Salvador Sostres
La impostura y el precio
Todo en la CUP es impostura, retórica de niños consentidos para llamar la atención a lo abertzale, naturalmente sin la parte del riesgo y el miedo, aunque esto probablemente tengamos que agradecérselo.
La impostura de hacerse los harapientos para exagerar su reivindicación social es una burla a la miseria porque en su inmensa mayoría son hijos de burgueses que tienen la vida resulta. Sus exigencias serían más creíbles si alguna vez hubieran dado algo de lo mucho que tienen. También es mentira su apelación a la democracia, que sólo usan como arma contra España, cuando luego los regímenes con los que se identifican son el de Maduro o el de Castro , y Otegi es su líder español más admirado. Es fraudulenta la desobediencia de la que presumen, y su rebeldía un calculado fraude para engañar a los independentistas de buena fe.
El reciente espectáculo mediático del concejal de la CUP, Joan Coma, ha consistido en no acudir a la llamada del juez para forzar su detención y poder decir que España le persigue y pisotea sus «derechos políticos», cuando precisamente la democracia se basa en que todos por igual nos sometamos a la acción de la Justicia. Además, tal como tenía previsto desde el principio, ha acabado cantando como el pollito Pío en la Audiencia Nacional tras pactar su detención con los Mossos, porque toda la épica de la que quiso revestir tan penoso happening fue una patraña: y mientras Coma se hacía el héroe simulando las agallas del rebelde, había pactado con la policía un lugar de entrega, al que se presentó con sus seres queridos para hacer la pantomima del que no volverá a ver a su familia, cuando sabía perfectamente que su detención duraría sólo un día y que él mismo la habría podido evitar comportándose como un ciudadano libre y responsable de sus actos, o bien como un auténtico bandolero, escondiéndose en las montañas.
Puestos a hablar de la reforma de la Constitución, supongo que también el Código Penal tendría que poder ser revisable; y a la luz de estos acontecimientos, y de otros acontecimientos como éste, que llevamos soportando desde hace tanto tiempo, es evidente que vacilarle al Estado es algo casi gratis en España y no tendría que serlo. Por temor a parecerse al franquismo, se aprobaron en su momento unas leyes de plastilina que parecen llaman al choteo. Y un Estado es otra cosa, otra cosa más seria.
Quien quiera jugar a héroe, que pague el precio.
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