escuchar sus alegaciones. Como si alguien le hubiera dicho que la vida es justa y paga siempre los atrasos.
No digo que sea fácil ser expresidente. No digo que sea fácil ser Aznar. Pero si dejas que el odio tome las riendas de tu vida, no sólo todo se vuelve estéril a tu alrededor sino que acabas enloqueciendo de rencor. Pocas mezquindades se han visto en nuestra democracia tan redondas y tan completas como la trayectoria de Aznar desde que no está en La Moncloa. Hasta los que del modo más entusiasta empatizamos con él, nos hemos tenido que acabar apartando para que su deprimente ritual de pus y bilis no nos acabara salpicando.
Con lo difícil que ha sido, con lo que a todos nos ha costado, con las increíbles toneladas de demagogia y de mala leche que hemos tenido que sortear, esperábamos algo más de Aznar, esperábamos mucho más de Aznar, esperábamos que en alguna medida se alegrara con nosotros del pulso recobrado, y aportara su experiencia para animarlo, en lugar de su rabia contra nuestra recuperada prosperidad.
Así se ha comportado Aznar: sin compasión, sin ninguna generosidad, sin ninguna alegría; que es exactamente como la izquierda resentida destruye la vida.
Noticias relacionadas