Así es la «vía portuguesa» por la que Sánchez apuesta para gobernar sin Podemos
El presidente en funciones se reúne con con colectivos y asociaciones de muchos ámbitos para tratar de presionar a Iglesias

El líder del PSOE, Pedro Sánchez , ha vuelto a insistir en la «vía portuguesa» para intentar sacar adelante una futura investidura con el al frente, después de que su intento por formar un gobierno de coalición con su «socio preferente», Unidas Podemos, fracasase.
Hasta ahora, la fórmula portuguesa ha sido rechazada por la formación de Pablo Iglesias , que lo ve como un nuevo intento del PSOE de conseguir gratis los apoyos que necesita para retener la Moncloa y «acaparar el cien por cien del poder» sin negociar ni dar nada a cambio, como cree el secretario de Acción de Gobierno de la formación, Pablo Echenique . La formación morada sigue pidiendo un gobierno de coalición de PSOE y Podemos, mientras que Ferraz solo apuesta por uno de cooperación.
Pese a la negativa del partido de Iglesias, Sánchez ha vuelto a insistir con el modelo portugués y lo primero que ha hecho es empezar a reunirse con colectivos y asociaciones de todo tipo para tratar de influir en Podemos y presionar al partido para que apoye finalmente un ejecutivo socialista antes del 23 de septiembre, que es cuando se disolverían otra vez las Cortes si no hay investidura.
El secretario general socialista quiere que estos apoyos que necesita sean desde fuera, poniendo sobre la mesa la llamada «vía portuguesa» como un ejemplo de éxito y estabilidad. Pero hay que tener en cuenta que en la política portuguesa no existen partidos nacionalistas, independentistas o ultraconservadores.
Este modelo luso se puso en marcha tras las elecciones de 2015, en las que ganó la coalición conservadora liderada por Pedro Passos Coelho, la cual rozaba la mayoría absoluta; sin embargo, su gobierno apenas duró diez días porque fue derribado por una moción de censura de una alianza de izquierdas.
Esta alianza la lideró el socialista Antonio Costa , la segunda fuerza más votada con 85 diputados, junto al Partido Comunista (PCP) y el Bloque de Izquierda (BE) y Los Verdes, que lograron sumar 122 de los 230 escaños del Parlamento luso.
Estas cuatro fuerzas dejaron a un lado sus diferencias para poner en marcha un programa común. Fue bautizado despectivamente como «geringonça» (chapuza en portugués), este pacto inédito en la política de Portugal ha dado lugar a una de las legislaturas estable, con un gobierno en solitario de Costas, pero que se ha mantenido gracias a los apoyos parlamentarios de sus socios a cambio del cumplimiento de las medidas pactadas.
A punto de concluir su mandato, las encuestas dan como favorito a Costas para las elecciones de octubre.
Este modelo político es muy similar al que ha echado a andar en Dinamarca después de que el mes pasado la socialdemócrata Mette Frederiksen se convirtiera en primera ministra, al llegar a un acuerdo con otras tres fuerzas de centroizquierda para gobernar en solitario.
Con 48 de los 179 escaños del Parlamento, Frederiksen tiene el respaldo del Partido Popular Socialista, la rojiverde Lista Unitaria y el Partido Liberal.
Las cuatro formaciones han consensuado un pacto que no introduce grandes reformas respecto a la línea del anterior Ejecutivo conservador de Lars Løkke Rasmussen, aunque sí compromisos más ambiciosos en el área climática, más inversión en bienestar social y algún retoque a la dura política migratoria.
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