Los negociadores del PSOE y ERC: una mujer de aparato y un agitador reconvertido

La número dos del PSOE lleva en puestos orgánicos desde el año 2000 y en cargos públicos más de una década. En seis años, Rufián ha pasado del anonimato y la no afiliación política a manejar un grupo de trece diputados en el Congreso

La vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra, y el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, en las negociaciones de julio Jaime García

La gobernabilidad de España pasa por las manos de dos personas con varias cosas en común: una breve formación académica y una escasa trayectoria profesional en el ámbito privado. Adriana Lastra , mujer del aparato socialista, es sanchista de pura cepa y número dos de su partido; Gabriel Rufián intenta evolucionar desde su condición de agitador y provocador político hacia un perfil más estable.

Lastra: toda la vida en el PSOE

Adriana Lastra (Ribadesella, 30 de marzo de 1979) es la mujer que Pedro Sánchez ha colocado al frente de las negociaciones con los grupos políticos de cara a la investidura. Es de las pocas personas que acceden al presidente en funciones sin necesidad de intermediarios. Y en el PSOE destacan que en este proceso «reporta directamente» a Sánchez. El presidente valora de ella su lealtad y que es poco dada a la atribución personal de méritos. Cuestión no menor.

Se trata de una de las personas en las que Sánchez más confía. Es sanchista de primera hora, ya estuvo al lado del hoy presidente en las primarias de 2014, cuando su mentor Javier Fernández, presidente del Principado de Asturias, apostaba por Eduardo Madina. Pero especialmente estuvo cuando nadie más estaba, en su caída como líder en octubre de 2016. Eso la hace imprescindible para Sánchez, que pasa facturas a las deslealtades pero agradece la fidelidad. Tras la victoria en las primarias se convirtió en la número dos del partido. Al igual que la rápida distancia que tomaron con Sánchez tras su caída colaboradores más estrechos que Lastra en su primera etapa los llevó a ser apartados.

Pero no es eso lo único que la aupó a esa posición, ya que muchos otros que apoyaron a Sánchez entonces accedieron a algún cargo pero carecen de influencia sobre el líder. «Pero pocos, muy pocos, apoyaron siempre y con la importancia que ella lo hizo», recuerda un miembro de la dirección.

A Lastra lo que le define es ser una mujer de partido, de aparato. Para bien y para mal. En lo negativo destaca su ausencia de trayectoria laboral al margen del partido. Algo que ella en una entrevista definió como «su vida privada» y de lo que rechazó hablar pese a referirse a haber trabajado en la adolescencia. Académicamente comenzó a estudiar Antropología Social, carrera que no terminó. Esa falta de bagaje provoca que muchos no la hayan respetado o que se atribuyese a eso que no accediese al Gobierno. En el PSOE defienden, por contra, que es «mucho mejor y más útil» en su doble puesto actual (vicesecretaria general y portavoz en el Congreso) que en principio moantendrá.

Pero esa es la otra cara de la misma moneda. Toda una vida dedicada al partido. Desde el año 2000, cuando tenía solo 21 años, entro en la dirección del PSOE asturiano. No la abandonó hasta que en 2014 entró en la primera Ejecutiva de Sánchez. Igual con los cargos públicos. Diputada autonómica en 2007 y desde 2015 en el Congreso. «Es el perfil idóneo para este momento», asume un dirigente socialista que, del mismo modo, plantea que si estuviéramos hablando de contactos con PP y Cs «probablemente no sería la mejor interlocutora». Estuvo entre quienes convencieron a Sánchez de explorar la coalición en julio. Siempre apoyará a su líder. Pero, además, esta es la suma aritmética en la que ella cree.

Rufián: hijo de andaluces a las órdenes de Junqueras

De su vida personal (casado, con un hijo y con la residencia fijada enSabadell, en el segundo «cinturón rojo» de Barcelona), poco se sabe, más allá de que conoció a su mujer en el metro. Tampoco es transparente en su pasado laboral. Así se define en su página web: «Soy profesional en el ámbito de la selección de personal, formación y comunicación. Diplomado en Relaciones Laborales por la Universidad Pompeu Fabra e hice un máster en dirección de Recursos Humanos en el IdEC». Su último contacto con el mundo laboral, fuera de la política, fue en una empresa de trabajo temporal (ETT). En una entrevista para «La Vanguardia» (2015), reconoció que antes –con 18 y 19 años– trabajó en El Corté Inglés y en H&M.

Gabriel Rufián Romero forma parte del grupo de castellanoparlantes que Oriol Junqueras se creó a su alrededor en 2013 para que las ideas independentistas penetraran entre la población catalana que no está vinculada al catalanismo político. Fue a través de la asociación Súmate, con hilo directo en ERC aunque no orgánicamente, que Rufián ganó notoriedad mediática. Poco después saltó a la Assemblea Nacional Catalana (ANC), apadrinado por el partido de Junqueras y en calidad de cuota charnega a la que asimilar.

Sin embargo, su ascenso de calidad se produjo en 2015, cuando encabezó la lista de ERC por la provincia de Barcelona en las elecciones generales, formando tándem con Joan Tardà. A partir de ese momento nació el Rufián de los espectáculos en la Cámara Baja (impresora, grilletes...) y al que le seguirán, para siempre, dos frases suyas. Una, la que hace referencia a que él acudía al Congreso para 18 meses, pues ese era el tiempo que los independentistas habían fijado para la secesión unilateral de Cataluña.

Y dos, en forma de tuit, la de las «155 monedas de plata» lanzada contra Carles Puigdemont el 26 de octubre de 2017, en un momento de lucidez (debilidad, para Rufián) del entonces presidente de la Generalitat, que apostaba, ese día, por una convocatoria electoral autonómica y evitar, así, una declaración unilateral de independencia (la segunda ese mes), que se produjo al día siguiente.

Hijo de andaluces (sus padres regentaron una peletería y, posteriormente, su madre trabaja de auxiliar de enfermería y su padre de transportista y comercial), Rufián nació en 1982 en Santa Coloma de Gramanet (Barcelona), población colindante con la capital catalana y feudo socialista desde los años ochenta de mayorías aplastantes. El ahora diputado en el Congreso y negociador de ERC para que Pedro Sánchez repita en La Moncloa alude, a la mínima oportunidad y siempre que puede, al pasado izquierdista de su familia (es hijo único), como si con eso quisiera decirle a los socialistas que él es uno de los suyos, pero que ahora lo que se lleva es abrazar el secesionismo y romper España.

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