El Piojo, la vida al límite de un violento «fitipaldi» en la cúspide del alunizaje
Jonhatan Moñiz cuenta con una larga carrera delictiva, a la que suma ahora la única fuga del penal de Valdemoro

A Jonathan Moñiz Alcaide, alias «El Piojo» , no se le conoce término medio. O está tranquilo o su vida avanza a 300 kilómetros por hora. Su habilidad al volante bien podría haberle servido para ganarse la vida holgadamente... Y honradamente. Pero el recluso que ha protagonizado la fuga más espectacular del penal de Valdemoro, decidió marcar sus cartas cuando apenas tenía 7 años. A esa edad, casi de puntillas, empezó a meter sus primeras marchas. Ahora, con 36, se ha convertido en uno de los delincuentes más buscados después de escapar junto a su hermano Miguel Ángel, serrando primero los barrotes de la ventana de la celda y descolgándose después por medio de sábanas anudadas. La acción es tan inaudita que nadie, en los 29 años de historia de la prisión, había logrado sortear todos sus sistemas de seguridad. Hasta el sábado.
Sin embargo, quienes mejor conocen las andanzas del Piojo no terminan de sorprenderse. «Este tipo de delincuentes nunca mira atrás», coinciden los expertos policiales consultados. Es decir, al Piojo y a otros de los considerados históricos o más activos, como El Taca, Goyito, El Gordo Maya, Barrantes, El Troll o El Churrita, no les tiembla el pulso a la hora de acelerar. Poco importa que los agentes les den el alto. A su favor, estos individuos gozan de cierto aura de justicieros, conformando una especie de ejército de Robins Hood, que nada tiene que ver con la realidad.
En el caso del Piojo, son pocos los palos del robo con fuerza que no haya tocado. Sus primeros pasos los dio en casa, en el poblado chabolista del Ventorro de la Puñalá (Villaverde). En 2010, fue detenido junto a su hermano por asaltar los juzgados de Valdemoro para robar una partida de droga, disfrazados de guardias civiles. Dos años después, en el marco de la operación Grinch, volvió a caer por la sustracción de 19 coches de un concesionario de Fuencarral y el asalto a un negocio de Loewe.
Experto, además, en el método del butrón, fue apresado de nuevo en 2013 junto a otros conocidos delincuentes por cometer alrededor de 40 golpes, especialmente en joyerías y otros locales comerciales, de Madrid, Leganés, Málaga, Valencia o Santander. Para entonces, su escalada criminal ya era imparable. En 2019, los agentes le pusieron los grilletes por la presunta comisión de 26 hechos delictivos, entre ellos, un homicidio en grado de tentativa. Por estos hechos fue enviado provisionalmente al penal de Ocaña I.
En febrero de este año, con el Piojo entre rejas, fue apresada su expareja la Tata, conocida en los círculos policiales como «la reina del alunizaje». Entre los «méritos» del ahora fugado, destaca el tiroteo que protagonizó en noviembre de 2018 al ser sorprendido cuando regresaba con tres compinches de cometer un atraco en Córdoba. Recibió dos disparos y fue arrestado, pero no por ello dejó lo único que sabe hacer. La carrera de un violento «fitipaldi» que no parece tener final.
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