9-N: análisis
Farsa, tactismo y ley
«Cuando se maltrata la ley, el tacto jurídico y político son una réplica coyuntural e insuficiente»
Hagamos un ejercicio de pura abstracción buenista: solo desde un tacticismo alambicado es comprensible la laxitud del Gobierno en su réplica a la farsa construida por Artur Mas para concluir que 1,8 millones de catalanes están movilizados para decir «sí» a la independencia. Rajoy se niega a fomentar el victimismo y a elevar nuevos mártires a los altares de un simulacro propagandístico con tintes de « frikismo ». Sin embargo, y pese a que Rajoy asume de modo consciente un desgaste en términos de imagen, en el fondo subyace una inacción impropia de la exigencia que las leyes imponen por igual a todos. No por negar validez, rigor y protagonismo a su entelequia, Mas va a dejar de cultivar su imagen de redentor iluminado entre esteladas. La percepción en Cataluña es que Mas presume y Rajoy se esconde . Y ya negociarán. Diálogo, diálogo, diálogo...
El Gobierno ha pasado meses anclado en una estrategia de prudencia extrema en busca de resultados inteligentes para reducir la tensión separatista: la ley como único resorte frente a la mofa sistemática hacia nuestro ordenamiento. La ley ... Bien. Pero la ley es lo que en apariencia dejó de cumplirse el domingo. Convengamos, en un alarde de ingenuidad analítica , que el Gobierno es el más respetuoso de nuestra democracia con la independencia del fiscal general y del TC. Y que no da instrucciones, sugerencias o apuntes... ni siquiera de modo subrepticio. La separación de poderes y la estética del poder obligan. De momento, nadie del Gobierno de Rajoy ha abroncado al presidente del TC en un acto público, ni el fiscal general ha retorcido la interpretación de la ley para justificar una negociación prohibida con terroristas. Con Zapatero sí ocurrió . Hoy, en cambio, el TC se ha colocado de perfil a la hora de hacer ejecutar lo acordado para impedir burlas al Estado de derecho . Y el fiscal general... el fiscal, a falta de conocer su querella , no llegó ni a pellizco de monja para cerrar una sola urna.
El Gobierno dispone en cualquier caso de la Abogacía del Estado para denunciar el incumplimiento de la anulación de una consulta-escarnio que si no compromete jurídicamente la unidad de España, sí lo hace emocionalmente. España sigue exponiéndose en Cataluña con complejos y temor. Hasta con vergüenza de sí misma. Cuando se maltrata la ley, el tacto jurídico y político son una réplica coyuntural e insuficiente. El drama no es solo político o jurídico. Es la brecha social lo que duele. Continúa vigente el España nos roba. Y si un tercio de los catalanes quiere la independencia y se permite exhibirla gratis total, quizás sea porque hay otros dos tercios que, aunque sea a modo de humildes contribuyentes, exigen de la ley que no se debe abatir por farsas y remedos de cálculo táctico.
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