Muchos líos y un 50 por ciento de probabilidades

A ERC le tiemblan las piernas en la hora decisiva de demostrar su moderación y centralidad

Oriol Junqueras, el líder de ERC, en su declaración en el juicio del «procés», tras el que fue condenado a trece años de prisión por el delito de sedición EFE
Salvador Sostres

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Junqueras cree que las probabilidades de un acuerdo son del 50%. En el concepto de fondo hay acuerdo : los dos tienen ganas de entenderse. Sánchez por el poder y porque unas terceras elecciones serían muy arriesgadas, y ERC porque ha entendido que en la moderación centrada le roba más votos al PSC y a Podemos que los fanáticos que se le van a Puigdemont ; y también que en la batalla por ver quién es más radical, el expresidente fugado arrasa.

Los republicanos ven como una victoria, y por lo tanto como un avance en las negociaciones, que los socialistas hayan aceptado la mesa de negociación y que hayan reconocido que en Cataluña existe un conflicto político. Y en la misma manera entienden que Sánchez no les puede dar un referendo de autodeterminación ni poner en libertad a sus condenados por sedición . Por lo tanto, ¿qué falta para que ERC vote la investidura de Sánchez? Una de estas dos cosas: o que el PSOE ceda en algo muy vistoso y fácilmente vendible ante el votante más independentistas o bien que JpC se una al pacto mediante la «negociación entre gobiernos» que proponen desde el principio los de Junqueras. El objetivo es muy claro: el primer trimestre del año que viene se celebrarán elecciones autonómicas en Cataluña, que son las que a Esquerra le interesa ganar, y los republicanos no pueden arriesgarse a que Puigdemont les acuse de «traidores» o de «vendidos» por haber pactado con «España» a cambio de nada.

De un lado, Esquerra no logra concretar qué es lo «muy vistoso» y «muy vendible» que podría ofrecerles el PSOE para votar la investidura sin ir de la mano de JpC, para poder usarlo de contra argumento en la próxima campaña electoral, cuando Puigdemont les acuse de ser «los enemigos de Cataluña». Por lo tanto, como explicaba ayer Eduard Voltas , uno de los analistas de cabecera de Puigdemont, puede darse por hecho que si hay investidura será porque el PSOE acepta la creación de la tal mesa de negociación entre gobiernos. Si Junts acepta entrar en la negociación, significa que será corresponsable de su resultado. Así las cosas, si Torra quiere mantenerse en su pureza de mártir desahuciado por España, tendría que convocar elecciones mañana, o rezar para que ERC en solitario no llegue a ningún acuerdo con el PSOE.

Puigdemont y Moncloa tienen una vía de negociación abierta para ver cómo rebajan el conflicto y estudiar bajo qué fórmula podría el fugado regresar a España sin ir a la cárcel. La investidura de Sánchez es un incentivo para estas negociaciones, pero Junts se quedaría sin argumentos para insultar a ERC y en estos momentos todas las encuestas sugieren que ERC lleva la delantera.

Por su parte, cuando Junqueras asume que el acuerdo tiene el 50 por ciento de probabilidades de prosperar se refiere de un lado a su voluntad política –que es la parte del vaso que está llena– y del otro a su temblor de piernas electoral –que es la parte que está vacía–, y hay que reconocerle que se trata de un miedo justificado, porque no sería la primera vez que a última ahora, a los convergentes se les ocurre cualquier trampa para arrebatarle la Generalitat cuando todo el mundo –y él, el primero– creía que la tenía ya ganada. Es el viejo debate de Esquerra: asumir de una vez por todas que es un partido centrado, posibilista y moderado, o ceder en el último momento al miedo y, en realidad, al antiquísimo complejo de inferioridad que siempre han sufrido frente a los convergentes.

El PSOE y sobre todo su líder han demostrado sobradamente lo que para unos es flexibilidad y para otros una decidida falta de escrúpulos. Sánchez tiene más claro lo que quiere que Junqueras y está dispuesto a tomar más riesgos porque a diferencia de Junqueras, ésta es su principal y única guerra. Pero hasta para Sánchez todo tiene un límite, y está más allá de este límite lo que tendría que ofrecerle a ERC en solitario para tener sus votos, o lo que Torra podría aceptar en una negociación «entre gobiernos», que ya de por sí es un concepto que sobrepasa cualquier lógica constitucional.

«Quererse no es suficiente», dice una canción de amor de cuyo autora no quiero acordarme. Puede que ésta sea sentencia entre el PSOE y Esquerra. Sánchez tiene el plan B de Ciudadanos y PP ; y ERC el vértigo añadido de que si gana en marzo necesitará a Iceta para que Aragonès sea presidente.

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