Iglesias asume un apagón mediático para no perjudicar la negociación

La estrategia ha sido coordinada con el PSOE para «proteger» el pacto de gobierno de coalición

El presidente del Gobierno español en funciones, el socialista Pedro Sánchez (i), y el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, se abrazan en el Congreso tras firmar un acuerdo para la formación de un Ejecutivo, el 12 de noviembre EFE

Gregoria Caro

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El apagón calculado y «subyugado» –según tildan los más críticos– que le reprochan a Podemos no es más que una disfrazada estrategia de coordinación pactada con el PSOE para que nada «interfiera» en el acuerdo de Gobierno de coalición que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias sellaron con un abrazo en noviembre. Callar deliberadamente es diferente a no querer hablar y este silencio es más elocuente que cualquier empacho de declaraciones. Son los dos pasos para atrás antes de dar el gran salto al Palacio de la Moncloa.

El acuerdo para la estructura del Gobierno de coalición ya está cerrado. Los tercetos negociadores de PSOE y Podemos trabajan en estos momentos para superar los obstáculos, sobre todo en materia económica, explican fuentes conocedoras de la negociación, que están encontrando en la redacción del documento programático. Fuentes de la cúpula de Podemos subrayan a ABC que el mutismo mediático es la «única» forma para «proteger» la negociación y tenerla «lo más controlada posible». Y este mandato de la dirección se cumple rigurosamente.

Un alto dirigente de Podemos explica que no quieren «alimentar con intervenciones de los portavoces la e speculación sobre hipotéticos escenarios » y considera «ya habrá tiempo de contarlo» cuando esté resuelto. La tesis que defienden es que para que el acuerdo salga adelante hay que «negociar, ser discretos y no generar disputas en los medios » aunque admiten que eso pueda ser negativo para los medios que «tienen que llenar espacios».

Ocho intervenciones de Iglesias

Desde que el 12 de diciembre se cerró el acuerdo, las intervenciones del secretario general de Podemos se pueden contar con las manos. Una, el día 12 de noviembre cuando firmó el acuerdo con Sánchez; dos, un tibio tuit cuando el día 19 se conoció la sentencia del caso de los ERE; tres, unas declaraciones en la Universidad Complutense de Madrid tres días después, donde empujó al Gobierno a aceptar la mesa de diálogo que exige el soberanismo ; cuatro, cuando apremió desde la Cumbre del Clima a PSOE y ERC a llegar a un acuerdo antes de fin de año; cinco, en los actos conmemorativos del Congreso el día de la Constitución; seis, en la «repromoción» de su libro en el Congreso; siete; tras la ronda de consultas con el Rey donde volvió a meter prisa y ocho, otro tuit para valorar la resolución del Tribunal de UE sobre la inmunidad de Oriol Junqueras.

Además, el partido no convoca una rueda de prensa en su sede nacional de Madrid desde el 18 de noviembre, los diputados se han vuelto más escurridizos de lo normal en los pasillos del Congreso, se han reducido las intervenciones de sus dirigentes en medios e incluso han mermado sus mensajes en las redes sociales. Aunque cabe señalar que únicamente el 3 de diciembre , después de un titular en el diario «El País» que decía «Sánchez e Iglesias pactan una política económica continuista que calme a los inversores», el partido cerró cuatro entrevistas a primera hora en diferencias medios de comunicación donde sus portavoces Noelia Vera e Ione Belarra defendieron que durante las reuniones con la terna socialista no iban a renunciar a medidas con las que han hecho bandera durante la campaña como, por ejemplo, la intervención de los precios del alquiler en «zonas tensionadas». Coordinación sí, pero no sumisión, aclararon desde el entorno de Iglesias.

Aunque en el partido valoran que la actual atmósfera es muy diferente a lo que se vivió en las dos negociaciones de investidura fallidas de verano. Explican que la actitud «negociadora» de los socialistas es hoy muy diferente a las jornadas de filtraciones, ruido y desconfianza que preceden. Por lo que se confirma, según apostillan, que «el PSOE no quería negociar» entonces.

Disonancias en el grupo

A pesar de la estrategia del silencio siguen surgiendo disonancias con el resto de actores de Unidas Podemos. Es el caso del portavoz de los comunes en el Congreso, Jaume Asens , que se saltó el patrón. Tras la resolución del TJUE pidió la libertad de los presos del «procés» y junto el coordinador estatal de Izquierda Unida, Alberto Garzón , pusieron en duda la imparcialidad de la Justicia española. Unas declaraciones que irritan tanto en Podemos como en el PSOE. Los comunes e IU también tendrán un ministerio y son precisamente ese tipo de conflictos los que Podemos intenta evitar.

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