Los matrimonios políticos producen cuñadismo político
Como en otros nuevos ayuntamientos, tres grandes proyectos están paralizados
Zaragoza es una ciudad dividida por un tranvía, y aguardando un autobús que tarda en llegar, porque ya se superan los dos meses de huelga. ¿Es gente la gente que espera el autobús? Sí. ¿Son gente los conductores de autobús? También. La pregunta no es retórica, porque los componentes del equipo municipal que manda en Zaragoza dijeron, a lo largo de la campaña electoral, que ellos iban a estar con la gente . Al primer conflicto, no sé si se les ha roto el corazón, pero se les ha resquebrajado un poquito, porque esa teoría de que el mundo se divide en plutócratas millonarios y gente famélica no ocurre ni siquiera en Venezuela. La mayoría de los componentes de ciudades como Zaragoza , como los de cualquier otra ciudad de España, está compuesto por la gente, y hay gente que se dedica a conducir un taxi, gente que lo alquila unos minutos, y tipos que ven pasar el taxi esperando que se ponga verde el semáforo.
A la hora de elegir entre una y otra gente, el Gobierno municipal parece que se ha inclinado por los conductores, y ha decretado unos servicios mínimos del 33%. Eso significa que, en las horas punta, ni siquiera se vean personas en las paradas de los autobuses, porque todos y cada uno de los 180.000 usuarios diarios que emplean, o empleaban, el autobús para sus desplazamientos, ya han descubierto que casi es más fácil acertar con el cupón de la ONCE que poder montarse en un autobús.
¿Y por qué el corazón de los gobernantes municipales se inclinó del lado de los conductores? Puede que fuera por cierto sentido de la culpabilidad, ya que uno de los programas de la campaña era la municipalización del transporte público. Es deslumbrante que mientras las grandes empresas, en todo el mundo, se inclinan por aumentar la externalización de los servicios –desde la informática a la logística– haya partidos políticos que caminen en sentido contrario , puede que merced al poso de la vieja estatalización de la izquierda que tanto amaba el comunismo.
Los conductores de autobuses se lo creyeron. Pero, a la hora de municipalizar, los expertos hicieron números, y la aritmética, tan inmune a la ideología, les explicó que aquello era un disparate económico. Marcha hacia atrás. Y los conductores, que soñaban poco menos que pasar a ser funcionarios municipales , se dieron de bruces con la discusión de un convenio, y le han pegado una patada al Ayuntamiento en el culo de los 180.000 zaragozanos que, hace poco más de dos meses, iban y venían en autobús.
Tenemos el tranvía. El tranvía divide a la ciudad en dos: por su trayecto, y por los partidarios de su implantación. Los que se tienen que desplazar desde el barrio de Casablanca hasta Delicias, lo ven bien. Entre los otros, amén de los indiferentes, hay bastantes que piensan que, si conduces un coche, para ir de un punto determinado a otro, tienes que entrar y salir de Zaragoza. Había una segunda línea de tranvía anunciada, pero lo cierto es que los nuevos gestores se han encontrado las arcas vacías , y, en el fondo, saben que no se va a poder acometer hasta dentro de bastantes años. No obstante, debe imperar cierto optimismo en los milagros, porque se va a invertir en un estudio de viabilidad un millón de euros. Los futuros gestores se lo encontrarán ya hecho, a no ser que haya transcurrido tanto tiempo, que no sirva.
Si el Ayuntamiento no puede invertir, parece que tampoco lo puede hacer el sector privado. La desconfianza de los nuevos equipos municipales ante las inversiones es algo compartido en toda España. Si en Madrid se ahogó un proyecto de cientos de millones de euros en el edificio de la Plaza de España, en Zaragoza los tres grandes proyectos existentes están paralizados. El grupo Quirón tenía un plan para convertir el campo de fútbol de La Romareda en una gran clínica de referencia. No hay que olvidar que la alargada sombra de Ramón y Cajal siempre ha seducido a cientos de jóvenes iberoamericanos, que han estudiado en esta facultad de Medicina, y que el nivel profesional sanitario es muy alto. Se trata de 200 millones de euros de inversión que, naturalmente, tienen que someterse a las normas y garantías, pero ni siquiera hay normas, y está paralizado. Tampoco parece que haya atisbo de l a inversión de 200 millones en un plan general de viviendas. Y lo mismo puede decirse de la transformación de la antigua fábrica Pikolín, porque parece que suscita desconfianzas que aquello se convierte en un centro comercial outlet.
Es comprensible el escrúpulo ante estas operaciones de cambio de uso, que han sido, en el pasado, objetos de pelotazo, pero entre el escrúpulo y la parálisis debería haber un término medio, que permitiera el desarrollo, porque de aplicar esta doctrina a todo llegaríamos a la conclusión de que la manera de evitar totalmente los accidentes de tráfico sería prohibir totalmente la circulación de vehículos.
El alcalde, Pedro Santisteve, es un hombre bienintencionado, profesor en la universidad , y muy preocupado por los derechos de los presos, y por ello recibió la Medalla al Mérito Social de la Diputación General de Aragón. Es líder de Zaragoza en Común, que agrupa a Podemos, Izquierda Unida, Equo, Puyalón de Puchas y Piratas de Aragón. Teniendo en cuenta que la piratería es una acción marítima, Piratas de Aragón suena a montañeros del mar, pero no se trata de semántica, sino de política. Algunos de los componentes de este conglomerado, cuando les fue impuesta la banda de concejal, a la salida, improvisaron con la banda un cachirulo en la cabeza, dando a la toma de posesión un divertido aire de tuna. En este infantilismo de los primeros momentos, hay que anotar el ondeamiento de la bandera griega en la fachada del Ayuntamiento, importante ayuda al pueblo griego, que no ha dado muchos resultados porque el gobierno liberalizador de Syriza les va a a quitar un 35% a las pensiones de los jubilados, lo que les habrían quitado si el Ayuntamiento de Zaragoza no hubiera puesto la bandera griega.
En las pasadas elecciones, el PP fue el partido más votado, tanto en Zaragoza como en el resto de Aragón. Sin embargo, está en la oposición. Los votos de la marca Podemos auparon como presidente de Aragón al socialista Javier Lambán, que tiene amplia experiencia en la gestión municipal, como concejal y presidente de la Diputación Provincial de Zaragoza. Y, en el Ayuntamiento de Zaragoza, los socialistas apoyaron a Pedro Santisteve, bienintencionado, pero sin experiencia de gestión, y maniatado por la presión de sus apoyos, como el intento de cambio de nombre de Príncipe Felipe a un pabellón deportivo.
Santisteve debe sufrir, no solo a la oposición del PP, sino al fuego amigo del PSOE, cuyo líder tiene experiencia municipal y aprovecha su ventaja. Por su parte, Lambán, además de sufrir los ataques de la oposición de los populares, tiene que soportar la presión de los podemitas, que se quejan de que sus colegas le hacen la vida imposible al alcalde. De la boda de socialistas y podemitas han nacido, pues, dos cuñados que cambian de actitud. Si la convivencia entre cuñados familiares no suele ser buena, imaginemos lo que pueden se los cuñados políticos. Mientras tanto, Zaragoza espera un autobús. Y que los que llevan más de medio año en el poder municipal descubran que los puestos de trabajo los crean los empresarios. Ocurre en todo el mundo occidental, excepto en Cuba, Corea del Norte, y algunas zonas de China.
Espero que el símbolo no sea el restaurante Rogelio, frente a la Romareda, en cuyas mesas se sentaron los jerifaltes de todos los equipos de primera división , y cuya puerta parece observar con melancolía un campo de Primera para un equipo de Segunda. Porque Zaragoza siempre ha tenido pulso y redaños para ser una ciudad de primera.
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