Badalona, una metáfora, avispero y oportunidad para Xavier García Albiol y el PP catalán
La cuarta ciudad catalana ejemplifica las dinámicas de la política catalana
Con más de 210.000 habitantes, Badalona es la cuarta ciudad de Cataluña en población. Desde esta semana, es también el mayor resorte de poder que tiene el PPC en una comunidad en la que el partido de Pablo Casado ostenta una presencia institucional casi residual: cuatro diputados en el Parlament y ninguna alcaldía relevante.
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Todo cambió el martes, cuando la división de la izquierda local propició la elección «in extremis» de Xavier García Albiol. «Obviamente, la alcaldía de Badalona es ahora muy importante para el PP catalán; desde aquí podemos mostrar que somos un partido con vocación de gobierno, que lo sabe hacer bien », afirman desde el equipo del alcalde a ABC. Conscientes de ser la «esperanza municipalista» del PP en toda la comunidad, los de Albiol prometen gobernar de forma «transversal». Lo cierto es que necesitarán apoyos para encauzar la situación de una ciudad azotada por una triple problemática: política, social y de seguridad. Un avispero y a la vez un regalo para el PP catalán, que necesita reivindicarse como alternativa de «gestión eficaz» ante un nacionalismo obcecado en un «procés» en claro declive.
Miniatura del «procés»
El nuevo periplo de Albiol al frente de Badalona parte del colapso del «cordón sanitario» que le impuso la oposición cuando llegó por primera vez al poder en 2011. Desde entonces, el popular ha visto como el PSC, Guanyem (marca local de la CUP), ERC, los comunes y Junts per Catalunya construían acuerdos de «todos contra uno» para aislar al ganador de las tres últimas elecciones municipales. El bloque «anti-Albiol» resume a pequeña escala las dinámicas que han definido la política catalana de los últimos años : un partido socialista entregado al nacionalismo que evita pactos con las demás fuerzas constitucionalistas, un Ciudadanos desaparecido y una CUP acrecentada por los sectores más radicales del independentismo, que marcan el ritmo de los partidos «tradicionales» desde la calle, las redes y las instituciones. Todo ello, con el aplauso y el aval de Esquerra y de los herederos de CDC, radicalizados en su competencia insomne por el liderazgo del espacio secesionista.
Capítulo aparte merece el ambiente «antisistema» de Badalona, que ha recibido el regreso de Albiol con un creciente nerviosismo. Ya le han lanzado advertencias. «Te volveremos a echar», proclamaron los jóvenes de La Forja en un vídeo difundido horas después de su elección . En las próximas semanas, conforme se vaya relajando el confinamiento, es probable que se convoquen manifestaciones, escraches y otras «acciones directas» para amedrentar al recién elegido alcalde .
Albiol también ha lanzado un aviso a los radicales: no descarta recuperar la «Unidad Omega» de la policía local, que en su último mandato se convirtió en la bestia negra de los movimientos juveniles y anticapitalistas de esta ciudad costera. No en vano, en Badalona convive un variopinto ecosistema de organizaciones poscomunistas, antisistema e independentistas que compiten entre sí y cuyas rencillas internas han facilitado que el PP recupere una ciudad en la que ha superado el 30% de los votos en todas las elecciones municipales celebradas desde 2011.
Realidad compleja
Apenas se había instalado Albiol en su nuevo despacho cuando vio cómo Badalona copaba los informativos con una pelea multitudinaria en el popular barrio de La Salut. Allí, un centenar de vecinos protagonizaron una reyerta que se tornó en batalla campal cuando llegó la policía . No se han dirimido los orígenes del conflicto, pero esas imágenes ejemplifican los problemas de seguridad y civismo que hay en Badalona. El perfil «duro» de Albiol en este campo es uno de los baluartes que han convertido al popular en el candidato más votado en la mayoría de zonas humildes de la ciudad.
«En el tema de la seguridad estamos vendidos totalmente, cada vez hay más robos, muchos con violencia. No es un tópico que haya delincuencia en Badalona, la vivimos en el día a día y en distintos barrios. Creo que la llegada de Albiol será un revulsivo, lo fue en su momento y lo será ahora », explica a ABC Antonia Vázquez, presidenta de la asociación de vecinos de La Salut Alta. «Albiol se encontró unos problemas en 2011 y se los encontrará ahora, los mismos, incivismo, violencia y delincuencia», explica por su parte Ángel Vendrell, líder vecinal de San Roque, otro de los «feudos» del popular. «Su vuelta ha sido una gran sorpresa. Él es un símbolo en algunos barrios de Badalona, los más humildes, es así. Yo no soy 'popular', y tampoco lo son muchos de sus votantes y defensores», añade Vendrell.
Una ciudad, dos almas
La compleja situación política que deberá torear Albiol tiene su origen en la «doble» realidad social y cultural que cohabita en Badalona. No en vano, esta urbe se divide sociológicamente en dos «almas» . Por un lado, los barrios del centro histórico, más burgueses y catalanistas, de otro, toda la periferia , con barrios obreros y con migrantes de distintas generaciones y orígenes como, La Salut, San Roque o Llefià.
La silenciosa «guerra de los balcones» que se repite en tantas poblaciones catalanas, especialmente en el área metropolitana de Barcelona, también se siente en Badalona. Su centro está poblado de esteladas y lazos amarillos, mientras que en los barrios periféricos sigue arraigada una profunda identidad «española» que se refleja en las banderas que cuelgan de muchas viviendas.
«La Salut y Llefià son barrios de población trabajadora llegada, sobre todo, en los años 50 y 60 desde zonas como Murcia, Extremadura, Andalucía y las Castillas. Esta población se integró en la ciudad, pero con la llegada la oleada de inmigración extracomunitaria en los 90,se produce un choque cultural, que lleva también a un cambio político », explica a este diario Montserrat Carreras, la historiadora local y coautora de «La inmigración en Badalona durante el siglo XX» (2006). Esos barrios, antaño feudos socialistas y comunistas, son hoy el granero de votos del PP de Albiol.