«Falta de implicación» y «nulo rendimiento», las duras acusaciones del bufete hacia Albert Rivera

En un comunicado interno a sus socios, la firma Martínez Echevarría reprocha al exlíder de Ciudadanos sus ansias de protagonismo y desconocimiento de la organización empresarial

Alberte Rivera llevaba dos años trabajando en el bufete Martínez Echevaría

S.E.

Lo que parecía una salida consensuada en busca de nuevos proyectos, algo muy legítimo en la trayectoria profesional de cualquiera, se ha tornado en un cruce de acusaciones entre el exlíder de Ciudadanos Albert Rivera, y el bufete de abogados Martínez Echevarría, donde hasta hace un par de días el político prestaba sus servicios. Al menos supuestamente, porque a tenor de un comunicado interno de ese despacho, el exdirigente de la formación naranja habría pasado por allí durante los últimos años sin pena ni gloria en lo que a productividad se refiere.

El acuerdo amistoso entre el también dirigente de Ciudadanos José Luis Villegas y Rivera, por un lado, y la firma de abogados por otro, parece, a día de hoy, imposible. «Bajo rendimiento», «nula influencia», «clientes inexistentes» son solo algunas de las acusaciones que desde dentro del despacho se profieren contra Rivera y Villegas, que reclaman todas las cantidades que se les adeudan hasta 2025, fecha hasta la que supuestamente estaba en vigor el contrato que firmaron con la promesa de unos objetivos que ni uno ni otro han cumplido.

En el comunicado que el despacho envió el martes por la tarde a sus socios y directivos, se señala que ayer mismo la firma pensaba haber comunicado en una comida a ambos su decisión de no proseguir la relación por su «falta de implicación». «Aunque sabíamos de su completa inexperiencia en nuestro sector, a todos nos ha sorprendido su inactividad, su falta de implicación, interés y su desconocimiento más elemental del funcionamiento de una organización empresarial», apunta.

Pero hay más: el bufete reconoce que los letrados que prestan sus servicios en él no están acostumbrados a «discursos vacíos» y «exigencias de protagonismo tan acusadas» e impropias entre compañeros de un mismo despacho.

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