Prisiones ordena cacheos indiscriminados en celdas y zonas comunes tras la fuga del «Piojo»
La medida se aplicará en todas las cárceles y será más exhaustiva para internos peligrosos y conflictivos
La osada fuga de Jonathan Moñiz Alcaide, conocido como «el Piojo», de 36 años, y de su hermano Miguel Ángel de la cárcel de Valdemoro, en paradero desconocido casi dos semanas después, sigue teniendo consecuencias. Una concatenación de graves fallos humanos y la habilidad de los dos atracadores han provocado que Instituciones Penitenciarias refuerce los sistemas de seguridad en varios frentes.
Ayer se adoptó la última medida, según pudo saber ABC: la orden a todas las cárceles de que se lleven a cabo cacheos y registros indiscriminados de celdas y zonas comunes. El oficio, dirigido a los directores de todos los centros penitenciarios, les conmina a dar instrucciones para estos controles de seguridad que serán de tres tipos.
Un «cacheo general» de los internos del centro en función de la mayor peligrosidad o conflictividad de los reclusos, hombres o mujeres. Estos cacheos estarán planificados de antemano, de forma que los funcionarios extremen las precauciones y su seguridad, aunque la actuación debe ser por sorpresa. Tendrá que estar presente el jefe de servicio supervisando la actuación y contará con un «número suficiente de funcionarios» para garantizar la eficacia y rigurosidad.
La orden señala también que tendrá que haber material necesario para llevarlos a cabo y que los elementos de detección (de drogas, pinchos, móviles o cualquier elemento prohibido) han de estar plenamente operativos.
La segunda medida de control será el registro y requisa de celdas y dependencias comunes en las zonas de régimen cerrado (aislamiento) y en los módulos ordinarios en los que convivan internos «especialmente peligrosos y conflictivos». Por último se intensificarán los requistros y requisas de todos los departamentos, sin excepción, de las cárceles.
Tres veces al año
«El Piojo» y su hermano lograron acceder al cuarto de maletas (donde se guardan las pertenencias de los internos que no caben en las celdas) con una llave y posiblemente fue en esa zona donde ocultaron, tanto el instrumento con el que cortaron los barrotes, como los objetos caseros que elaboraron con mimo y tiempo para la fuga (soga trenzada a la perfección con sábanas y una especie de pértiga-ganzúa lograda a base de palos de escobas y fregonas).
Fuentes penitenciarias explicaron a ABC que esta medida exhaustiva se adopta habitualmente tres veces al año , coincidiendo con periodos vacacionales cuando un número importante de internos disfruta de permisos y visitas (en este momentos las comunicaciones especiales están suspendidas en la mayoría de prisiones, pero no las salidas). Los cacheos y registros por sorpresa son también una medida normal cuando en algún centro se produce alguna muerte por sobredosis.
Revisión de sistemas de seguridad
Los cacheos y registros se suman a otro oficio dictado el lunes por Interior, un protocolo de cara a las Navidades, en el que se insta a todos los directores a revisar y actualizar las normas de seguridad. El protocolo consta de cinco puntos: revisión de sistemas activos y pasivos de seguridad que se ha de hacer cada miércoles (muros, vallas, concertinas, barrotes, cámaras, barreras de infrarrojos, arcos detectores, iluminación, etc.); coordinación del centro con el jefe de la guardia exterior (Guardia Civil), encargados del perímetro de seguridad.
El tercer punto se basa en la seguridad interior de las prisiones: control de llaves, inspección de zonas comunes y patios, así como rondas nocturnas. El protocolo recoge también medidas para evitar la entrada de drogas en los centros y para prevenir suicidios. Tanto este protocolo, como el de los cacheos persiguen el mismo fin. Las fuentes consultadas reiteran que se aplican dos o tres veces al año pero admiten que la fuga de los hermanos Moñiz los hacen más imprescindibles que nunca.
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