Casado y Sánchez miden sus fuerzas tras la crisis del coronavirus en la campaña gallega
El líder del PP se suma a un mitin de Feijóo y Moreno para reforzar su mensaje moderado

Pedro Sánchez y Pablo Casado coincidieron ayer en Galicia para apoyar a los candidatos de sus partidos a las elecciones del 12 de julio. Pero para ellos esta campaña y estos comicios son más que una cita autonómica . Los líderes nacionales del PSOE y ... del PP miden sus fuerzas en la primera gran prueba después de los meses más duros de la crisis sanitaria.
El presidente del PP se está volcando en la campaña de las gallegas y de las vascas. Ayer viajó a Galicia por cuarta vez en la campaña y la semana que viene lo hará en otras dos ocasiones. Solo está previsto que coincida con Feijóo en dos actos: el primero fue en la plaza de toros de Pontevedra, y el segundo, ayer en un mitin en As Pontes al que también acudió el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno. La foto de As Pontes será una de las más importantes de la campaña para Casado, con dos barones que quieren llevar el mensaje centrista y moderado por bandera, alejado de la radicalidad y de cualquier intención de imitar a Vox por la derecha. Casado se está arrimando a ese modelo que en Galicia es ganador.
El líder del PP llegó a Pontevedra por la mañana para hacer un tramo urbano del Camino Portugués, junto a Ana Pastor y el vicepresidente de la Xunta, Alfonso Rueda. Casado apuntó que estaba allí «para hablar bien de Galicia y de Feijóo», del que destacó que es el «paraguas» de todos los gallegos moderados y sensatos y representa «lo mejor» de la historia reciente de Galicia. También Moreno, en el mitin de la tarde, situó a Feijóo como referente y aseguró que le «copia» algunas iniciativas y las traslada a Andalucía.
Los estrategas de campaña del PP gallego han pedido a los dirigentes nacionales que acuden a hacer campaña que se centren sobre todo en los asuntos locales, y no polemicen sobre los nacionales.
Casado se ha adaptado a esa estrategia, ha evitado en todo momento el choque frontal con Sánchez desde Galicia y sus mensajes nacionales están alejados del tono bronco. Ayer, volvió a tender la mano tras el fracaso inicial del acuerdo en la Comisión de reconstrucción del Congreso. Según Casado, aún es posible un pacto en materia sanitaria, y el PP no dará la batalla por perdida. Mucho más difícil lo ve en el terreno económico, porque el PP y el PSOE, dijo, defienden «recetas contrarias», ya que los populares ven imprescindible una bajada de impuestos, y no la subida que planea el Gobierno.
Izquierda-derecha
Mientras, Sánchez intervino ayer por segunda ocasión en la campaña gallega, con un mitin en La Coruña. Su presencia ha sido sensiblemente inferior a la de Casado. Al candidato socialista, Gonzalo Caballero, lo han ido arropando una vicepresidenta, ministros y hasta el expresidente Zapatero. El jefe de filas solo había intervenido, una semana antes, en Orense, con un discurso centrado en la dicotomía izquierda-derecha. En esta ocasión sí hubo alusiones a coordenadas que están marcando la campaña a orillas del Atlántico, como el precario futuro de la aluminera Alcoa, del que aseguró que en el Gobierno están «trabajando codo con codo» para «garantizar la solvencia y futuro» de la fábrica, al tiempo que acusó a Feijóo de utilizarlo como «instrumento electoral».
Tanto el candidato a la reelección como el líder del PP, Pablo Casado, fueron objeto de los ataques de Sánchez , quien recurrió al argumento de que ambos se rehúyen y evitan salir juntos en «muchas fotos», «no vaya ser que se den cuenta los gallegos de que pertenecen al mismo partido y comparten el mismo proyecto». No faltó una alusión al habitual reproche a Feijóo de que oculta el «logotipo del PP». «No vaya a ser que se den cuenta de que llevamos gobernando más de 30 años en Galicia sin hacer nada, salvo desmantelar el Estado del Bienestar», apostilló.
Llegó Sánchez a afirmar que en el PP están «un poco avergonzados» de su oposición, y como en Orense, endureció el tono para volver a echar en cara a los populares que no quieren «arrimar el hombro» con el Gobierno.
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