Podemos trata de construir una alternativa con el PSOE

Podemos busca un nuevo impulso, convencido de que es posible evitar las terceras elecciones, que saben que no les conviene

Irene Montero, Pablo Iglesias, Íñigo Errejón y Alberto Garzón JAIME GARCÍA
Víctor Ruiz de Almirón

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Ha tenido tiempo para reflexionar. Parar la pelota y otear el horizonte, y se ha dado cuenta de que había que cambiar el paso. Pablo Iglesias despidió el mes de julio con un mensaje desolador para parte de su electorado: consideraba «prácticamente imposible» la configuración de un gobierno progresista.

El trauma del 26 de junio requirió repensar la estrategia. Los primeros días de julio se dedicaron a tratar de ponerse de acuerdo sobre que había pasado, y a cerrar, sin éxito, las diferencias estratégicas en la formación, que se reabrieron a cuenta de los diferentes análisis sobre el fracaso electoral.

El intento de Iglesias por aupar a Xavier Domenech a la presidencia del Congreso supuso un nuevo enfrentamiento de Podemos con el PSOE y los partidos nacionalistas catalanes y vascos, que le reprocharon las maneras en que planteó su candidatura. Iglesias bajó los brazos y se retiró a un agosto entre lescturas y Juegos Olímpicos.

Pero las cosas han cambiado. La candidatura de Rajoy le ha sacado del foco mediático, y Podemos voluntariamente ha agrandado esa sensación de desaparición. Hasta hace unos días cuando Iglesias reapareció a cuenta de la constitución de la Diputación Permanente. Fue entonces cuando desveló conversaciones con el PSOE sobre la posibilidad de construir una alternativa si Rajoy fracasa .

La reacción contraria del PSOE vía comunicado, sin cerrar eso sí todas las puertas, no ha hecho más que animar a Podemos a insistir en esa posibilidad. Solo hay que tirar de hemeroteca para descubrir al propio Iglesias asegurando que a su formación no le vendría mal que el PSOE se acercase al PP, pues así él podría erigirse como líder único de la izquierda. Lo advirtió tras un encuentro con Rajoy, en el que aseguró en su rueda de prensa posterior que si el PSOE acababa absteniéndose «nosotros lideraremos la oposición» . Sería el escenario en el que se encontraría más cómodo.

Pero no puede reconocerse tan abiertamente. Por eso ahora Iglesias ha comenzado a insistir más si cabe en la necesidad de construir esa alternativa. Se aferran a ese discurso para recuperar el pulso tras un paron estival que, aunque premeditado, ha trasladado la sensación de que el partido no tiene claro el rumbo que debe tomar. «A partir del día 2, las fuerzas llamadas a lograr un Gobierno alternativo debemos afrontar con flexibilidad y empeño el periodo que viene tras el fracaso de Rajoy. El 2 de septiembre puede terminar el tiempo de Rajoy y puede comenzar el tiempo del cambio», trasladaba ayer la secretaría Política que lidera Íñigo Errejón.

Hoy Pablo Iglesias lo dejaba también claro en una intervención en la radio. «Me consta que es difícil, pero si votamos no a Rajoy y no apostamos por terceras elecciones, estamos obligados a intentarlo», y enfatizaba que « si el PSOE vota no a Rajoy, a partir del día siguiente hay que ponerse a trabajar , porque no hacerlo es apostar directamente por las terceras elecciones»

Y en esa última frase se esconde algo más. Podemos sabe que no le benefician a priori unas terceras elecciones. El consenso de que las campañas electorales «nos sientan bien», como siempre reconocían en la formación, quedó enterrado en junio. Saben que en el PSOE muchos coquetean con la idea de las terceras elecciones porque creen que Podemos va a las baja . Hay que intentar la alternativa, como dicen, «por convicción», aunque reconocen que habrá que moderar planteamientos que en el pasado enturbiaron su relación con el PSOE. Pero también hay que plantear la alternativa porque si al final hay terceras elecciones, entienden que Sánchez podría reforzar su imagen entre el lado izquierdo de su electorado. Podemos se protege ante esa eventualidad insistiendo en que los números dan. Si diciembre nos regala otra campaña electoral, habrá lelgado el momento para ellos de encontrar su mensaje: «Sánchez no lo intentó».

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