Perfil
Diego Torres, el acusado más locuaz del caso Nóos
El exsocio de Iñaki Urdangarín comparece ante el tribunal en la tercera semana del juicio
Los cinco años transcurridos desde que se inició el caso Nóos han hecho mella en casi todos los acusados, en especial en sus rostros. Algunas expresiones faciales delatan noches sin dormir, cansancio, preocupación, ansiedad y quizás a lo mejor también alguna lágrima. Una de las pocas excepciones en ese sentido sería la de Diego Torres (Mahón, 1965), pues el exsocio de Iñaki Urdangarín parece haber soportado algo mejor el peso de la presión mediática y procesal. Su imagen física ha ido cambiando a lo largo de estos años, por ejemplo por lo que respecta a su peinado, pero uno lo atribuiría quizás más a una consciente decisión personal que a cuestiones anímicas.
Torres conserva aún esa pulcritud y esa elegancia en el vestir —como de «gentleman» inglés— que siempre le han caracterizado, a pesar de las dificultades económicas por las que está pasando ahora. Si hace años se hablaba a menudo del magnífico velero o del coche de lujo que poseía, en estos últimos meses se ha hablado sobre todo de las sucesivas peticiones hechas al juez José Castro , para que permitiera desbloquear parcialmente una cuenta de Torres en Luxemburgo. Como ocurre desde hace años con miles de familias españolas, Torres apenas puede cubrir ahora los gastos cotidianos del día a día.
Otro rasgo distintivo de Torres es que, en este juicio, es la persona que seguramente puede presentar un mejor currículum. A nivel académico, se entiende. Así, es licenciado en Ciencias Empresariales y doctor en Management Sciencies por la prestigiosa Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas (ESADE). Además, posee experiencia profesional en Estados Unidos, donde trabajó como consultor varios años, y por supuesto también en España, como antiguo profesor asociado de ESADE. Fue en ese centro donde, precisamente, conoció al esposo de Doña Cristina . Él como maestro, Urdangarín como alumno. A nivel pedagógico, se entiende.
Poco después, ambos empezaron a colaborar, con la creación en 2003 del Instituto Nóos, proyecto al que luego seguirían otros. La relación laboral y de amistad entre Torres y Urdangarín duró poco más o menos un lustro. Así que cuando empezó la instrucción del caso Nóos ya no se hablaban. Y siguieron sin comunicarse hasta hace unas pocas semanas, cuando empezó la vista oral de esta causa. Seguramente ha contribuido a esa nueva etapa de distensión el hecho de que ambos se sienten juntos, uno al lado del otro, algo que continuará así a lo largo de todo el juicio.
Algo parecido ha ocurrido, a un nivel más general, entre la fase de instrucción y el inicio de la vista oral. En aquella primera fase, Torres no estaba tampoco especialmente comunicativo. De hecho, se acogió a su derecho a no declarar ante el juez Castro. Sin embargo, poco a poco, con el tiempo, fue rompiendo su silencio, hasta el punto de que ahora se puede afirmar que Torres es, con diferencia, el más locuaz de los 17 acusados del caso Nóos , el único que además ha concedido generosas entrevistas a los medios para hablar sobre su actuación. Su abogado, Manuel González Peeters , incluso avanzó la pasada semana que su cliente respondería a todas las preguntas que se le hicieran. Pese a ello, de momento este martes, ante el fiscal Pedro Horrach , no ha sido exactamente así.
Además de locuaz, Torres es hoy la persona que seguramente posee mayor información sobre el caso Nóos, con permiso de los acusadores, los abogados y el tribunal, por supuesto. Desde hace tiempo, Torres tiene en su poder miles de documentos relativos a esta causa, incluidos determinados correos que hace unos años se hicieron muy populares, casi más en las páginas de sociedad que en las de tribunales. En ese sentido, no sabemos si deberían de preocuparnos más los correos que ya conocemos o los que aún nos quedan por conocer. «Tengo discos duros que deben tener otros 500.000 documentos que no he podido ni leer», afirmó hace unas semanas en una entrevista en La Sexta. En ese momento, no era fácil distinguir si sus palabras eran sólo una mera constatación, un comedido lamento o una velada llamada de atención.
En sus declaraciones previas a la vista oral, Torres parecía desear sinceramente lo mejor para todos los acusados y también para quienes no se sientan en el banquillo. «Yo no debería haber desestabilizado a nadie con estos correos», afirmó. Pero al mismo tiempo ha venido sosteniendo que la Casa del Rey conocía las actividades que realizaba Nóos. Torres también afirmó que Urdangarín es «una bellísima persona», pero al mismo tiempo dijo que no volvería a asociarse con él. «Yo creo que Urdangarín es tan inocente como yo de todas las cosas de que nos acusan», señaló más adelante, pero al mismo tiempo quiso dejar claro que en su caso personal, a diferencia de lo ocurrido en Aizoon, nadie «ha encontrado facturas de clases de salsa, ni facturas de viajes a Roma para ver partidos de fútbol ni safaris a África». De alguna manera, Torres ha ido defendiendo en cada declaración ante los medios una posición y al mismo tiempo la contraria . Actuar de ese modo no suele ser extraño en la vida real —pensemos por ejemplo en las negociaciones para la posible investidura de Pedro Sánchez—, pero quizás sea algo más difícil poder conciliar determinados antagonismos también ante un tribunal.
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