De Borrell a Sánchez: el aparato contra la voluntad de sus bases

Los poderes del partido no han dado tregua a los únicos elegidos en primarias «reales»

Reunión del Comité Federal del PSOE del pasado 28 de diciembre ÓSCAR DEL POZO

LAURA L. CARO

Primarias, lo que se dice primarias, el PSOE ha celebrado en su ámbito federal dos, separadas por dieciséis años. La particularidad está en que los respectivos ganadores - Josep Borrell en 1998 y Pedro Sánchez en 2014-, han sido sometidos a un régimen impenitente de acoso y derribo por parte del «aparato», que en caso del primero estaba encerrado en Ferraz y hoy disperso entre baronías territoriales con epicentro en la Andalucía de Susana Díaz.

«Lo esencial entre lo que ocurrió con Josep Borrell y lo que está ocurriendo con Pedro Sánchez no ha cambiado, y es que la militancia, cuando ha podido expresarse, lo ha hecho en contra del aparato, desafiándolo..., pero al final siempre ha ganado el aparato a la militancia, suplantando su voluntad». La valoración es de José García Abad, autor de «El hundimiento socialista» y periodista experto en el PSOE, que tacha de «indecente» el cuestionamiento del que el actual secretario general está siendo víctima por parte de los suyos desde el primer minuto, comparable al que se administró a Borrell. «Le hicieron la vida imposible», resume Abad.

No llegó a las elecciones

El exministro catalán fue candidato del PSOE a La Moncloa durante un año y veinte días, aunque solo nominalmente, puesto que nunca llegó a las elecciones que debió haber encabezado. En su lugar, paradójicamente, se presentó su contrincante Joaquín Almunia, el perdedor de las primarias en las que ambos se batieron el 24 de abril de 1998 y que el propio vasco había forzado para autolegitimarse tras haber sido ungido por Felipe González como jefe orgánico del PSOE en el XXXIV congreso del partido. El periodo de coexistencia de los dos fue el de la bicefalia. «Borrell tuvo en contra todos los palos en las ruedas que le puso la Secretaría General», certifica García Abad. Pero no que, como se rumoreó, ese Ferraz enemigo fuera responsable último de la filtración a la prensa del escándalo de corrupción de dos antiguos colaboradores del exministro, algo que acabó con su paciencia y provocando su dimisión como candidato. Fue el 14 de mayo de 1999.

«Es indemostrable que aquello saliera del PSOE, -zanja el periodista- como también lo es que Susana Díaz pusiera como condición a Pedro Sánchez que no se presentara como candidato, lo que, por otro lado, explicaría la animadversión y la ferocidad de ella contra él, porque precisamente eso es lo que Sánchez hizo casi nada más empezar».

Pedro Sánchez fue elegido secretario general del PSOE -que no candidato a La Moncloa- en julio de 2014 por 62.477 votos de los 129.411 depositados, un 48,7%, frente al entonces diputado Eduardo Madina y a José Antonio Pérez Tapias. En la campaña, y sin ir más lejos, en el debate a tres celebrado el día 7 de ese mismo mes, el madrileño nunca ocultó sus aspiraciones de convertirse en cartel electoral del partido, lo que conseguiría un año más tarde, en junio de 2015. Hubo otras llamadas primarias, pero «descafeinadas», sin rivales que obstaculizaran su designación automática, puesto que nadie consiguió avales para competir.

En el año y medio transcurrido desde su entronización por designio de las bases del PSOE, Susana Díaz y buena parte de los barones con poder institucional - el aparato «confederal» , que ya no reside en Ferraz- no le han dado tregua, aprovechando sin duda los muchos y sonoros errores del secretario general. Un buen ejemplo fue la desastrosa confección de la lista por Madrid del pasado 20-D, que relegó al PSOE a cuarta fuerza de la capital.

«Susana Díaz le ha querido señalar como un interino, como un vicario suyo, mandar sobre él a golpe de móvil», analiza José García Abad, que, sin embargo, es optimista sobre la capacidad de supervivencia de Pedro Sánchez a diferencia de la que tuvo Borrell. «Borell tenía la mandíbula de cristal, no pudo aguantar el tirón, pero Sánchez le ha echado energía y... además, hoy no tiene alternativa. Díaz no trata de sustituirle y dejar Andalucía por un escaño en la oposición en Madrid», añade el experto.

Sobre por qué el PSOE predica y practica, aunque poco, primarias con votos reales de los afiliados para luego tergiversar el resultado -y ahí está también la defenestración de Tomás Gómez tras ser elegido por las bases candidato a la Comunidad de Madrid- hay pocas respuestas lógicas. García Abad sentencia que se impone «una catarsis a tumba abierta» en el PSOE, un «congreso sincero» en el que se establezca «un cambio de moral» para que el partido «deje de ser la asociación de auxilio mutuo en que se ha convertido, un sitio al que la gente va a hacer carrera» y se respete a la militancia. Sobre todo, cuando opina sobre sus líderes y habla tan claro.

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