Rajoy: «Con Ciudadanos las cosas están mejor de lo que parecen»

Rajoy se acerca a Rivera, sabedor de que en su partido hay malestar por el giro sobre la estiba

El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, y su pareja, Beatriz Tajuelo, posaron en la alfombra roja a su llegada a la gala inaugural de la vigésima edición del Festival de Málaga de Cine Español, el viernes por la noche. Durante su estancia en Málaga, Rivera fue recibido por el alcalde, Francisco de la Torre, en su despacho EFE
Mayte Alcaraz

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El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy , contestaba así a ABC hace unas horas al ser preguntado por sus relaciones con Albert Rivera en el Congreso del PP de Madrid: «Con Ciudadanos las cosas están mejor de lo que usted cree» . Lo cierto es que en Moncloa, confiesan, están haciendo acopio «de dosis de paciencia» para reconducir las relaciones con su «socio preferente», el partido de Rivera, tras el portazo a la reforma de la estiba en forma de abstención el pasado jueves. Esa decisión, que la formación naranja cambió en tres ocasiones antes del pleno en el que se votaba el real decreto que liberalizaba la estiba portuaria, no está respaldada unánimemente por el cuarto grupo parlamentario de la Cámara, donde existen discrepancias por un cambio de opinión que incumple una de las promesas electorales de Rivera.

En el Gobierno son tan optimistas sobre las posibilidades de reconstruir las relaciones entre ambas formaciones que confían en que de una conversación personal entre Rajoy y Rivera, que podría producirse este fin de semana, salgan buenos frutos. Sitúan, no obstante, el origen de los vaivenes entre los dos partidos en la «errónea negativa de Rivera de no entrar en el Gobierno» . A este respecto, Moncloa cree que «es mucho más fácil comprometerse con los asuntos de Gobierno cuando uno está dentro del Consejo de Ministros, lo que rebaja la tensión, y hace innecesario estar dando explicaciones», que en muchas ocasiones no se entienden.

Lo cierto es que el cambio de Ciudadanos del pasado jueves es visto, en fuentes parlamentarias, como una «desautorización de Rivera a sus compañeros en el Congreso» . De hecho, las conversaciones diarias entre el coordinador del PP, Fernando Martínez Maillo, y el vicesecretario de Ciudadanos, José Manuel Villegas, así como las negociaciones entre los portavoces popular, Rafael Hernando, y de Ciudadanos, Juan Carlos Girauta, parecían presagiar el apoyo de este último grupo a la reforma que pretendía aplicar una sentencia europea de 2014. Sin embargo, sostienen esas fuentes, la constatación por parte del líder naranja de que el color de su voto no sería determinante para sacar adelante el real decreto que motivó el giro político, el cual no cuenta con un respaldo unánime en las filas naranjas.

Con el PNV, mejor

Las relaciones, no obstante, entre el presidente y el líder de Ciudadanos no son todo lo fluidas que a ambos grupos les gustaría y no reflejan la buena sintonía entre los segundos escalones. En el PP hacen una comparativa: mientras Rajoy se entiende muy bien con el lendakari Urkullu y su portavoz parlamentario , Aitor Esteban, no comparte esa misma empatía con Rivera, del que le separan veinticinco años, y una visión diferente de la política. De hecho, atribuyen a ese acercamiento con el Gobierno de Vitoria el acuerdo para convalidar con el voto del PNV la reforma portuaria. Los populares se quejan de la obcecación del político catalán de enfocar sus reproches al retraso en el cumplimiento de los acuerdos de investidura relativos a la regeneración (limitación de mandatos, supresión de aforamientos, etc…), que requieren cambios constitucionales o reformas de la legislación electoral, mientras no se pondera la rápida aplicación de medidas consensuadas relativas a los autónomos, discapacidad o violencia de género.

No obstante, Rajoy y Rivera ya han llegado a un entendimiento : uno y otro se han mostrado decididos a evitar otras elecciones generales, posibilidad que ha empezado a manejarse tras el fiasco parlamentario de la estiba. Pero en el PP rememoran: «El presidente fue claro cuando recordó en su investidura que la estabilidad del Gobierno sin mayoría no dependía solo de él». Pero la última decisión para disolver las Cámaras sí es suya.

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