Rescatados en Malasia

«Nos hemos vuelto capitanes de barco entre mareas y sol»

Tras ser rescatados en aguas de Malasia, Marta y David llegan a España y se reúnen con sus familias

Marta y David se abrazan a sus familiares tras su vuelta a España JOSÉ RAMÓN LADRA

ESTHER BLANCO

Una pancarta enorme escondía a los más pequeños. Tras ellos, el resto de familiares, que contaban los minutos de retraso de un vuelo que aterrizó media hora tarde. Entre vítores y llantos, y con un «¡Bienvenidos! Nunca dejamos de creer, os queremos» de colores, llegaron Marta Miguel y David Hernández a Madrid. Sus familias les esperaban en el Aeropuerto de Adolfo Suárez-Madrid Barajas siete días después de su rescate en aguas del mar de China. Entre algunos familiares del joven madrileño la espera dejó algún «¡cómo se hacen de rogar! Qué paliza le voy a dar a mi chico».

Desde Londres, y tras un día y medio de viaje, estos náufragos se han abrazado a sus seres queridos. Algunos llegaron desde Valencia -ciudad natal de la madre de David-, en un viaje de ida y vuelta, para abrazar a estos dos jóvenes después de su odisea. «Tenemos ganas de recibirlos, de darles un achuchón, de ahogarles… Nunca hemos tirado la toalla, siempre hemos sabido que esto iba a salir bien», explicaba minutos antes del encuentro Eva, prima de David.

Sandra, la hermana de este madrileño, no escondía su alegría. «Llevan horas de retraso y no aguantamos más la espera, pero bueno. Estamos todos muy bien y muy contentos. Yo solo tengo ganas de llorar de la emoción », contó. Su padre tampoco escondía sus ganas de tenerle cerca. « Simplemente poder abrazarle, no quiero nada más . Eso, e intentar olvidar, o al menos relegar esto a un segundo plano», confesó. Una llamada le avisó el pasado 9 de mayo de que David se encontraba a salvo: «Mi mujer y mi hijo no fueron capaces de localizarme, y me tuvo que llamar el padre de Marta para decirme que los habían encontrado y que estaba todo perfecto». Sobre los días vividos, este hombre reconoce que «hace días ya que la tristeza dejó paso a la risa».

Confianza entre los amigos

Un día de emociones también para los amigos de Marta, que reconocen que «siempre creyeron». « Ha sido una montaña rusa de emociones. Los primeros días fueron de llorar y no querer creérnoslo; luego pensamos que era posible y que solo podían estar vivos... Cuando nos dijeron que les habían encontrado fue como "dios, la mejor noticia que nos ha podido pasar en todo el año". Han sido y son luchadores, lo han pasado muy mal pero no podía haber terminado de otra manera. Nosotros teníamos mucha confianza y aquí estamos para celebrarlo», confesaron Marta y Begoña, amigas de la joven.

Pasadas las cuatro de la tarde, el esperado abrazo. Las puertas de llegadas de la Terminal 4 se abrieron y Marta se echó en brazos de sus amigos. Visiblemente nerviosa, las lágrimas apenas le permitían hablar. «No esperábamos todo esto, pero gracias a todos, de verdad. Estoy sin palabras », fueron las primeras frases de la joven tras posar sus ojos en la multitud que les esperaba. Ambos tienen muy claro que «estar unidos» es lo que les salvó. «Nos aferrábamos al grupo y nos dábamos fuerza el uno al otro , y es por eso por lo que hemos podido salir adelante», explicó Marta. Una supervivencia que, en parte, tuvo éxito por su idea de destilar agua salada para tener algo que beber; pero no se siente salvadora de nadie. «Sobrevivimos por el poco agua que bebíamos y tres pececillos que se colaron en la lancha, que yo no diría que estaban muy buenos pero había que comerlos», narró la joven.

«No era nuestro final»

Un naufragio lleno de optimismo que ninguno de los dos pensó que fuese a terminar mal. «Nunca perdimos la esperanza» , confesó Marta. Para David «no fue un paseo», pero tampoco pensó que fuese a terminar mal. «Yo decía que este no podía ser nuestro final. Esa fue la clave, pensar en positivo. Saber que antes o después iba a sonar la flauta y sonó, tocó... Y ¡qué agradable escuchar esa música!», explicó David. Al hacer memoria de sus once días a la deriva ambos reconocieron que la noche fue su rival más duro, pero a él le quedan ganas de bromear después de pisar tierra firme. «¡Yo no sabía pescar! Pero... nos hemos vuelto capitanes de barco entre mareas, vientos, estrellas y sol... La verdad es que ha sido una experiencia y ya por fin en España», contó entre risas el joven madrileño. Ahora estos españoles disfrutan de su familia, aunque no saben por cuánto tiempo. «Nos gustaría mucho volver. Ahora mismo no tenemos fecha de vuelta. Allí tenemos un gran grupo de amigos que nos quieren mucho tambié n », admitió Marta. Una decisión que no les parece mal a sus allegados. «Es su aventura, lo que les ha pasado ha sido mala suerte pero está claro que tienen su vida allí y van a volver a seguirla», concluyó Sandra, la hermana de David.

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