La otra mirada desde la sala

Una estructura mafiosa

Trapero era el único que podía hacer posible la consulta porque tenía la misión legal de evitarla

El mayor de los Mossos Josep Lluís Trapero, a su llegada a la Audiencia Nacional Efe
Pedro García Cuartango

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Probablemente los jueces del Supremo y de la Audiencia Nacional no habrán leído «Italia oculta», el libro del magistrado milanés Giuliano Turone, instructor del caso que envió a la cárcel a Licio Gelli, el jefe de la logia masónica Propaganda Due, que contaba con ramificaciones en el mundo de la política, la judicatura, la cúpula militar, las finanzas y los medios.

Leer este testimonio es un ejercicio fascinante porque Turone revisa todas las actas judiciales, los atestados policiales y las conclusiones de la comisión parlamentaria presidida por Tina Anselmi para explicar el funcionamiento mafioso de Propaganda Due, basado en una estricta compartimentación de funciones para intentar hacerse con los resortes del poder con el pretexto de frenar el avance del comunismo.

Escuchando ayer la declaración de Diego Pérez de los Cobos , el coronel de la Guardia Civil que coordinó el operativo del 1 de octubre, surgen interesantes similitudes en la estructura organizativa y la forma de proceder de los líderes independentistas .

En primer lugar, esa división del trabajo que pasaba por compartimentar las funciones para obstaculizar la misión de los jueces y las Fuerzas de Seguridad del Estado. Puigdemont y Junqueras subcontrataron las diferentes tareas de propaganda, organización y ejecución en compartimentos estancos, utilizando a hombres oscuros como Sutrías , Jové y Molons que operaban en la sombra.

Pero también eran necesarias complicidades en las organizaciones civiles, la policía judicial y el mundo empresarial que impidiesen a la Justicia hacer su trabajo. Dos años y medio después de los hechos, seguimos ignorando quién financió la trama y de dónde salieron las urnas.

El testimonio de Pérez de los Cobos sirvió para focalizar el papel esencial del mayor Trapero en la consulta, que, según sus palabras, no hizo nada para evitar. Aseguró que, si él hubiera tenido autoridad, le habría apartado . «Puso palos en la rueda y montó un dispositivo policial que era un despropósito», señaló.

Eso recuerda mucho a la actitud de los generales de los Carabineros, la Guardia de Finanzas y el servicio secreto italiano, que, según describe Turone, simularon un perfecto acatamiento de la legalidad para destruirla. Su táctica era el entrismo: ocupar puestos clave para boicotear la investigación judicial contra Propaganda Due, que no dudaba en acudir a los servicios de la Mafia para eliminar a los enemigos molestos.

Es evidente que en Cataluña no se llegó a esos extremos, pero sí se puede afirmar que los métodos eran muy parecidos. Como sugirió Pérez de los Cobos, nadie mejor que el jefe de un cuerpo con 17.000 hombres para hacer posible que la consulta se llevara a cabo. Sobre todo, porque ellos eran los encargados de evitarla.

Pérez de los Cobos describió cómo los Mossos obstaculizaron la acción de la Guardia Civil y la Policía Nacional , que jugaron el papel de «malos» el 1 de octubre mientras el personal que ocupó los colegios aplaudía a los agentes de Trapero.

El coordinador afirmó que el mayor de los Mossos actuó en perfecta sintonía con Puigdemont, Junqueras y Forn , a los que secundó para llevar a cabo su desafío. «Eran los pirómanos los que hacían de bomberos para apagar el fuego que ellos habían provocado», dijo.

Exactamente ésa era la táctica de Licio Gelli, experto en crear inseguridad en la opinión pública para justificar el recurso a un poder no democrático. Turone deja entrever que es posible que los servicios secretos estuvieran detrás del comando que secuestró y asesinó a Aldo Moro, que quería pactar con Enrico Berlinguer. Nada más adecuado para tapar un delito que una situación de excepcionalidad.

Para lograr sus objetivos políticos, la Generalitat actuó unos métodos mafiosos con los que se pretendía cometer el crimen, valga la metáfora, sin dejar rastro y sin asumir ninguna responsabilidad. Y Trapero era una pieza esencial en esa estrategia.

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