Los cuerpos policiales españoles se enchufan a la pistola eléctrica
Agentes que las usan relatan a ABC su experiencia: «Son una gran herramienta»
Los agentes que las han usado lo tienen claro: «Es una opción más que interesante cuando quien te dice que te quiere matar está muy alterado y ves que la cosa no va a acabar bien ». Las pistolas eléctricas son una gran herramienta en situaciones de «extrema violencia» para evitar el contacto directo entre policías y agresores. Por eso la mayoría de los cuerpos policiales estatales, autonómicos y locales han ido incorporando estos dispositivos, conocidos como taser por su marca comercial.
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Los últimos en hacerse con ellas, la Policía Nacional y la Guardia Civil , que todavía se instruyen en su manejo, y la Policía Local de Madrid, que ya ha comenzado a usarlas a finales de este 2020. La Ertzaintza y los Mossos d’Esquadra –y antes, decenas de policías locales– hace ya años que las emplean con valoraciones positivas tanto de los agentes que las portan como de los sindicatos que les representan. Algunos de ellos relataron a ABC su experiencia en el uso de las pistolas eléctricas, unos instrumentos muy útiles pero que, aclaran, tampoco son la panacea.
«No electrocutan»
¿Qué son y cómo funcionan las pistolas eléctricas? Lo primero, desterrar falsas creencias muy arraigadas. Las taser «no electrocutan», explica en una conversación con este diario Javier Ramírez, director para el sur de Europa de la empresa Axon, que ostenta casi el monopolio mundial de la fabricación de estos dispositivos. Las taser lo que hacen es «inmovilizar neuromuscularmente» durante segundos al agresor, que se desploma al instante, facilitando la posterior reducción por parte de los agentes. Los Mossos empezaron a usarlas en 2018, y desde el Sindicato de Policías de Cataluña (SPC) valoran positivamente la experiencia: «Con poco esfuerzo físico se neutraliza a un individuo, minimizando el riesgo tanto para él como para los agentes », relata a ABC su portavoz, David Miquel.
Son una herramienta muy útil, pero no un remedio para todo. Por eso más que hablar de pros y contras, los agentes que las llevan prefieren aludir a situaciones en las que apropiadas y en las que no. El arma de fuego, las taser, las defensas.... « cada herramienta tiene su sitio », explican a ABC. Y las pistolas eléctricas son un instrumento a medio camino entre el arma de fuego y la defensa para una contención física. En ocasiones, pueden ser sustitutivo de la pistola convencional en situaciones comprometidas, con la evidente disminución de riesgo también para el agresor. Otras veces puede usarse para neutralizar a un agresor «con el uso mínimo de la fuerza» en acciones que necesitarían de la implicación de tres o cuatro agentes de optarse por la reducción física tradicional. Con la taser, «todo eso te lo evitas», explica el SPC a ABC. No es apta, sin embargo, en cualquier escenario.
En infinidad de supuestos en los que sería deseable utilizarla para minimizar riesgos, luego en la práctica es imposible. En situaciones «dinámicas» cuando el agresor no para de moverse –o esconderse–, lugares reducidos o cuando el peligro es inminente –requiere tiempo para ponerla en marcha– la taser es inviable. También, si hay agua o líquidos inflamables.
¿Tienen efecto disuasorio? El fabricante dice que «9 de cada 10 veces que se saca, el agresor se rinde y no hay disparar». La experiencia de los agentes consultados por ABC no es tan rotunda. Uno relata que hace poco la empuñaron tres veces en un día, pero solo la usaron en una. Las circunstancias en los otros casos –en uno el agresor se parapetó con una navaja tras una reja– lo hicieron imposible .
Los Mossos sí pudieron usarla en una reciente actuación contra una joven en Sabadell que causó controversia en las redes. « Era una situación de manual para emplearla », afirman. La echaron de menos los sindicatos de la Guardia Urbana de Barcelona cuando hace poco un agente redujo a un vagabundo de un disparo. De momento, sin embargo, Colau no ha decidido incorporarlas.