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Análisis

El grito del atrincheramiento: «Los buenos somos nosotros»

Desde que saltó el caso del espionaje, Casado siempre ha ido a rebufo de los acontecimientos. Cien horas de decisiones erróneas y acusaciones sin pruebas. Su dimisión es un clamor

Quiénes son los barones del PP

Editorial ABC | Casado, una dimisión obligada

La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, y su jefe de Gabinete, Miguel Ángel Rodríguez Efe
Juan Fernández-Miranda

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Todo comenzó pasadas las nueve de la noche del miércoles. Cinco días después, gracias a una desastrosa gestión de crisis, el PP está contra las cuerdas. Aquella noche, menos de media hora después de que se conocieran las maniobras de espionaje impulsadas ... desde el PP contra Isabel Díaz Ayuso el partido movió ficha. No había pasado una hora cuando difundieron un escueto comunicado para desmentir «tajantemente» las «falsedades» y anunciar medidas judiciales. El PP se precipitó enviando ese comunicado. Primero, porque propició que toda la prensa nacional se sumara al tema esa misma noche; y segundo, porque no dijo la verdad: sí hubo maniobras, como confirmó el detective al que contactaron y como se deduce de la dimisión-cese de Ángel Carromero en la tarde siguiente. No habían pasado 24 horas y el PP estaba atrapado por sus contradicciones. Pero hay más. La segunda decisión que el PP tomó esa noche fue cancelar las comparecencias rutinarias previstas en la mañana del jueves en radios y televisiones. Tras el comunicado errático, el silencio público.

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