Crisis del coronavirus

El independentismo echa por tierra el pretendido consenso de Sánchez

ERC exige la recuperación de la mesa de diálogo en plena pandemia y el Govern reclama introducir la autodeterminación en la ecuación

Sánchez se reunió con la portavoz de Bildu como un partido más ABC | Vídeo: Govern condiciona los Pactos de la Moncloa a la autodeterminación (EP)

La búsqueda de consenso emprendida por Pedro Sánchez nace herida de muerte. Si anteayer las primeras reuniones entre el presidente del Gobierno y dirigentes de la oposición dibujaban un panorama repleto de obstáculos , ayer directamente el tablero diseñado por La Moncloa comenzó a resquebrajarse. El Ejecutivo todavía aspira a que pueda producirse una primera reunión en la que, salvo Vox y la CUP , estén todos los partidos políticos. Eso dependerá de lo que suceda el lunes. Finalmente ayer logró cerrarse un encuentro entre Pedro Sánchez y Pablo Casado . Pero que de ese formato pueda salir consenso alguno se antoja prácticamente imposible.

Que el PP decida participar de este foro no es sencillo. No solo por la desconfianza manifestada entre Sánchez y Casado, sino porque con ello se participaría en un espacio en el que los socios nacionalistas e independentistas del Gobierno acudirán con sus posiciones de máximos y solicitando al presidente que olvide a toda formación política a su derecha y reedite la mayoría que cristalizó en la investidura del mes de enero. El Ejecutivo, por el momento, no accede a esa petición, con el objetivo de dar la vuelta a las críticas por su gestión unilateral de la crisis. La portavoz del Gobierno, María Jesús Montero , defendió ayer que el PP es «una pieza fundamental» en esta propuesta y dijo confiar en que «se sume a la iniciativa».

Ayer ERC accedió a participar, pero marcando distancias de entrada. Su portavoz en el Congreso, Gabriel Rufián , y el jefe del Ejecutivo mantuvieron una videoconferencia durante 55 minutos. Y los independentistas optaron por marcar perfil y alejarse de una salida que pase por un entendimiento con el principal partido de la oposición, el PP. Además, desde el Gobierno catalán exigen introducir «el derecho de autodeterminación» en el seno de la mesa de reconstrucción social y económica .

Un órdago imposible de compatibilizar con la mano tendida de Ciudadanos (Cs) y la pretensión de atraer a los populares a un gran acuerdo. Y ahí radicó ayer la estrategia de Rufián, que buscó situar a Sánchez ante el dilema de mantener las alianzas que le hicieron presidente o buscar nuevos socios a su derecha. Aunar a todos en el mismo barco parece imposible, pero Sánchez desea que el barco al menos zarpe de puerto. Antes de que algún integrante decida saltar por la borda. O sea empujado a ello.

El Gobierno quiere que el PP esté para vender unidad. Pero a la vez evita contrariar a sus socios naturales

En medio de una emergencia sanitaria que ya se ha cobrado la vida de más de 19.000 compatriotas, Rufián reclamó ayer la recuperación de la mesa de gobiernos para resolver el «conflicto político» que según él existe entre Cataluña y el resto del Estado. Es compatible, dijo, «hablar de salvar vidas y hablar de política». Eso sí, no quiso fijar fecha en el calendario porque no es partidario de «poner sogas al cuello».

Cualquier aspecto que rezume algo del consenso vivido en la Transición espanta al soberanismo. «No repetiremos los errores y estafas del 77» , subrayó ERC en un contundente comunicado, y reiteró posteriormente en una rueda de prensa telemática su portavoz en el Congreso.

«Régimen del 78»

Misma postura trasladan desde EH Bildu , coalición heredera de la ilegalizada Batasuna. Su portavoz en la Cámara Baja, Mertxe Aizpurua , con quien Sánchez se reunió sin objeción alguna, aceptó participar en acuerdos que favorezcan «a los más vulnerables», pero nunca a «fortalecer el régimen del 78». Términos similares a aquellos en los que se expresaron el día anterior Laura Borràs ( Junts per Catalunya ), Íñigo Errejón ( Más País ) y Néstor Rego ( BNG ).

El anhelo de Rufián es precisamente canalizar ese sentir común de nacionalismo y populismo, y convencer al Gobierno de dar la espalda a una salida pactada con todas las fuerzas y de limitar la reconstrucción a «la mayoría de la moción de censura» . «Con Vox y sus amigos, el PP y Ciudadanos, es difícil», ironizó Rufián, que sin embargo sí reconoció un «viraje» de Inés Arrimadas del que quiso poner en duda «su duración». El diputado republicano es perfectamente consciente de que si Cs apoya los Presupuestos Generales del Estado , su partido pierde la llave de la gobernabilidad. Además de quitar trascendencia a otros minoritarios que, como Más País, reclamaron también no mirar a la derecha.

El Gobierno intenta mantener un pie en cada orilla. No quiere perder a sus socios originales, pero quiere darle un cariz menos partidista a este momento político. Algo de lo que figuras de peso en el Ejecutivo son muy partidarios. No obstante, la presión ideológica de Podemos desde dentro de La Moncloa para diseñar la respuesta a la crisis siempre escorará el barco hacia los nacionalistas, independentistas y minoritarios de izquierdas.

La pandemia es prioritaria

El Gobierno descartó ayer que retomar la negociación entre el Estado y la Generalitat pueda tener lugar en estos momentos. La portavoz Montero defendió que en la actualidad el Gobierno «da prioridad absoluta a todos los asuntos relacionados con la pandemia». Pero compensó asegurando que «cuando acabe» la pandemia se tendrá «la capacidad de reanudar todos los proyectos políticos, entre ellos las mesas de diálogo». «Una cuestión no es incompatible con la otra».

Queda claro en cualquier caso que la participación del secesionismo en la mesa de reconstrucción, si se produce, no será franca ni leal. Rufián, que vio cómo su partido lo desautorizaba tras mostrarse en las primeras semanas de esta crisis en modo colaborativo -no es momento de hablar de autodeterminación, llegó a decir-, lo dejó claro ayer. Y otro tanto se hizo desde el Gobierno catalán. Si la crisis del Covid-19 está barriendo como una ola por encima de todas las formaciones, obligadas a modificar estrategias y a modular su discurso, esto es especialmente incómodo para Junts per Catalunya y Esquerra Republicana -sobre todo los primeros-, partidos a los que el estallido de la emergencia ha arruinado el que había venido siendo su único eje de actuación y discursivo: la independencia de Cataluña.

Pugna independentista

En este escenario sigue presente la descarnada lucha entre neoconvergentes y republicanos por la hegemonía «indepe», algo que en el actual contexto, y no es novedad, ha llevado a Junts a arrastrar a ERC a posiciones de mayor dureza precisamente en un momento en el que todo el desgaste por la gestión de la crisis en Cataluña recae en las consejerías en manos de los republicanos.

Desde el Gobierno catalán, el tono es el mismo que gasta Laura Borràs (JpC) en el Congreso. Rechazan la invitación de Sánchez si de lo que se trata, explican, es de «blanquear el régimen del 78», tal y como señaló ayer la consejera de Presidencia y portavoz del Govern, Meritxell Budó . «Si vamos a unos pactos en los que Cataluña pueda reclamar también su derecho a la autodeterminación, estaremos allí», apuntó. La posición de JpC es coherente con la del presidente de la Generalitat, Quim Torra , que recuerda que su Gobierno sigue siendo un ejecutivo de corte independentista, y que piensa defender la autodeterminación en todos los ámbitos en los que lo convoquen. Son los apoyos de Sánchez.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación