El 'Pequeño Nicolás', ante el tribunal: «Simplemente, quería tirarme el pisto con un empresario»
Afronta siete años de cárcel por hacerse pasar por un enlace entre el Gobierno y la Casa Real
Francisco Nicolás Gómez Iglesias , más conocido como 'el Pequeño Nicolás' , ha asegurado ante la Sección 17 de la Audiencia Provincial de Madrid que le juzga por usurpación de funciones públicas, falsedad, y cohecho, que no pretendía hacerse pasar por «una autoridad» cuando organizó un viaje para reunirse con el responsable de la compañía Alsa en el pueblo costero de Ribadeo (Lugo), sino sólo «parecer importante».
«Simplemente, lo que yo quería era tirarme el pisto con el empresario y hacer un viaje pomposo. Porque con la edad que yo tenía y mi inmadurez, lo que yo quería era asemejarme a los mayores y tener más poder, por así decirlo, creerme poderoso . Pedí que fuera un viaje que pareciera que yo era una persona importante. Ese fue mi motivo. Yo quería parecer una persona importante, nunca una autoridad», ha asegurado.
Gómez Iglesias, que a su llegada a la Audiencia Provincial disputaba el protagonismo al otro gran juicio mediático que se celebra estos días, el relativo al llamado 'Rey del Cachopo', avanzaba así ya a preguntas de la Fiscalía la que será su estrategia de defensa: Que una cosa es montar un teatro para parecer más de lo que se es, y otra distinta es hacerse pasar por autoridad pública. Sólo se ha avenido a contestar al Ministerio Público, al tribunal que preside José Luis Sanchez Trujillano y a su propia defensa. Afronta siete años de prisión.
«Pero hay personas que a lo largo de la instrucción y previsiblemente lo harán en este juicio, han declarado que usted se hacía pasar por un enlace entre la Casa Real y Presidencia del Gobierno», le ha recordado el fiscal. «No. Y de hecho, ese cargo, que yo en esa época estaba más al corriente de la política y el organigrama del Estado, no existe. Es un cargo inexistente» , ha defendido con tono sereno, la mascarilla y un chaleco puesto, desde la silla colocada para su declaración frente al tribunal.
El show de Ribadeo
A Gómez Iglesias se le atribuye haber montado en agosto de 2016 una comitiva para hacer creer al dueño de la empresa Alsa, con quien había quedado a comer en Ribadeo, que era un enlace entre la Casa Real y la Presidencia del Gobierno. La instrucción no ha conseguido aclarar qué pretendía con aquello. Ante la Sala, ha afirmado que quería embarcarle en su proyecto de «conferencias de empresarios»: «Yo organizo conferencias desde que tenía 15 años».
Como fuere, alquiló cuatro vehículos con conductor, que según la Fiscalía, equipó con acreditaciones del Ministerio del Interior que él mismo había fabricado, y enroló en el viaje a dos policías municipales, uno de Madrid que era amigo suyo y que habría proporcionado material oficial como indicativos luminosos y pinganillos como atrezzo definitivo; y otro de Toledo al que éste conocía.
A la entrada al pueblo, les escoltó la Policía local y en el restaurante habían reservado seis plazas de aparcamiento y tenían ya el aviso de que acudiría un alto cargo, porque según el fiscal, Gómez Iglesias se encargó de llamar para decirlo. De hecho, al día siguiente la prensa gallega se hizo eco, eso sí, aclarando en el titular que no era Don Juan Carlos quien había comido en el pueblo.
Pompa sí, pero no usurpación
A preguntas de la Abogacía del Estado, Gómez Iglesias profundizaba en la negativa de la usurpación de funciones porque según ha declarado, no se le habría «ocurrido en la vida decir un cargo que no existe». «Tampoco me atribuí nunca autoridad, simplemente una persona importante o una persona con contactos y que creía en ese momento, a lo mejor ahora tengo otra percepción, que era importante», ha añadido.
La mención a la inmadurez de antaño, cuando tenía 19 años, frente a la situación actual -cumplió 27 en abril- ha salpicado su intervención, en la que ha recordado que se encuentra en tratamiento psiquiátrico desde 2016 y tras un informe en su primera detención, octubre de 2014, que le diagnosticaba un trastorno de personalidad narcisista que aún padece pero que «ha disminuido con la ayuda psiquiátrica».
Así, con la coletilla de lo que «creía entonces» o le parecía «en aquel momento» habida cuenta de esa alteración de facultades, ha ido respondiendo al relato de los hechos que se le imputan. Niega haber fabricado las acreditaciones del Ministerio del Interior que se encontraron en los registros, como también insiste en que los coches de la comitiva no llevaban indicación de ninguna autoridad. «Era un folio plastificado que ponía coche 1 y abajo la matrícula en grande. Quería parecer una comitiva como las que hace la UEFA que no pone nada más, ningún distintivo», ha asegurado.
En cuanto a los indicativos luminosos que llevaban los vehículos, se desmarca igualmente de haber dado orden o instrucción. «Como yo dije que quería que fuera pomposo el despliegue, se pusieron los indicativos, pero vamos, yo recuerdo estar dormido casi todo el trayecto ». Tampoco reconoce haber movilizado a la policía local de Ribadeo para el recibimiento o al menos, no aquella vez. «En otra ocasión cuando vino el alcalde de Miami, sí lo solicité», ha espetado.
Sin contestar a la pregunta directa del origen del dinero con el que pagó aquel despliegue, Gómez Iglesias sí ha explicado que en aquella época era estudiante, «presidente del club juvenil del PP en Moncloa Aravaca y estaba en la fundación FAES, que era el coordinador de los jóvenes» porque le gustaba «la pomposidad y acercarme o estar con gente importante».
Sus ingresos procedían de su labor como relaciones públicas de discotecas: «Me pagaban a final de mes o quincenalmente según las personas que metieras en la sala o las botellas que vendieras, no era un sueldo base». Ahora, vive «de la familia y amigos».
Los policías municipales
Junto a Gómez Iglesias se sientan en el banquillo los dos policías municipales que participaron en la expedición. Del municipal madrileño, Jorge González, el Ministerio Público dice que recogió del almacén de material del cuerpo policial en el Ayuntamiento de Madrid i ndicativos luminosos y pinganillos que ayudaron a que la simulación tuviese el toque definitivo. Consta además una anotación intervenida al 'Pequeño Nicolás' que dice «Jorge: 2.000».
A preguntas de la Fiscalía, González ha negado haber cogido material del almacén de la Policía Municipal y ha defendido que llevó unos transmisores suyos, «de esos de nivel comercial que utilizas en las rutas de ciclismo y tal». Le pareció buena idea para coordinar a la comitiva en carretera. Nada más, tampoco sobre los indicativos luminosos propios de la Policía. Gómez Iglesias le había echado un capote justo antes: «Pones en internet comprar sirenas y las compras». Pero ninguno de los dos reconoce haberlo hecho.
El problema es que el otro policía municipal, el de Toledo, Carlos Pérez, le ha señalado como la persona que llevaba la voz cantante. Ha asegurado que antes de partir a Ribadeo pasaron por la calle Montalbán, donde González recogió una bolsa con material que repartió entre los coches, indicativos luminosos incluidos.
Fue él, de acuerdo al relato de este otro acusado, quien a la entrada del pueblo dijo que se colocasen en los vehículos. También fue él quien le pasó un teléfono en plena comida y le pidió que se lo llevase a Gómez Iglesias y le dijera que tenía una llamada. En esa mesa, según la instrucción, el 'Pequeño Nicolás' fingió delante del empresario que al otro lado de la línea estaba la vicepresidenta del Gobierno.
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