Los guiños al nacionalismo vasco de la toma de posesión de María Chivite en Navarra
Ningún mandatario, salvo el lendakari vasco Urkullu, quiso estar presente en la consumación del pacto entre socialistas y nacionalistas
Nadie pone en duda que las costumbres vascas forman parte de la cultura navarra y se sienten de manera importante en una parte de la Comunidad Foral. Pero también es cierto que el euskera , según datos del propio gobierno nacionalista anterior es hablado por el 6,7% de la población navarra, un porcentajeque se reduce al 2,9% si la población se limita a Pamplona.
Por eso, llamó ayer la atención que a lo largo del acto de toma de posesión de María Chivite como presidenta del Gobierno de Navarra sólo se entonaran canciones vascas como el «Agur Jaunak», una pieza del cantautor vizcaíno Benito Lertxundi y el «vasco-navarro soy» empleada en una película de los años 50 sobre el tenor Julián Gayarre. No fue mal visto el «Aurresku» de honor brindado a la nueva presidenta del Ejecutivo navarro. Pero sí que supo a poco sin hacer ningún guiño al 93,3% de la población que se sentiría más identificado con cualquiera de las jotas que abundan por la geografía navarra u otras piezas más locales.
La toma de posesión de María Chivite celebrada ayer en el atrio del Parlamento de Navarra fue un continuo guiño al nacionalismo vasco . No en vano, Geroa Bai, marca navarra del PNV tiene casi tantos parlamentarios como los socialistas en la Cámara foral, 9 nacionalistas frente a los 11 del PSN. Esta cercanía al nacionalismo vasco se vio también reflejada en las palabras del secretario de organización del PSOE, José Luis Ábalos, que acudió ayer a Pamplona en representación de la dirección federal de los socialistas. Respecto al PNV, «tenemos una agenda muy avanzada. Pero lo que importa más allá de la agenda es la actitud y la actitud de estas formaciones es muy positiva a la gobernabilidad», afirmó el también ministro de Fomento en funciones respecto a la posible investidura de Pedro Sánchez.
De manera que los guiños al nacionalismo vivido ayer en Pamplona tenían una doble intención: buscar una cierta estabilidad en el Gobierno foral, pero también sumar los 6 escaños con los que cuenta el PNV en el Congreso de los Diputados.
«Un honor y un reto»
No obstante, la ya presidenta del Gobierno de Navarra, María Chivite, aseguró durante su discurso que asumía la responsabilidad como «un honor, una responsabilidad, un reto; una oportunidad para trabajar por una Navarra que, desde su marco institucional y con lealtad al resto de instituciones forales, españolas y europeas, avance en materias fundamentales para abordar los retos a los que nos enfrentamos como sociedad».
A pesar de los intentos por disimular la dependencia de este Gobierno navarro del nacionalismo vasco, ya que los votos de Geroa Bai y los indispensables en forma de abstención de Bildu para que Chivite haya sido nombrada presidenta, el mensaje de los socialistas no parece haber calado demasiado en las comunidades vecinas, visitantes habituales de las tomas de posesión en Navarra, y el Lendakari, Íñigo Urkullu fue el único mandatario que acudió a Pamplona. Desde La Rioja acudió el presidente del Parlamento como única representación, y desde Aragón, región que más frontera comparte con Navarra y que cuenta con gobierno socialista, no acudió nadie.
De hecho, Urkullu mostró su voluntad de «seguir colaborando» en los 18 ámbitos suscritos por el anterior Ejecutivo nacionalista navarro y resaltó que en Navarra «se ha dado un acuerdo entre diferentes sustentado en un acuerdo programático que ya se dio en la legislatura pasada», lo que no hace más que evidenciar que el nuevo Gobierno de Navarra no pasa de ser una continuación del anterior como ya resaltó la semana pasada Bildu.
No pasó desapercibido ayer que ningún dirigente de Bildu felicitara a la presidenta socialista, como tampoco ocurrió el pasado viernes. En cuanto terminó la toma de posesión, los dos representantes de de la formación abertzale que estuvieron presentes, Bakartxo Ruiz y Mayorga Ramírez, abandonaron el atrio del Parlamento y subieron a sus despachos mientras María Chivite fue felicitada por el resto de representantes políticos.
Conversación con Bildu
Eso sí, antes del inicio de la toma de posesión, la portavoz de Bildu, Bakartxo Ruiz, y el secretario de organización del PSN, Ramón Alzórriz, tuvieron tiempo de intercambiar unas palabras. Ambos dirigentes fueron los que llevaron el peso de las conversaciones en sus respectivos partidos a lo largo de las negociaciones que, por separado, llevaron a la investidura de María Chivite.
Posiblemente Bakartxo Ruiz le recordó que para llevar adelante la legislatura tendrán que hablar y negociar. Y Alzórriz le contestóque la propia María Chivite reconoció la semana pasada que así tendría que ser.
El resto del discurso de la nueva presidenta del Gobierno de Navarra no dejó de ser una serie de frases típicas e institucionales bellas en la oratoria pero con escaso contenido real.
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