El PP seguirá ofreciendo acuerdos al Gobierno como alternativa a sus pactos con Bildu
En Génova descartan que el choque por el decreto-ley anticrisis condicione la negociación del CGPJ
«El Gobierno ha visto que tiene un problema con Feijóo, no es presa fácil». En el Partido Popular se tenía este juves la sensación de haber ganado una batalla política a Sánchez, la primera que han disputado el líder del PP y el presidente del Gobierno. Al final no hubo acuerdo entre ambas partes sobre el decreto ley de medidas anticrisis, pero todo el mundo pudo ver que el Ejecutivo se vio en un aprieto, pudo buscar los votos del Partido Popular, pero optó voluntariamente por echarse en brazos de Bildu, al que luego premió con un puesto en la comisión de secretos oficiales del Congreso. «Hemos dejado en evidencia a Sánchez y hemos empezado a preocupar al Gobierno porque se lo hemos puesto difícil, hemos demostrado que somos un partido moderado y que Feijóo apuesta por el diálogo», concluían ufanos en Génova.
Feijóo llegó a la presidencia del PP con el objetivo de tender puentes con el Gobierno en asuntos de Estado, sobre todo en cuestiones económicas ante la crisis galopante que estaban sufriendo ya los españoles. Esa voluntad de acercamiento y búsqueda de acuerdos se mantiene intacta en Génova, según fuentes próximas a Feijóo, a pesar de que el primer intento haya resultado fallido a la hora de sellar un entendimiento. El PP insistirá en ofrecer acuerdos, en poner sobre la mesa sus propuestas y en negociarlas con el Gobierno, «y tendrá que ser Sánchez el que se retrate, el que mire para otro lado y el que elija a Bildu, pero todo el mundo verá que hay otros caminos posibles que rechaza».
Fuera del terreno económico, las conversaciones para renovar el Consejo General del Poder Judicial ya han comenzado y siguen su curso «de forma discreta», subrayan en el PP. Los interlocutores principales son Félix Bolaños, por parte de La Moncloa, y Esteban González Pons, por el PP. Al mismo tiempo, Feijóo quiere mantener intacto un puente de comunicación con el Gobierno en materia económica, con Juan Bravo como referente del partido. Habrá más iniciativas y propuestas, y el PP está decidido a seguir llamando a la puerta del Gobierno, aunque luego la respuesta sea un portazo.
En el caso del decreto ley de medidas económicas que se convalidó el jueves, el PP votó a favor de su tramitación como proyecto de ley, para poder presentar como enmiendas sus propuestas sobre rebajas de impuestos a las rentas medias y bajas, reducción del IVA a la electricidad y recorte del gasto burocrático del Gobierno. Tampoco descarta presentar el plan fiscal de Feijóo como Proposición de ley , para que se debata en Pleno y se pronuncien todos los grupos.
Los populares vieronel jueves una relación clara entre el voto a favor de Bildu al decreto ley del Gobierno y su entrada en la comisión de secretos oficiales, que se consumó el jueves después de que Meritxell Batet cambiara las reglas del juego esta misma semana. Pero el Gobierno sudó y lo pasó realmente mal hasta que tuvo asegurados esos votos. Así lo percibieron en el PP, sobre todo cuando el ministro Bolaños llamó por teléfono a la secretaria general de los populares, Cuca Gamarra, el miércoles por la noche. «El Gobierno estaba desesperado, veía que no tenía votos, y por eso nos llamó», aseguran en el PP. «Incluso Sánchez tuvo que suspender su viaje institucional a Polonia y Moldavia, porque su voto era imprescindible».
Cruce de cartas
El PP había visto cómo el Gobierno recibió con desprecio el documento con el plan fiscal que Feijóo envió a Sánchez el viernes por la tarde. Durante cinco días, solo recibieron críticas y descalificaciones por proponer una rebaja de impuestos para hacer frente a la subida masiva de precios. El lunes, Feijóo informó a Sánchez de que Juan Bravo era el interlocutor en asuntos económicos. Por si le interesaba.
El martes, a última hora, la ministra Montero llamó al vicesecretario de Economía del PP , para establecer el contacto e interesarse por el sentido del voto de los populares en el decreto ley. Empezaba a estar claro que el Gobierno veía peligrar la votación, ante el alejamiento de sus socios. El miércoles por la tarde, Bravo envió una carta a Montero con las condiciones del PP, que pasaban por tramitar el decreto como proyecto de ley antes de julio para introducir enmiendas, y aceptar la rebaja de impuestos y el recorte del gasto burocrático del Gobierno. La ministra le contestó esa misma tarde en otra carta, le informó de que aceptaba la tramitación como proyecto de ley pero advertía de que las propuestas del PP requerían un análisis profundo y un estudio de su impacto económico y presupuestario, y dejó la puerta abierta para seguir hablando. Desde el PP se recordó que el Gobierno tenía hasta el 9 de mayo para convalidar el decreto, por lo que se podía retirar del orden del día del Pleno de el jueves para negociar a fondo su contenido.
Los populares percibieron realmente la ansiedad del Gobierno, ante su posible derrota parlamentaria, cuando esa misma noche Bolaños llamó a Gamarra para tantear la posición de su grupo. Feijóo dio instrucciones a Bravo para que acudiera al Congreso desde primera hora del jueves, por si el Gobierno quería continuar los contactos. Durante el Pleno, hubo comunicación permanente entre Feijóo, Bravo y Gamarra. Cuando Bildu despejó su incógnita y anunció el voto a favor, el escenario se aclaró, pero aun así el diputado del PP Jaime de Olano mantuvo la mano tendida desde la tribuna, por si el Gobierno miraba, pese a todo, a su partido. No fue así, y cuando quedó claro que Sánchez ya había decidido con quién pactar, con Bildu en lugar preferente, y que volvía a dar la espalda al PP, Feijóo ordenó pulsar el botón rojo del 'no'.
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