El proxeneta de futbolistas fue condenado por violar a un menor
Ofreció a la alcaldesa de Prado del Rey (Cádiz) montar un centro deportivo de alto rendimiento para niños
Tenían un sueño y se embarcaron en él. Cinco colombianos y dos argentinos. Ellos y sus familias, que recurrieron a prestamistas sin alma para conseguir el pasaporte a su objetivo: triunfar en el fútbol español. En lugar de la gloria les esperaba la explotación, la vergüenza y la casi mendicidad. La Guardia Civil los ha liberado esta semana en Prado del Rey (Cádiz), el lugar donde tres individuos los condenaron a ser esclavos sexuales, vigilados y amenazados, y al escarnio de cambiar su sueño de fama por encuentros clandestinos de pago con hombres. El proxeneta ingresó el viernes en prisión. Sus dos colaboradores han quedado imputados y deben comparecer en el juzgado cada 15 días.
A mediados del año pasado, Daniel I. M., de 49 años y José I. P., de 70, viajan a Colombia. Ambos tienen contacto con el mundo del fútbol amateur. Se presentan como ojeadores en busca de futuras promesas para la Segunda División española y convocan presentaciones en un hotel. Exhiben vídeos e instalaciones bien dotadas -ninguna propia- donde los candidatos seleccionados entrenarán y ofrecen contactos con clubes de máximas categorías. Siete jóvenes, incluido un menor, que ya juegan en equipos modestos ven abiertas las puertas de su futuro.
Los organizadores les animan a conseguir el dinero del viaje a España garantizándoles que lo recuperarían en un tiempo muy breve gracias a los contactos deportivos que tendrían y a su trabajo inmediato. Como ellos no tenían esas cantidades las familias recurren a prestamistas que les cobran intereses desorbitados. Todos acceden porque el sueño está a la vuelta de la esquina.
Tres años en prisión
Llegaron a España entre octubre y noviembre. Les recogieron en el aeropuerto y los trasladaron directamente a Prado del Rey, un municipio gaditano de menos de 6.000 habitantes y a más de cien kilómetros de Cádiz.
«Les quitaron la documentación y el poco dinero que traían y allí conocieron al que iba a ser su pesadilla» , explica un portavoz de la Guardia Civil. Se refiere a Juan Luis M. J., gaditano de 42 años, cabecilla de la organización que era además el controlador de los futbolistas.
Este individuo fue detenido en 2007 acusado de una agresión sexual con acceso carnal a un menor de edad en 2006 . En 2009 fue condenado a tres años, que cumplió en la prisión de Puerto II, y quedó en libertad en julio de 2012. En 2002 había ingresado por primera vez en la cárcel por otro delito.
Según fuentes de la investigación, siempre ha estado relacionado con el mundo del fútbol aunque de manera no profesional y de hecho se presenta como entrenador. Alquiló un piso en Prado del Rey donde hacinó a los siete jóvenes con los que vivía. Tenía la escasa comida que les daba escondida en los cajones de una cómoda y del armario, entre sus ropas y bajo llave: cereales, latas de conserva, pan de molde y poco más.
En diciembr e ofreció a la alcaldesa de la localidad, Vanesa Beltrán (PP), crear un centro de alto rendimiento deportivo para menores, dado que Prado del Rey ya cuenta con algunas instalaciones. A Beltrán, ajena a lo que ocurría en ese piso alquilado como el resto de vecinos, no le convenció la propuesta. Los investigadores sospechan ahora que el proxeneta tal vez buscaba acercarse a chicos con fines sexuales.
Los futbolistas entrenaron con pequeños equipos de la zona en un intento del grupo de aparentar normalidad. Pero pronto se destapó el fin real: Juan Luis M. gestionaba un chat de contactos homosexuales de prostitución . Previo pago concertaba encuentros de los chicos con clientes; los trasladaba a distintas zonas de Cádiz y esperaba a que terminaran. Ante la resistencia y la vergüenza de ellos les amenazaba con contárselo a sus familias: la derrota y el escarnio. El fin del sueño.
Llamamiento a equipos de fútbol
El confinamiento por el estado de alarma se convirtió en su aliado perfecto y los encuentros sexuales siguieron produciéndose. Alguno de los jóvenes pidió comida sin llegar a destapar la situación que vivían y eso alertó a los servicios sociales de la localidad. No consiguieron, sin embargo, saber qué ocurría de verdad. Hace un mes recurrieron a la Guardia Civil.
El miércoles pasado los agentes irrumpieron en la vivienda y confirmaron las sospechas. En la nevera había unos cartones de leche, un par de botes de conserva y menos de una docena de huevos. Racionamiento alimentario y control absoluto. Detuvieron a los tres miembros del grupo y liberaron a los siete jóvenes, que han recibido el estatus de víctimas de trata de seres humanos. La ONG Hogar Betania que asiste entre otros colectivos a víctimas de trata se ha hecho cargo de ellos , aunque ha tenido que improvisar recursos ya que los habituales son para mujeres. La alcaldesa ha hecho un llamamiento a equipos de fútbol para que les ofrezcan una oportunidad. Cumplir el sueño que les negaron los traficantes.
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