Cataluña: Balance de una legislatura estéril

La cultura catalana, del maltrato económico al desplante ideológico

Aún escuece recordar que ni Torra ni Borràs acudieron a la capilla ardiente de Caballé

Sigue la reunión de Pedro Sánchez y Quim Torra en directo

Funeral de Montserrat Caballé EP

Esta funcionalidad es sólo para registrados

En una legislatura marcada por los gestos estériles y el ir y venir de pancartas, la cultura ha sido poco más que un pin en la solapa de Quim Torra; un elemento decorativo al que solo se le ha prestado atención para mal , con polémicas a cada cual más absurda. Que uno de los grandes gestos culturales de Torra haya sido anunciar -que no ejecutar- que retirará las pinturas murales sobre la Historia de España que decoran el salón de Sant Jordi del Palau de la Generalitat para recuperar las que Torres-García pintó en 1913 dice mucho de la altura de miras que el presidente catalán, editor de profesión, ha querido imprimir a su mandato.

Tampoco ha ayudado el baile de nombres el frente del departamento de Cultura, con dos titulares, Laura Borràs y Mariàngela Vilallonga , en menos de dos años, ni el rumbo errático de una cartera sumida en la dejadez desde hace ya demasiado tiempo. Tanto es así que Torra y su ejecutivo ha conseguido lo que ningún otro presidente ni conseller había conseguido antes: sacar de quicio a todos los sectores culturales y forzar el nacimiento de Actua Cultura, plataforma que agrupa a la gran mayoría de empresas del sector cultural catalán y que a principios de año emitió un comunicado para denunciar el trato «injusto e indecente» de la Generalitat y reclamar un mayor compromiso económico.

Y todo porque, a pesar de las sucesivas promesas electorales, el presupuesto que el gobierno catalán lleva años rozando lo puramente testimonial. Es más: congelada desde 2017, la partida cultural es de apenas 263, 5 millones de euros, un 0,65% del total. Una cifra que crecerá hasta los 301 millones de euros previstos en los Presupuestos de 2020 pero que queda lejos, muy lejos, de los 800 millones de euros que reclama el sector. O, dicho de otro modo, de ese 2% necesario para combatir la «desidia y la falta de consideración con respecto a la cultura», como puede leerse en el manifiesto de Actua Cultura.

En el terreno de lo práctico, durante los dos últimos años se ha conseguido desencallar la ampliación del MACBA (Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona) después de un fenomenal enredo que, ahí es nada, consiguió que dos departamentos de un mismo gobierno, los de Cultura y Salud, mantuvieran posturas enfrentadas, y la Generalitat se ha comprometido a aportar 2,5 millones de euros a la ampliación del MNAC (Museo Nacional de Arte de Cataluña).

La última consejera del ramo, Mariàngela Vilallonga, también ha recuperado el proyecto casi olvidado del Museo Nacional de Historia y Arqueología , tercero de los cuatro museos «nacionales» previstos en el Plan de Museos, pero no ha conseguido retener el archivo contracultural de Javier Mariscal, que puso rumbo a Santander el año pasado. Su predecesora, Laura Borràs, ya dejó escapar el archivo del arquitecto José Antonio Coderch , depositado por su familia en el Reina Sofía de Madrid, y sembró no pocas dudas sobre el futuro de otros legados como el de Anagrama.

Con todo, si por algo será recordada esta legislatura es por la cantidad de desplantes y desaires que han conseguido acumular tanto Torra como sus consejeras. Así, c uando falleció Montserrat Caballé en octubre de 2018, ni Torra ni Borràs creyeron que fuera necesario cambiar su agenda de actividades (concurso de «castells» él; feria editorial ella) para acudir a la capilla ardiente de la soprano. Sí que aparecieron, dos días más tarde, en el funeral, aunque su sensibilidad cultural para los no afines quedó retratada una vez más cuando falleció el editor Claudio López de Lamadrid y la Generalitat se limitó a enviar a una directora territorial recién nombrada. Sonada fue también la tardanza de Torra a la hora de felicitar a Joan Margarit, premio Cervantes de 2019 cuyo bilingüismo no parecía despertar demasiado entusiasmo en las filas de un ejecutivo al que tanto Borràs como Vilallonga llegaron como firmantes del manifiesto Koiné en favor de que el catalán sea la única lengua oficial en Cataluña.

En el terreno de la comunicación, la legislatura se ha mantenido según lo previsto, con críticas constantes hacia TV3 y Catalunya Ràdio por su adhesión acrítica a las tesis independentistas y la parrilla de la televisión pública convertida en patio de recreo de ERC y Junts Per Catalunya. Esta ha sido, de hecho, la legislatura en que la política ha ocupado casi cualquier rincón de la programación con nuevos magazines como «Planta baixa» y salidas de tono constantes protagonizadas por ilustres colaboradores de la casa como Toni Soler, Pilar Rahola y Jair Domínguez.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación