Diciembre clave en Canarias: el número de llegadas pondrá a prueba a Marlaska

«Este mes veremos si las rutas siguen abiertas», avanzan desde Salvamento Marítimo

Inmigrantes en Arguineguín tras ser rescatados por Salvamento Marítimo EFE

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El polvorín migratorio en Canarias estalló el 17 de noviembre. Aquel día, hace apenas dos semanas, la alcaldesa de Mogán, en Gran Canaria, rompió la baraja al ver cómo 200 inmigrantes que estaban hacinados en el muelle de Arguineguín fueron desalojados sin destino ni un lugar donde dormir. El riesgo, ante la falta de medidas anunciadas por el Gobierno para aliviar el caos migratorio, era que estas personas acabaran merodeando sin rumbo por las calles de su municipio. Por eso, los montó en varios autobuses para plantarlos frente a la Delegación del Gobierno en Gran Canaria.

Después de la tempestad, que el Ejecutivo intentó atajar desplegando a sus ministros por Canarias, Marruecos y Ginebra, llegó la calma. Aunque es relativa. Hay menos pateras y el bautizado como «muelle de la vergüenza» está vacío. Pero sigue el goteo y ahora los inmigrantes aguardan en los hoteles y Centros de Atención Temporal de Extranjeros (CATE) a ser deportados o, en casos extraordinarios, trasladados a la Península. Esta semana, sólo entre lunes y viernes, llegaron más de 800 «sin papeles» al archipiélago por los 2.698 registrados en todo el ejercicio pasado. El repunte no es una buena noticia y preludia un mes de diciembre en el que dos factores marcarán el devenir de la situación: las condiciones climáticas y la efectividad o no de las negociaciones internacionales acometidas por el Ejecutivo.

Como hay menos pateras, también llegan menos avisos al centro de control de Salvamento Marítimo en Las Palmas. Allí han sufrido en noviembre el mes con más llegadas (8.157) , al menos, de los últimos 14 años. No ha habido un momento similar desde la crisis de los cayucos de 2006. Roberto Bastarreche es el jefe de dicho Centro de Coordinación y explica, en conversación con ABC, que todavía es pronto para valorar si el grifo de las pateras se ha cerrado. «La semana pasada hubo una llegada bastante masiva y creo que todavía es pronto para evaluar», analiza con cautela Bastarreche, que pone la mirada en las próximas semanas.

«Marruecos presiona»

«En Canarias, en esta época, hay momentos de calma en el mar. Cuando las borrascas se desplazan, llegan las calmas de diciembre y es en esas ventanas de buen tiempo cuando los inmigrantes magrebíes aprovechan para venir. Este mes pueden darse estas calmas y entonces veremos si siguen abiertas rutas migratorias como la de Dakhla [al sur de Marruecos]», pronostica el jefe de Salvamento en Las Palmas.

Uno de los integrantes de los equipos de rescate activados en la zona, y que prefiere guardar el anonimato, insiste en la misma idea, pero resalta la ascendencia que tendrá el matiz político. «Influirán muchos factores en que sigan llegando náufragos en mayor o menor medida. Las condiciones meteorológicas son muy importantes, pero el flujo migratorio también variará en función de las decisiones que tome Marruecos o la voluntad política que haya en España», añade el rescatador. Y estas dos posiciones, la de Marruecos y la española, confluyeron el 20 de noviembre en Rabat, cuando Marlaska y su homólogo en el reino alauí, Abdelouafi Laftit, se vieron las caras .

El ministro español, ante la prensa, admitió que había quedado «muy satisfecho» al término de la cita. Queda por ver si el ministro marroquí también lo hizo, porque dar carpetazo, al menos de momento, al problema migratorio en Canarias pasa por ahí. «Marruecos está presionando, detrás de las salidas masivas siempre hay una política de presión que llega desde allí. Si no es por una cosa, es por otra, pero siempre que vemos avalanchas hay una negociación detrás», sintetiza, basándose en la experiencia que dan años auxiliando náufragos desde primera línea, este efectivo de los equipos de Salvamento Marítimo.

«Hay una cosa cierta, si hay una llegada tan masiva como la que hemos tenido estos meses es porque hay un canal de llegada. En la zona en Dakhla parece que hay una ruta abierta. ¿Las razones que llevan a esto? Eso es algo que no nos compete a nosotros», zanja Bastarreche. Sin ir más lejos, el jueves arribaron al archipiélago casi 300 «sin papeles» repartidos en ocho pateras, y el viernes hicieron lo propio más de 250. «Les están dejando pasar, no hay duda» , revelan otras fuentes conocedoras de la situación consultadas por este diario, que también advierten sobre la dificultad de controlar esta parte del litoral marroquí, donde hay grandes playas con escasos núcleos de población.

Cifras elevadas

«Tras las grandes avalanchas, luego se relaja un poco la situación, baja la atención mediática porque disminuyen las cifras, pero siguen siendo superiores a las de años anteriores», lamenta el integrante de los equipos de rescate, quien admite que el ritmo de trabajo estas semanas es algo inferior, pero en ningún caso relajado: «Parece que ya no hay nada porque no hay tanto drama humanitario, pero vemos que la puerta se vuelve a abrir y que el drama sigue».

Pese a la tregua inicial, las pateras han vuelto. El ritmo de llegadas ha bajado algo, pero las embarcaciones siguen ahí, jornada tras jornada y algunos, como Onalia Bueno, alcaldesa de Mogán, no ven claro el futuro pese a los paños calientes que intentó poner el Gobierno una vez que el problema migratorio estaba desbocado. «La visita de Marlaska a Marruecos no ha surtido efecto , no puede estar satisfecho porque los inmigrantes siguen llegando», critica la regidora, que se mantiene atenta a la evolución de la curva migratoria: «Veremos las cifras, pero creo que esto va a ser continuo, como un río».

Diciembre será un buen termómetro para saber si finalmente la vía del sur de Marruecos, tras las maniobras del Gobierno hace dos semanas, deja de ser un coladero. La otra cara de la moneda es que también es factible que otras rutas ahora controladas, como puede ser la del norte, el Estrecho y Alborán, se reactiven en consecuencia. Lo único seguro es que las pateras no van a desaparecer.

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